2/9/09

LA PATADITA DE ALAN (o la manera de resolver un problema)


Cuando Alan era candidato presidencial, ¿se acuerdan? Todo era sonrisas, disculpas, hablar bien, prometer el oro y el moro. “No hay razón para que hagamos un mal gobierno”, pregonaba. Y muchos le creyeron. “Los ahorritos, la leche, las colas”, le recordaban algunos. “No habrá nada de eso”, replicaba, “tenemos reservas suficiente, y la entidad privada se ocupa de todo, de manera que, no hay razón para que hagamos un mal gobierno.” “¿Y el TLC?”, insistían, los testarudos. “No hay problema, si el contrato no nos conviene lo podemos anular; es como un matrimonio, si a uno no le va bien se puede divorciar.” Alan parecía tener todas las respuestas, todas las soluciones…y muchos le creyeron…y le perdonaron. “Ha aprendido”, decían los optimistas, “ya no es el mozalbete de su primer gobierno que creía resolverlo todo a trompicones de palabras. Y empezamos un nuevo gobierno, un nuevo Alan reciclado con sus recetas mágicas para resolver problemas. Pero en lo que muchos no reparamos –u olvidamos- es en la manera “real” como Alan resuelve los problemas. El día 15 de julio de 2004 en todas las portadas de los diarios se mostraba el rostro furibundo del Alan candidato cuando propinaba una patada en las posaderas a un simpatizante suyo. La imagen era elocuente. “¡Este hombre es capaz de todo!”, exclamaba una conocida psicóloga al ser requerida para que dé su opinión. “Es capaz de todo con tal de lograr su propósito”. El candidato Alan tuvo que disculparse, a regañadientes. La “patadita” le hizo bajar varios puntos. Nos olvidamos del asunto. Pero infelizmente, ahora Alan nos lo vuelve a recordar. Frente a la protesta de los nativos, Alan ha vuelto a sacar “la patadita.” Ha vuelto a dar patadas a medio mundo con tal de salirse con la suya. Sino, mirémosle: Por imponer su programa ultraliberal, es capaz de vender hasta su alma -el subsuelo amazónico-; por imponer su progreso, es capaz de enterrar y sacrificar a quien sea: nativos, policías, niños, mujeres; por imponer su orden: ejército, balas. Por imponer su opinión: toque de queda, prensa coludida, mentiras y amenazas. Esta es la manera real como Alan resuelve los problemas: ¡A patadas! “Unos primitivos no van a detener el progreso de 28 millones de peruanos”, afirma, todo racista. “Yo he sido elegido por la mayoría y no por un grupito minoritario”, amenaza, incapaz de dialogar y recurrir a la consulta. El resultado. Lo vemos ahora: más de 20 policías muertos y más de 10 nativos en igual condición. Y eso sin contar con los innúmeros de heridos que dejó la represión. El peor horror causado a la policía. Así resuelve los problemas Alan. Los pueblos le exigen diálogo y él responde con balas. Los nativos le piden respeto a sus tierras y él les quita sus tierras. La gente le pide transparencia y él lo oculta (los petroaudios) Así resuelve Alan los problemas, a patadas. “Un presidente no puede evitar quien gobernará, pero sí puede evitar quien no gobernará”, afirma, todo omnipotente. Y no vacila en demostrarlo: castiga a congresistas que se le oponen, tilda de terroristas a los líderes nativos y habla de un complot internacional. Así gobierna este Alan reciclado, en versión liberal. Una vez dijo, de candidato, tratando de convencer que había cambiado. “¿Usted qué cree, que yo quiero que escriban sobre mi tumba: “fue tan imbécil que se equivocó dos veces”?” No, señor Alan García, Usted no se equivocó –nunca se equivoca-; nosotros fuimos quienes nos equivocamos, nosotros que no supimos ver cómo acostumbra usted resolver los problemas: A patadas. Eso es lo que quedará escrito sobre su tumba.

Jack Flores Vega,

Perú -Lima 3 de junio de 2009.