24/1/09

El Mundo de Lily Cuadra



Soy Lily, sudamericana,me
encanta escribir
cuentos para niños,
adultos, poemas y todo lo
que me dicte mi loca cabeza.



Sábanas Blancas


















Recuerdo los amaneceres tibios

Cuando nuestros cuerpos adheridos

en comunión sacrílega

se amaban con pureza


eran blancas las sábanas

donde jugueteaban nuestras almas

ya no estás en el canto del gallo

ni en el espacio recorrido por tu sombra



la cama está vacía cubierta de nostalgias

mi piel ardiente siente frío

no sabe de olvido ni ausencia

reclama las caricias de tus manos…


mi corazón quedó sin puerta

puedes entrar cuando despierte la luna

ella alumbra mis sueños

en las noches de lobos y lechuzas


si no me encuentras déjame un recuerdo

una flor un beso o un poema

tu alma y la mía partieron hace mucho

cantando boleros se fueron con la bruma


20/1/09

Lectura en al Casona de la Univ. de San Marcos por el Aniversario de los Viernes Literarios



Fue todo un exito el recital General por el XVIII Aniversario de


los Viernes Literarios

EN LA CASONA DE SAN MARCOS

VIERNES 16 DE ENERO 2009




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Foto de Recuerdo (Foto:Julio S.)

(Juan Benavernte,Ana María Intilli,Gustavo Armijos,Eva Velásquez......)


Eva Velásquez (Foto V.L)



William Gonzales Pérez

Julio Solórzano

7/1/09

Cuentos para niños de José Watanabe

7 de Enero de 2009

PEISA PUBLICA DON ANTONIO Y EL ALBATROS Y EL PAJARO PINTADO

José Watanabe no sólo fue el celebrado y queridísimo poeta que nos entregó libros notables como Cosas del cuerpo o La piedra alada sólo por citar un par de títulos de una obra poética pródiga en calidad–; también desplegó su talento en la escritura de cuentos para niños, en los que uno advierte el tono reflexivo y contemplativo de sus poemas.

Varios de esos cuentos empezaron a publicarse luego de su lamentable partida. De esta manera aparecen ahora, bajo el sello de la editorial Peisa, Don Antonio y el albatros, escrito en coautoría con Micaela Chirif (ilustrado por Víctor Aguilar), y El pájaro pintado, con ilustraciones de su hija Issa Watanabe.

El primero relata la historia de Don Antonio, un farero que intentará enseñarle a volar a un albatros. Por su parte, el segundo libro nos presenta a Don Paulo, amante de los animales, que dibuja un pájaro con tanto amor que el ave dibujada le retribuirá aquel sentimiento. Ambos textos son muy recomendables.
(CMS) Correo

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7 enero 2009

Presentan tres nuevos libros sobre Scorza

Como homenaje.

Al cumplirse 25 años de su muerte en España.

Como un homenaje a Manuel Scorza –en noviembre pasado se conmemoraron 25 años de su muerte–, se presentarán el día de hoy tres libros cuyos temas giran en torno a la vida y la obra del escritor.
El primero de ellos corresponde a Tomás Escajadillo, que ha editado, bajo el sello de Amaru, Simposio Re-Descubriendo a Manuel Scorza. Junto a este trabajo se encuentra el de Mauro Mamani Macedo y Juan González Soto, Manuel Scorza. Homenaje y recuerdos, bajo el sello de Andesbooks, con el apoyo del Fondo Editorial de la Facultad de Letras de la UNMSM.
Por último, Ofelia Huamanchumo de la Cuba presenta el estudio Magia y fantasía en la obra de Manuel Scorza. Hacia una reflexión estructural de La guerra silenciosa (Pájaro de Fuego ediciones, 2008).

La presentación se realizará en la Derrama Magisterial (Gregorio Escobedo 598, Jesús María) a las 7 pm. Comentarán las publicaciones Tomás G. Escajadillo, Dorian Espezúa y Mauro Mamani.

El ingreso es libre.

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Viernes Literarios

VIERNES 16 de enero 2009

TRADICIONAL RECITAL GENERAL POR EL XVIII ANIVERSARIO

de los Viernes Literarios

LUGAR: CASONA DE LA UNMSM

Conduce: Juan Benavente

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EXPOSICIONES

Vida y obra de José Carlos Mariátegui.

Exhibición de fotografías que recorren la vida del ilustre pensador e ideólogo peruano por los 80 años de la publicación de sus "7 ensayos de interpretación de la realidad peruana".
MUSEO DE LA NACIÓN, AVENIDA JAVIER PRADO ESTE 2465, SAN BORJA.
DE 9 A.M. A 5 P.M.

INGRESO LIBRE.
HASTA FINES DE ENERO.

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Nuevo Libro

Günter Grass y el año de la reunificación

El Premio Nobel de Literatura Günter Grass sacará a las librerías, a finales de este mes según los planes de la editorial Steidl, su diario del año de la reunificación alemana, frente a la que tuvo y sigue teniendo una actitud crítica.Unterwegs von Deutschland nach Deutschland (De camino de Alemania a Alemania) es el título del libro que recoge las anotaciones de Grass de 1990, año que tuvo su punto culminante el 3 de octubre cuando se selló la reunificación de Alemania. Grass estuvo recorriendo constantemente las dos partes del país y en varias ocasiones manifestó su convicción de que una reunificación rápida traería decepciones y desconfianza a largo plazo.BERLÍN/EFE.


6/1/09

Discurso de Luis Arias Manzo

Discurso de Luis Arias Manzo en la IV Fliporto de Porto de Galinhas (Estado de Pernambuco - Brasil.

Fundador - Secretario General
Movimiento Poetas del Mundo

http://www.poetasdelmundo.com/paises_america.asp?IDPaises=129




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Abril rojo[i]: orgía de la muerte
Por: Velita Palacín Niko

Santiago Roncagliolo en su novela Abril rojo (2006), título que alude al mes de Semana Santa, fiesta de gran dimensión religiosa en Ayacucho, centra los hechos de su historia en el año 2000. La guerra es un hecho del pasado, aunque existe algunos focos subversivos que los medios de información no los reportan. Sin embargo, las heridas están abiertas: desaparecidos, fosas comunes, traumas. Encontramos además un contexto electoral donde el presidente debe ser reelegido para mantener la seguridad de los que se saben los próximos procesados por violación de derechos humanos, por ejemplo, el comandante Carrión. Se ha montado un fraude para tal reelección. Las Fuerzas Armadas están a disposición de ese acto delictivo. Las autoridades civiles, bajo el mando militar, también apoyan al presidente. Toda la historia nos la cuenta un agente del Servicio Nacional de Inteligencia: Carlos Martín Eléspuru. La novela es un informe que él escribe a sus superiores. “Para que así conste en acta, lo firma, a 3 de mayo de 2000” (328). La historia se inicia “con fecha miércoles 8 de marzo de 2000, en circunstancias en que transitaba por las inmediaciones de su domicilio en la localidad de Quinua, Justino Mayta Carazos (31) encontró un cadáver” (13). Las acciones se desarrollan en menos de dos meses.

Fiscal adjunto, delirio de grandeza

El fiscal Félix Chacaltana, luego de instalarse en Huamanga, a petición de él mismo, investiga la identidad del cadáver y los móviles del asesinato, luego descubrirá que el cuerpo corresponde al teniente Cáceres, antiguo combatiente contrasubversivo implicado en desapariciones y torturas, a quien el gobierno, como un acto de complicidad, lo envía a otra base militar (Jaén). Los datos que Félix obtiene de la policía presentan contradicciones con la realidad, por lo cual él decide profundizar la investigación para descubrir la verdad. “Había algunos detalles más extraños en las últimas muertes. Cosas que debía investigar, que no encajaban con los métodos senderistas tradicionales” (184). No solo es una actitud de investigador nato, sino que tiene otros móviles, así como una manera de escalar dentro de su institución. Por eso es necesario redactar un buen informe, hacer un buen trabajo. “Quizá al constatar su celo profesional, el comandante lo consideraría para cualquier recomendación” (44). Ese acto arribista lo llevará por un laberinto de sangre y muerte, provocando rechazo de parte de las autoridades civiles y militares, acostumbrados a la rutina de las decisiones del comandante Carrión. Nadie quiere hacerse amigo de él. Su actitud de hacer las cosas según lo jurídicamente establecido lo convierte en un ser despreciable, pero a él no le interesa ese detalle, porque está convencido que su actitud es correcta. “¡Félix, deja de pensar como un manual de derecho! (117). Quería ascenso y lo que recibe es, más bien, una amonestación.

En los sucesos de los asesinatos se encuentra involucrado el comandante Carrión, jefe político militar de la zona. Este, ante la insistencia del fiscal por descubrir la verdad, le siembra falsas pistas de tal manera que no se descubra al verdadero asesino. “Había estado siguiendo todo el tiempo un callejón sin salida, persiguiendo fantasmas, persiguiendo a sus propios miedos, a sus propios recuerdos, más que a una realidad que se reía de él” (305), pero no se acobarda ante los obstáculos, sino que decide enfrentarse a la adversidad. No le interesa las consecuencias. Debe cumplir, a cabalidad, la función jurídica que le compete. Eso le da grandeza. “Se dio cuenta de que se sentía un hombre mayor ahora, quizá por primera vez en su vida, un adulto, que tomaría las decisiones consultando solo consigo mismo” (250). Su tenacidad da frutos. Descubre que el comandante Carrión es el asesino en serie. Él, sin ayuda de nadie, siguiendo las pistas, ha armado el rompecabezas con tal precisión que se adelanta al asesino, porque la última víctima sería el mismo Chacaltana. “Para asegurar mi silencio me mataría también, como pensaba hacer esta noche” (312). El cazador resulta ahora el cazado. Se intercambia los papeles. El fiscal termina asesinando al militar.

La investigación del fiscal sobre el primer cadáver lo lleva por diversas pistas. Al primer muerto, el teniente Cáceres, han intentado desaparecerlo, sin dejar huellas, pero quedan algunas pistas que el fiscal logra seguir. “Mayta Carazos había tratado de desaparecer la evidencia, pero un cuerpo demora un buen rato en convertirse en cenizas. Debía haber visto que sería descubierto y haber retirado el cadáver a tiempo” (63). Se había hecho uso de un horno, construido en tiempos de guerra en la iglesia, para desaparecer el cuerpo. Pero, si bien es cierto el asesino es Mayta, este es solo un instrumento de los asesinatos múltiples. No es el verdadero asesino que se esconde tras el escenario. En esa búsqueda, Chacaltana tiene un encuentro con Mayta, quien en su desesperación por librarse de la justicia le suelta un dato. “Mi hermano es. Mi hermano es que hace todo” (137). “¿Qué hermano? ¿Qué hace?” (138). Nuevas pistas que le permite adentrarse más en el caso y conocer de las fechorías del teniente Cáceres, quien “no liberaba sospechosos. Se deshacía de ellos” (147), de los métodos contrasubversivos, de las desapariciones, de las fosas comunes: “Los que había pensado que eran rocas y tierra fue cobrando una forma más precisa ante sus ojos. Eran miembros, brazos, piernas, algunos semipulverizados por el tiempo de enterramiento, otros con los huesos claramente perfilados y rodeados de tela y cartón, cabezas negras y terrosas una sobre otra…” (164). El asesinato del teniente Cáceres y otros es para evitar que salga a la luz la práctica genocida del Estado, pero la verdad salta a pesar del esfuerzo de los asesinos para ocultarla.

Orgía de sangre

Los asesinatos se tornan crueles y con intencionalidad de generar terror. No son simples muertes. Son hechos planificados y detallados con el objetivo de ocultar la verdad y eliminar al intruso que se acerca cada vez más a descubrir las atrocidades de las Fuerzas Armadas. Las cinco muertes siguen una secuencia. No son muertes casuales, porque cada uno conlleva a la otra. Sadismo y frialdad se nota en los asesinatos. Al primer muerto le falta un brazo, al segundo el otro brazo, así “parece que estos señores se quieren armar un muñeco” (174). La precisión con que trabaja el asesino nos hace pensar en una persona con experiencia. No es un principiante. “Son personas instruidas. Al menos el del cuchillo. Son obras de cirugía. Clavaron siete puñaladas en su corazón con precisión perfecta… Lo destrozaron sin cortar las principales vías de circulación y dejaron el cuerpo deliberadamente boca abajo. De su pecho salió casi toda la sangre…” (175). Así acaba Justino Mayta, el segundo muerto. Al tercero le arrancan un miembro inferior y “presentaba para más señas, una corona ceñida a su frente consistente en un metro y medio aproximadamente de alambre de púas… que atravesaba la piel de todo el perímetro craneal” (233). La peor parte la lleva Edith Ayala, una muchacha ayacuchana, que andaba en amoríos con Chacaltana. Ella, la quinta víctima, era hija de unos senderistas muertos en combate. Ese pasado la persigue porque el fiscal cree que ella es la asesina. “Nunca se lo pudiste perdonar, ¿verdad? Esperaste quince años para vengarte. Guardaste el odio toda tu vida… (al hombre) que tenía a su cargo el destacamento que mató a tus padres” (290). Luego de una discusión con el fiscal, ella aparece muerta. “La pequeña habitación estaba casi enteramente pintada de sangre… En la única pared que no estaba por completa cubierta, había pintas con lemas senderistas, escrito con un pincel que el asesino había mojado en el cuerpo que descansaba sobre la cama. Cuerpo. No era un cuerpo en realidad… esta vez era todo lo contrario: dos piernas, dos brazos, una cabeza. Amontonados sobre la cama dejando libre el espacio del tronco” (301). El muñeco ya está casi completo. Solo falta la cabeza. El fiscal tiene un sueño en el cual puede ver “al engendro (que) terminó de incorporarse, sobre sus hombros, el fiscal vio su propia cabeza, atrapado en ese cuerpo que no había elegido” (307). La última víctima que necesita ese cuadro para ser completo es la cabeza de Félix Chacaltana.

Locura

Toda guerra, justa o no, trae consecuencias negativas. Queda el trauma. El teniente Cáceres regresa a Ayacucho casi atraído por la muerte. No está conforme con los resultados de la guerra. Quiere que lo condecoren como un héroe. El comandante Carrión es un paranoico que intenta evitar que se descubra las fosas comunes. Sin embargo, el personaje en quien se encumbra la locura es el fiscal, quien de niño, antes de la guerra, ha asesinado a sus padres incendiando la casa donde vivían. No se acuerda de ese detalle en lo más mínimo. Es más, según el monólogo que él sostiene con su madre, a lo largo de la novela, no nos induce, en ningún momento, esa escena terrible. Tal monólogo nos hace creer que entre él y su madre hubo una buena relación. Sin embargo, ya a finales del libro, se necesita del comandante Carrión para recordarle al fiscal sobre su pasado. “Ni siquiera volvió al oír los gritos de su madre, ni siquiera por ella se arriesgó. Sólo corrió, corrió hasta donde diesen sus piernas, y llegó hasta Lima, lejos, muy lejos, hasta donde no llegaran los alaridos de la señora Saldívar Chacaltana” (321). El encuentro con el militar le activa su memoria. “El torbellino de recuerdos no iba a dejarlos en paz. No iba a dejarlo en paz nunca” (321). Luego de asesinar al comandante, viene la pérdida total de la lucidez. “Nuestros informantes afirman que el susodicho fiscal mostraba señales ostensibles de deterioro psicológico y moral” (327). Es una guerra que ha dejado huellas de tal magnitud.


[i] RONCAGLIOLO, Santiago. Abril rojo. Santillana Editores. 2006. Lima.


Velita Palacín Niko (enero 2009)

3/1/09

Antropología de la Espuma de Jimmy Marroquín por Miguel Ildefonso


Jimmy Marroquín (Arequipa, 1970), autor de Dinámica del fuego y Teoría angélica, es una de las voces más interesantes de los poetas surgidos en el Perú en la década del 90, década en que confluyeron distintos lenguajes poéticos que, pronto, se reformularían en nuevas búsquedas. Dueño de un universo que oscila entre el desborde y la armonía verbal, pleno de simbologías, entre la pasión y la reflexión, Marroquín nos presenta este nuevo libro de poemas que podría aludir al conocido verso de César Vallejo (“Quiero escribir, pero me sale espuma”); pero más que tratarse de una espuma desaforada, fuera de control, catártica, en Antropología nos hallamos en la meditación del tiempo y su relación con una de las más altas pasiones humanas: la de la búsqueda de plenitud. El poeta inicial Retorno indica que estamos ante una mirada retrospectiva, la del poeta que avizora el camino a la casa de la infancia: “a una casa ungida por un designio entrañable”, a “la casa abandonada”. Ante las ruinas de estos tiempos, de “destrucción y epifanía”, de “vacío largamente entrevisto”, de “corrosión y deterioro”, de “ceniza”, el poeta se vuelca a su “heredad”, para recobrar esa existencia plena de deslumbramientos, entre las voces de los que habitaron esa casa: la madre, Evelin, Dayana, Omar, José, Renato, Claudia, el padre. El poeta no solo se limita a contar la historia familiar, sino realiza el estudio de dicha historia: es la antropología de un “disidente”, del “hijo pródigo”, a través de imágenes que recuerdan un poco a Juan Ojeda (“y sus fastos de ceniza, y su futilidad evocativa”) y también a Perse (“de los peces de amianto exhaustos en su inclemente noria/ de las sonoridades canaletas clavadas en las pétreas tardes”). Con un buen manejo de las imágenes, Marroquín logra explotar los múltiples sentidos de la espuma: espuma como corrosión de la materia (y de la vida contenida en esa materia), espuma como memoria y exilio (“plena,/ vasta/ insurgente”), memoria como palabra (“la evidencia virtual de la Palabra/ que insaciable me evidencia y me devasta”), memoria como vértigo (“he celebrado su ulterior espasmo/ en la vorágine implacable de la espuma/ y su total dilución.”) entre eros y thanatos. “Porque el mundo es precario”, nos dice el poeta para acusar la condición efímera del goce. Y porque las palabras significan la heredad de aquellos largos resplandores que solo la poesía puede recuperar en un dorado silencio, íntimo, para que vuelvan a brillar por siquiera un instante. Y he ahí la condición de la poesía…