Ultima Danza
Ven a danzar aunque la hora
sea precisamente inapropiada.
Ven a danzar y que ardan las ventanas
de este dorado imperio.
Que ardan las alcobas, los salones,
los delicados muebles del palacio,
las damas, las doncellas y los pajes
de soñada belleza.
Nuestra pequeña iniquidad
fue más breve que un beso.
De nuestras manos cayó el tiempo
y este instante, o su música,
es toda nuestra música.
Toco una mano
Toco una mano y toco
todas las manos de la tierra.
Nada es distinto de este rostro
de esta voz instantánea
y la fuerza del corazón es también
un resplandor en el cielo.
El amor es idéntico
a sí mismo, yo soy
una multitud sobre la tierra.
Todo el amor es nuestro:
toco una mano y toco
toda la hermosura.
Espacio del corazón
Nunca tuve en el pecho tanto aire,
toco el extremo del mar y siento
mi corazón en un profundo sitio.
Mi corazón es igual
a todo lo que existe: a la montaña,
al árbol, a las aguas, al tiempo,
a los animales, las cosas y los hombres.
Miro mi camisa y es mi corazón,
y lo mismo sucede con mi casa,
con mi ciudad y con el cielo.
En mi corazón son iguales
mi amigo y mi enemigo.
Nunca tuve en el pecho tanto aire,
mi corazón no tiene límites y soy
un hombre entre los hombres.
Los pensamientos puros
Señor rentista, señor funcionario.
señor terrateniente,
señor cornel de artillería,
el hombre es inmortal:
vosotros sois mortales.
Es curioso cómo la podredumbre
se adelanta a veces al cadáver.
Soportad vuestro olor, mostradlo
si queréis, poquito a poco.
Pero no habléis.
Señores enseñad el trasero
pero no lloréis nunca;
cierta decencia es necesaria
aun entre las bestias.
Pensad en el cielo, también,
en las alas blancas
y en la música de las arpas
dulcemente tocadas
por vuestras dulces manos.
Pensad en vustros libros de lectura, en las viudas
tísicas y abandonadas que ayudaréis con una
trompeta de oro...
Pensad en vuestros billetes, en los veranos junto al mar; en la mucama rubia, en el amante moreno, en los pobres que besaréis en la otra vida, en las distancias terrestre, en los cielos de almíbar.
Pensad en todo,
vuestros días sobre la tierra no serán numerosos.
SIMPLE MEMORIA
Tú eres así: ausencia,
alta espuma de sombras,
costumbre dominada del árbol y la estrella.
Tu eres así: Todo lo tuyo olvido.
Olvido tu materia
de mar y enredaderas,
tu voz compacta y leve,
tu mirada invadida por sombras,
por ternuras, y tu cálido abrazo.
Todo lo tuyo olvido para que permanezcas
vacía en mi recuerdo.
Formas de tu ausencia, Lima 1956
SI TU AUSENCIA ESTA RODEADA
Si tu ausencia está rodeada
de papeles
frecuentada
por sonidos usuales
como verte, como verte
Cómo verte ya nunca
en un lugar o en otro,
erguida en tu figura
a pesar de las sombras,
de las palabras, de los sueños
que estuvieran cubriéndote.
Todo, todo te impide
destruir
estas formas del frío
y del silencio,
este peso inviolable
de metales y flores
nutrido por tu ausencia.
Y nada puede devolverte
al espacio concreto
donde tú sola
me importabas.
Formas de tu ausencia, Lima 1956
UN CABALLO EN LA CASA
Guardo un caballo en mi casa.
De día patea el suelo junto a la cocina.
De noche duerme al pie de mi cama.
Con su boñiga y sus relinchos
hace incómoda la vida en una casa pequeña.
¿Pero qué otra cosa puedo hacer mientras camino hacia la muerte en un mundo al borde del abismo?
¿Qué otra cosa sino guardar este caballo como pálida sombra de los prados abiertos bajo el aire libre?
En la ciudad muerta y anónima,
entre los muertos sin nombre,
yo camino como un muerto más.
Las gentes me miran o no me miran,
tropiezan conmigo y se disculpan
o maldicen y no saben que guardo un caballo en mi casa.
En la noche, acaricio sus crines y le doy un trozo de azúcar,
como en las películas.
Él me mira blandamente,
unas lágrimas parecen a punto de caer de sus ojos redondos.
Es el humo de la cocina o tal vez le desespera
vivir en un patio de veinte metros cuadrados
o dormir en una alcoba con piso de madera.
A veces pienso que debería dejarlo irse libremente en busca de su propia muerte.
¿Y los prados lejanos sin los cuales yo no podría vivir?
Guardo un caballo en mi casa
desesperadamente encadenado a mi sueño de libertad.
(De Historia de Artidoro)