14/9/10

Un narrador del mundo sensorial. Entrevista con Oswaldo Reynoso por Manuel Erausquin

Septiembre 12, 2010

EL RECONOCIDO ESCRITOR REEDITA LUZBEL, SU PRIMERA PUBLICACIÓN

Un narrador del mundo sensorial

12 de Setiembre del 2010


LIMA | Oswaldo Reynoso (Arequipa, 1931) es uno de los autores más vigentes de la narrativa peruana, su libro más emblemático, Los inocentes (1961), cuenta con innumerables reediciones. Aunque más conocido por su vena narrativa, el escritor inició su carrera desde la poesía al publicar en varias revistas lo que luego se convertiría en Luzbel (1955).

Casi sesenta años después en una oportuna coedición de Editorial San Marcos y Estruendomudo, podemos volver a disfrutar de esos versos.

Correo: Empecemos hablando los temas que son recurrentes en tu obra: la juventud, la afirmación de la identidad sexual y la relación con la ciudad.
Oswaldo Reynoso: Considero que la juventud es una etapa crucial, en ella se produce una serie de cambios físicos y síquicos. Es el momento en el que se tiene que escoger una carrera, una novia y no se está preparado para ello. Hay una serie de convulsiones y tormentas interiores, que lo ponen casi al borde del abismo, eso sucede con todos los jóvenes. Por eso en mis primeros textos aparece esa compulsión. Pero luego hay otra etapa, la de la adultez, en la que hay una especie de ajuste de cuentas y esta etapa también te pone al borde del abismo. Precisamente en mis primeras novelas aparece esta confusión de la juventud, pero en textos como En busca de Aladino o Los eunucos inmortales ya aparece el problema de la cercanía a la muerte.

Es una epoca más gris, quizá por eso los cuentos y novelas en los que aparecen estos personajes son más oscuros, como los cuentos de Ribeyro.

C: Sin embargo, la juventud sigue apareciendo en tus textos, tal vez no con la misma intensidad, pero transformada en melancolía.
OR: Claro, no hay que olvidar que el Fausto de Goethe hace un pacto con el Diablo porque quiere volver a ser joven.

C: Y en relación con la vida en la ciudad, ¿cuáles son las cosas que te impresionaron para hacer algo tan presente?

OR: Yo nací en Arequipa, en la década del treinta. En mi juventud la imagen que teníamos de Lima era borrosa. Casi nadie viajaba a Lima y era muy difícil. Yo llegué a la capital en la década del cincuenta, el viaje era muy duro y las carreteras muy malas.

Recuerdo entrar por la avenida Iquitos y sorprenderme ver calles tan anchas y mucha gente. Era un panorama que no había imaginado. Fue el descubrimiento de una ciudad.

Quizá por eso en la literatura los que han llevado con mayor fuerza esa impresión de Lima han sido los provincianos, como Zavaleta que venía de Áncash.

C: Lo primero que publicaste fue Luzbel, un poemario.
¿Por qué luego ese viraje tan fuerte hacia la narrativa? OR: En realidad no fue un viraje.

En Arequipa yo comencé escribiendo tanto poesía como narrativa.

Pero curiosamente, yo mostraba mi poesía y ocultaba mis narraciones. Por razones estrictamente personales, me parecía que mi yo profundo, mi convulsión estaba en la narrativa y yo quería ocultarla. En cambio la poesía me permitía expresar esa convulsión en imágenes.

En esa época formamos Avemur, un grupo de poetas con Efraín Miranda Luján y Aníbal Portocarrero. Lo curioso es que Miranda estaba influenciado por Rilke, mientras que Portocarrero se acercaba a Neruda y Vallejo, yo me acercaba más a los llamados poetas malditos.

C: Hay una primera etapa en tu obra, previa a tu viaje a China, que va desde Luzbel en los cincuenta, hasta El escarabajo y el hombre en los setenta. Que ya tiene que ver más directamente con Lima.
OR: Yo empecé publicando poemas en varias revistas de Lima, que luego reuní en Luzbel. Después comencé a escribir Los inocentes.

Alguna vez alguien me dijo que yo había dejado la poesía porque era muy difícil para mí y que había escogido el camino más fácil. Eso me pareció una gran mentira. No hay un género literario más fácil o difícil que otro. Eso es una patraña.

Además, si uno lee con atención encontrará la poesía en mi prosa. La poesía no es solamente escribir versos, poesía es imagen, cadencia y entonación.

C: Luego viajas a China para ser profesor y corrector de estilo, de esa experiencia surgen dos libros: En busca de Aladino y Los eunucos inmortales.
OR: Cuando yo partí de viaje, mis amigos dijeron que tenía la oportunidad de escribir sobre China. Pero yo dije que no era un escritor de encargo, sino que respondo a pulsaciones internas.

No sé si sentiré esas pulsaciones allá. A mi llegada mis compañeros chinos me dijeron lo mismo y respondí de nuevo: "Yo escribo lo que siento". Me pasé doce años en China sin escribir. Al regresar al Perú, mis amigos preguntaron qué libro había traído y respondí que ninguno, a lo que ellos respondieron diciendo que era un ocioso (risas).

Tiempo después un amigo me invitó a un banquete al estilo de Pekín. Al llegar a casa y después de dormir hasta la una de la mañana, me levanté como un sonámbulo y empecé a escribir Los eunucos inmortales.

C: Tú además de escribir te has dedicado a la docencia y te has mantenido siempre cerca de los escritores que empiezan.
OR: Desde muy joven descubrí que tenía dos vocaciones, la docencia y la escritura. Estas dos vocaciones se han relacionado de forma paralela, ninguna ha malogrado a la otra. Al contrario, se han ido alimentando mutuamente.

manuel eráusquin

merausquin@epensa.com.pe

http://www.correoperu.pe/correo/nota.php?txtEdi_id=4&txtSecci_parent=0&txtSecci_id=82&txtNota_id=432794


TÍTULO: Luzbel

AUTOR: Oswaldo Reynoso

EDITORIAL: San Marcos y Estruendomudo

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