27/12/16

JUAN RAMÍREZ RUIZ: 70 AÑOS DE INMORTALIDAD

                                                                                             De: Jorge Luis Roncal
27 de diciembre.

Un día como hoy vio la luz uno de los más altos poetas peruanos contemporáneos. Su poesía como su vida son expresiones acabadas de una apuesta por la libertad, la justicia y la belleza, llevada hasta las últimas consecuencias. Contra el poder político y cultural que invisibiliza y
degrada, contra las imposturas, mezquindades y mediocridades, la poesía y el nombre de JUANRA se abren paso. Hace poco se presentò "Revelaciones en la senda del manzanar. Homenaje a Juan Ramírez Ruiz", muestra parcial de las reflexiones que se han hecho hasta hoy sobre su alta poesía", que sin embargo no toma en cuenta un documento capital en la propuesta de Juan: Palabras Urgentes Nº 2, y que aquí reproducimos en memoria del poeta, amigo y camarada, de quien escribió el bello texto "Los muchachos" (Las armas molidas), como elogio de este sector que hoy, de manera multitudinaria, con júbilo insurgente, se moviliza en todo el país: "Pregùntale a los muchachos, pregúntale / ellos saben que no se puede salir d ela tierra / y que eso no es castigo / sino el perfume de un milagro inacabable".


PALABRAS URGENTES (2)
Novecientas palabras libres

Todo debe estar expuesto al aire de los días para que cada cosa sea recortada por la luz del sol. Por más dolorosas que sean ciertos hechos es necesario que se conozcan si con ellos se abren nuevas perspectivas a la realidad. Decir la verdad es revolucionario, había escrito Gramsci en las paredes de su celda y desde esas paredes la profunda verdad de esa frase sale al encuentro de nosotros. Pues es cierto que nada fructifica jamás sobre la mentira.

Hace unos años (1971) un grupo de jóvenes irrumpió de pronto en esta sala sacudidos por una auténtica indignación moral. Protestaban contra este lugar y contra los actos que aquí se desarrollaban, a espaldas de la realidad del país. De ese tiempo a esta `parte muy pocas cosas han cambiado en esta realidad. Por ello resulta patético que sea este mismo lugar, ahora, el escenario donde se celebra lo que sus actores denominan “una década de rebelión”.

¿Qué ha pasado para que la universidad peruana, la primera institución proveedora de la cultura oficial, institucionalice a partir de este momento lo que fue un movimiento revolucionario?

La inconsecuencia, la confusión, la inconsciencia han deformado lo que quiere seguir llamándose Hora Zero desde hace ya tres años. Deformación que alcanza a aquello que sus enemigos de ayer atribuyeron al movimiento original como objetivo: llegar a través de otras vías al establishment cultural.

Esta ceremonia confirma una involución de una forma de pensamiento libre y revolucionario. Confirma el usufructo para fines personales de un proceso colectivo que tenía como ideal supremo la objetivación en la historia de las aspiraciones más profundas del espíritu humano: el amor, la libertad, la Poesía.

Por ello, repito, esta ceremonia institucionaliza un simulacro de dicho proceso. Simulacro que despliega ahora su espectáculo más apócrifo. Celebran la “segunda fase” (1977-80) que irresponsablemente han convertido en antípoda del proyecto original.

El “Hora Zero” que celebran no es el movimiento de la revuelta total que encarnaron 60 jóvenes. No es el movimiento que desencadenó acciones en todas las regiones del país. No es el de la descentralización cultural. No es el movimiento de Jorge Nájar, José Cerna, Feliciano Mejía, Rubén Urbizagástegui, Elías Durand, Julio Polar, Julio Dávila, Bernardo Alvarez, Ricardo Oré, etc., etc.

No es el movimiento de Isaac Rupay que inmoló su noble juventud en nuestro proyecto.
No es el movimiento de las cuatro expresiones artísticas: poesía, narración, teatro, pintura.

No es el movimiento.

Frente a ello, como fundador de Hora Zero, como autor de todos sus manifiestos, como autor de su proyecto que asumo plenamente, reivindico el verdadero espíritu de este movimiento y lo separo de este celebración espuria que constituye su negación.

Reivindico sus objetivos de fundación cuyos puntos principales cito:

• La abolición de la literatura y el arte como institución burguesa a través de: a) la decodificación de su teoría y praxis y la exposición sistemática de sus mecanismos, los cuales -de manera sui géneris- prolongan el sentido administrado por la sociedad capitalista. B) la descentralización de la producción y la socialización de la cultura. C) la reformulación de las expresiones culturales populares proscritas por los criterios occidentales del arte. d) la fundación de un pensamiento estético autónomo que parta de las condiciones de nuestra realidad. E) el desencadenamiento de potencialidades creadoras, aperturando así posibilidades para que la experiencia estética sea una vivencia cotidiana de nuestro pueblo.
• La cualidad maravillosa del trabajo colectivo, que por ser hecho sin egoísmo, sin vergüenza y sin deseos de propiedad libere las energías más puras de la imaginación.
• El rechazo versátil pero siempre rotundo a los cantos de sirena –cualquiera sea su melodía- del establishment en el arte y en la vida.
• Los esfuerzos por la liberación de los tormentos que parece la conciencia en el interior de la Historia y de su propia condición.
• La voluntad de aventura, el placer de la exploración, los frescos y turbadores relámpagos del descubrimiento, el estudio sistemático, tenaz, fervoroso y arriesgado de los movimientos profundos de la vida interior.

Reivindico la producción de modelos de proyectos de vida alternativos para liberarnos de la pesadilla múltiple del colonialismo.

Reivindico la intransigente voluntad de propiciar micro sociedades revolucionarias al interior del orden capitalista.

Reivindico a los que se niegan y se negaron a compartir irresponsablemente el festín de la vida que el orden ofrece a unos pocos; a quienes se les ofrendó el primer acto del movimiento Hora Zero.

Reivindico el Hora Zero de los que fueron despedidos de sus centros de trabajo por la única razón de pertenecer al movimiento; a los que dejaron profesiones, títulos universitarios y abandonaron –apasionados por la libertad- los caminos que conducen a la comodidad que ofrecen todas las carreras, incluso las literarias.

Reivindico la tarea de edificar nuestra identidad. Lo que en otras palabras significa participar creativamente n la tarea de objetivar en la historia la alternativa revolucionaria que encarnan obreros y campesinos.

Reivindico a los que no quieren “subir”. Reivindico a los que quieren abrir caminos.

Nada de esto es lo que aquí se celebra.

Se celebra el “Hora Zero” –caja de resonancia de las carreras literarias de los paterfamilae, reblandecidos precozmente por la treintena y que ahora acuden para que desde la cátedra se viertan los baldes de agua helada sobre el ardor de sus veinte años traicionados.

JUAN RAMÍREZ RUIZ

(Distribuido en el Salón de Grados de la Casona de San Marcos el 28 de de agosto de 1980)

(En la primera foto, con el poeta Ricardo Quesada)






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