9/7/08

Cesáreo Martínez

Entrada

Si una luz se enciende para abolir las tinieblas
entre los hombres y no se extingue através de los siglos
y el tiempo se refleja nítidamente en ella, y si permanece
a pesar de toda tragedia o comedia, socorriendo los actos
atinados y desatinados, y los hombres aprenden
a convivir bajo su dominio, convertidos en animales sanos,
amables y productivos,es que irrumpió en el frío firmamaneto
un Sol de Ciegos.


G

Codicia la Rosa

Codicia la rosa entre brasas
Raudos relámpagos parpadean ante sus ojos
Cruzan delirantes y no lo permiten
acallar el grito
Él percibe la rosa desde los abismos
La rosa que florece y el Sol que fenece
El Sol que florece y la rosa que fosforece
Luces, todas vegetalmente asombrosas
Fulgor ingenio, insurgente y el ojo acechando,
codicioso
Ojo furioso que fustiga y fatiga, impaciente
Ojo dichoso que amanece ante la faz de la rosa
No ha surgido la rosa que codicia
Sino ésta, la inocente, la común, la urgente.

De: Sol de ciegos
(Libro póstumo)
U.N.E._Lima-2008



Sol de ciegos quiere ser entonces el radar con que
atravesamos las tinieblas, orientándonos en el sentido
pleno de la vida.Pero no de una vida reflexiva, sino
instintiva, propia de los animales, con lo que Cesáreo
Martínez ya se instala en un discurso que elimina
todo conducto racional para dejar entrada a la
sensoralidad, una sensorialidad nacida de una nueva
contradicción: la pérdida del más dominante de
nuestros sentidos (la vista) nos plantea la mayor de
las exigencias.
Tulio Mora