NOSTALGIA DE UN MÚSICOa: Marco Gallegos
eterno peregrino
que lleva consigo
una lámpara azul.
Casi siempre el amor es efímero. Así solía decir su madre cada vez que retornaba del olvido, mientras él curaba sus manos que yacían manchadas de un siglo ya desvanecido.
No sabía si tratarlo con su voz anglosajona o con toda la extensión que merece un gentilhombre. Sólo susurraba por las noches y más de una vez se quitó los ojos inefables para morder, a hurtadillas, las entrañas de la muerte.
Hijo, la parca te visitará cualquier día del verano. Así le decía su madre, una y otra vez, con su lengua desorbitada.
Inexplicable y agriculce la tarde extendía sus ropas en la entrada de los burdeles donde, puntual, las niñas aún suelen escribir dogmas de amor.
La música, únicamente la música, le daba su olor inusitado y con ella visitaba los veintiocho vértices del hastío.
Detrás de una partitura aprendió a ocultar su volátil arma de fuego o el dolor de bestia enjaulada que llevaba dentro.
Diariamente lo visitan los ruidos más espesos bajo una lluvia desobediente. La yerba crece como un apátrida infame.
TESTAMENTO PARA UN SUEÑO VACÍOPara ti [Tulipán]
último silencio
que mis labios
han de besar.
Quise, solamente,
Abrigarte con mi silencio
Y contarte que ayer
Las estrellas durmieron
Más de la cuenta.
Ahora tengo miedo a tu miedo.
Miedo a las verdes palomas
Que anidan más allá de las
/nubes
Frescamente dobladas.
Miedo a que ya no sueñes
Con mis sueños
Y a que tu soledad pierda
Su sentido de orientación.
Miedo a la herida
Que te la hice con mi beso.
Miedo al espejo
En el que ayer, por la tarde,
Pudiste mirar la belleza
De tus confidenciales ojeras.
Miedo a tu nombre que,
vertiginoso, sale por mi boca,
Mientras duermes meditando
En que pronto las orquídeas
Morirán de pena y de esmog
Y de poca fe y de insomnio
Y de un exacto adiós.
Quiero ser yo mismo
Sin tocar el aire que te toca.
Amarte sin retórica
Como los recién nacidos,
Tocar la envoltura
De tu pensamiento coagulado.
Vaya que sí soy un pobre
/caballo
No sirviéndome para nada
Los cuchillos del vacío.
En síntesis, quise compartir
Mi amnesia a la llegada del
/sol,
Mi olvido a la llegada del
/tiempo,
Mi impotencia a la llegada del
/cielo,
Mi muerte a la llegada del
/sueño.
Te he manchado con una cierta,
Dulcísima, tristeza. Eso es cursi.
Por el contrario me diste de
/comer
Una infinitud hueca, llovida
/hasta
La lujuria. Eso sí es
/demencial.
Me has dejado parado y sin mi
/sombra,
Te vas húmeda de nieve por el
Camino inacabado del todavía.
Me dejas, estrictamente,
/jugando
Con la asfixia en el alma. Ya
/no
Poblaremos en ninguna
/madrugada
Ni calmaremos nuestra sed
En la sed de la fascinación.
Yo no sé si el sol pueda
/encontrar
Otro cielo más azul, pero yo
/no podré
Darte mi sintaxis al rojo
/vivo. ¿Vivo?
Siento que estoy ciego y he
/dejado
De percibir el modelo de mi
/vejez.
Toda mi piel huele a piedras
/frágiles,
A pétalos prohibidos y al
/traje de nadie.
Quise, solamente, crear
/un novísimo
Alfabeto para tu lengua que
/repite
Las palabras descalzas. Y,
/ahora,
En este instante, quisiera
/llorar todo un siglo
En el último rincón del
/cementerio
O en esta mañana despoblada
/de minutos.
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