6/4/10

nuevo libro: José Pancorvo


Amanecidas violentas de mundos de
José Pancorvo y el prestigio de lo místico
en la poesía peruana

Por: David Antonio Abanto Aragón

porque un verdadero poema es

un peligro

mortal

José Pancorvo, Amanecida Violenta Decidida


La hazaña creadora de José Pancorvo (Lima, 1952) que nos presenta Amanecidas violentas de mundos (Sol Negro editores, 2009) se sostiene en un eje que atraviesa toda la obra poética publicada del poeta. Este eje se asienta, como ya lo ha señalado Ricardo González Vigil, en la magistral síntesis que logra entre lo antiguo (poemas épicos y fabulaciones mitológicas de la Antigüedad, el Renacimiento italiano y el Siglo de Oro español) y lo moderno (legado romántico-simbolista-expresionista-surrealista), que le permite poseer un aliento heroico y mítico; sostenido y arquitectónico a lo largo de su obra edita.

Integrado por cuatro partes, Amanecidas violentas de mundos desarrolla, en primer lugar, un viaje de carácter místico en aras de una «vita nouva» (cual nuevo Dante), pero inmerso en «el mundanal ruido» del Inferno que nos ofrece la nueva centuria. En segundo término, esa travesía puede ser vista como una búsqueda moral bajo la necesidad de construir un horizonte ético.

Debemos considerar como en cada una de esta cuatro partes, en cada poema y entre los poemas estalla con «violencia» el tono profético, teñido de milenarismo, Apocalipsis y vuelta del Mesías, y se establece una tensión en la que, como ha señalado Salomón Valderrama, se percibe: «El espacio creativo, posible enfrentado a la realidad. Lo real formado versus lo irreal en deformación».

Cuatro secciones que se erigen como espacios y portavoces de la memoria de la experiencia humana con una capacidad de reinterpretarla desde una compleja óptica que reconstruye los orígenes de la travesía poética del mismo Pancorvo.


La voz poética en Amanecidas violentas de mundos

La voz poética de las composiciones de Amanecidas violentas de mundos es la del ser humano sobreviviente, pero también la de aquel hombre arrojado a la intemperie que en medio de un caos casi absoluto, inmerso en la penuria espiritual de nuestra época y con una sensación de desamparo tiende a la luz, a la afirmación vital.

solamente

de

madrugada

de Armas

solamente

de

tambaleo

me despierto levanto

como un mantarraya amarillo en la ola

por la Fuente me tambaleo

me tambaleo solamente

solamente en la Plaza de Armas

en la Plaza de Armas en la madrugada

de plata azulada me tambaleo

latitudinal en el agua salada

solamente

me tambaleo

solamente subiendo subiendo

despertando en tu luz

(Plaza de armas 360° En Tu Luz Perfectísima)

Un factor importante es que Amanecidas violentas de mundos adopta la «visión de los vencidos», ensalzando a los insignificantes y oponiéndose a lo que hace insignificantes a las personas. Esto va más allá de un determinismo económico. En nuestra sociedad, una persona es insignificante si no tiene dinero, pero también lo es por el color de la piel, por hablar mal la lengua dominante, por ser mujer, por ser homosexual, por ser discapacitado. Son los dos lados de una misma medalla.

Se hermana así con los cronistas Las Casas; Guaman Poma y el Inca Garcilaso, y con La Araucana de Ercilla que enaltecieron a las figuras que ofrecieron resistencia ante la dominación. Y la voz poética de Amanecidas violentas de mundos lo hace en este mundo al revés (quizá la razón de la disposición tipográfica del título del libro en la cubierta y sobrecubierta del libro) cuando la «globalización» parece atentar contra la diversidad cultural). Pancorvo conjuga la afirmación de lo regional con la apertura a la cultura universal, siempre esperanzada en el porvenir de un pueblo nacido de la fusión, del mestizaje. Solo acotemos que es necesario distinguir entre la globalización como hecho histórico, resultado de muchos factores que han proporcionado una facilidad de información y de comunicación desconocidas hasta hace poco, del modo como es implementada hoy, en la cumbre de su poder mundano, descuidando y olvidando su vinculación con el mundo de la auténtica y sacra sabiduría.

mi hemisferio dorado inca

mi hemisferio izquierdo rey

mi tálamo emperador

sin noticias ni lugares ni rutinas

trepana el cosmos muyuntin

el eco de mi corazón heroico

y el continuismo sublime

no pienso, no deseo,

no dudo, no recreo

no ambiciono

y más que las plantas del paraíso

es el ensueño divino en el corazón y la Plaza

y en el arte del no espacio sin escalas

mi residencia-templo:

ondulo hasta cuando no existía

y adoro en el Corpus Christi:

nada de bienes menores

la afinación de mi exorcismo se sublima

(Extâse Imperiale)


Nótese que en su, por momentos, abrumadora travesía el yo poético intensifica su exploración reforzando con varios experimentos “visuales” (no solo en el poema anterior, Extâse Imperiale, cuya disposición tipográfica, nos podría sugerir la imagen del cáliz asociado a la liturgia y la comunión de los hombres, en este caso es sirve para exaltar la consagración del poeta; sino también ya en Aún No Abras, Canción Sin Las Sombras y Este Es Mi Ejército, etc).

La excelencia de la búsqueda poética de José Pancorvo en Amanecidas violentas de mundos (como, en general, de la obra de Pancorvo desde Profeta el cielo, 1989 hasta Pachak Paqari. Épicas del trono del Sol, 2003) se nutre de una feliz fusión entre las raíces indígenas peruanas y el legado cultural europeo, manifiesto ahora en el tema de la Sabiduría.

Recientemente, al comentar el nuevo poemario de ese otro gran artífice de la palabra que es Enrique Verástegui, Teoría de los cambios (Sol Negro Editores y Cascahuesos, 2009), Pancorvo equiparaba la imagen del poeta con la del «sabio que, como el caballero grada a grada, a través de varias ciencias, mismo Dante, asciende a la Sabiduría, la cual se representa alegóricamente como una dama enorme a la cual hay que subir por una escalera […] Para obsequiarle la rosa de un corpus poeticum».

Es a esta Sabiduría a la que hace referencia el yo poético de Amanecidas violentas de mundos, la que se asocia con una unidad en fuego (una fusión mística) que toma el pulso a la «escena contemporánea» en raptos de éxtasis místicos en los que la sintaxis pareciera zozobrar al diluirse la conciencia del poeta, arrebatado por las «amanecidas violentas», signos de la Eternidad, en el mundo.

Si ya en su primer poemario el Cielo es el profeta, ahora las “amanecidas violentas” son las manifestaciones cuyas señales hay que saber atender y dejar que nos utilicen como armas (en el sentido de instrumentos y herramientas) para la expresión de su sacro mensaje.

te vas a un mundo donde ya te espero

porque ya en todo el mundo estoy despierto

imposible escaparte ni a sueños

y así ya no hay ningún secreto

llegas a mundos donde ya te siento

porque todos los mundos son espejos

que te veo

te beso y te despierto

(Canción Desde Cualquier Mundo)

Pancorvo no se lanza por la ruta metafísica o trascendentalista; incluso pareciera temer al juego metafórico de devaneos fantasiosos, porque quiere deleitarse («estándose bien bien calmado») con la percepción de lo concreto y lo cotidiano con los pies bien puestos en la tierra para brindarnos a lo largo de todo el poemario, como ha escrito Miguel Ildefonso, «sus últimas visiones de un Paraíso que está aquí, en un eterno-ahora».

Esto le permite intensificar ese proceso que José Cabrera Alva identificó ya en Profeta el cielo y que consiste en «el develarse, el des-ocultarse del ser de lo íntimo que es en nosotros lo divino, evidenciado cuando se ha escalado difícilmente el camino virtuoso, y cuando uno se ha hecho vidente de la profundidad del Verbo» y, añadimos, donde todo, absolutamente todo, adquiere simbolismo, una iluminación constante, pero nunca plasmada por completo.

Y como sucede con los grandes creadores, manifiesta un rasgo que el mismo Pancorvo identifica en la propia exploración poética de Verástegui en los siguientes términos: «En su búsqueda de universalidad —y, como se sabe, katholikos en griego significa universal—, destaca su mención de la gnosis. La gnosis que demuestra que lo infinito/ está en lo finito/ donde está, realmente, el universo».

¿cómo que sacrificio?

ya no puedo hacer ninguno

porque todo es paraíso

estándose bien bien calmado

se está como bien bienamado

hacer el sacrificio es lo primero

mejor bien completo y definitivo:

vendí el mundo al botellero


esto es estar bien bien calmado

y andarse como bien bienamado

[…]

(Canción en Caída Libre)

Como en todo gran artífice lo valioso de la exploración poética de Pancorvo está en el modo como «recoge» el legado de la «tempestad» de estirpe vallejiana y martinadanesca, y labra un mundo creador que le pertenece, uno de los más admirables de la poesía peruana actual, desde sus propias vivencias y sus propias soluciones expresivas (exploración sintáctica y léxica, imágenes intransferibles), con una escritura concentrada, de versos escuetos y gran limpidez formal, de imágenes unidas por un hilo interno, nada declarativo, pero tampoco totalmente hermético.

[…]

nuestros los miles de universos

todo en diamante puro y ya no hay nada

pobre que ver: todo más que luz

y nada oscuro en lo que miro:

puro deslumbre sin intersticios:

no llevo ni seis lucas pero tengo

todos los mundos en el bolsillo

y un sencillo

(Canción Del Matrimonio Por Amor)

como nuestra música no hay otro insomnio

ni nos celeste cuerpo tan inunda el nuestro:

lo que me dices con mi propia lengua

mientras volamos en la madrugada

porque así hablábamos la hora única

lo que te digo por tu propia lengua

cuando te habito y hablo por tu sol

y por tus manos que queman el mundo

(Identificación En Uno De Los Cielos)


Si el lenguaje del poema queda integrado a lo acostumbrado no ofrece como resultado ningún desafío, no implica ningún esfuerzo; y si se entrega totalmente a lo no compartido, cae en el peligro opuesto de no ser entendido, de ser un lenguaje-individual (propio del poeta, pero sin receptor posible). Y el poeta sabe que la poesía es un lenguaje innovador con valor universal para todos. La poesía de Pancorvo barre con las pueriles antinomias que quieren separar la poesía de la vida como si precisamente en ella no estuvieran contenidas y resueltas de antemano todas las reivindicaciones humanas, desde las más elementales hasta las más elaboradas y complejas. Magnífica lección del creador.


La vida es siempre más que la muerte:

Este conjunto de poemas de Pancorvo brinda al lector momentos cargados de intensos develamientos poéticos sobre las fronteras de la experiencia cotidiana y el valor de la vida. Es un libro de revelaciones y satisfacciones tanto para la audiencia fervorosa como para la profana. Un mensaje del ser humano, para toda la humanidad en este mundo. Una humanidad sacralizada en su búsqueda terrena con una nueva visión del hombre que toma distancia de la herencia platónica que divide al ser humano en cuerpo (soma) y alma (psique). Dicotomía tan influyente en cierta prédica cristiana (a pesar de no tener fundamento bíblico) y a la que el lenguaje poético de Pancorvo renuncia para mostrar como una constante su búsqueda (no solo poética sino ética) en la carencia, en la imperfección en lo que es menos, porque conlleva el desprendimiento, perder la individualidad egoísta para entregarse al amor-donación, al futuro-comunión.

Una entrega que no busca el martirio; hacerlo no es cristiano, sería querer que haya verdugos, y no podemos desear que haya asesinos. El sufrimiento y el martirio no se buscan, se encuentran.

Amanecidas violentas de mundos es una prueba categórica del prestigio que ostentan lo religioso, lo místico, lo apocalíptico y lo esotérico en la poesía peruana de la segunda mitad del “desacralizado” siglo XX y lo que va del siglo XXI: los himnos quechuas de José María Arguedas y diversos textos de Martín Adán, Gamaliel Churata, Mario Florian, Carlos Germán Belli, Pedro Cateriano, Leopoldo Chirriarse, Luis Hernández, Juan Ojeda, Antonio Cisneros, Walter Curonisy, Enrique Verástegui, Róger Santiváñez, Miguel Ildefonso, Salomón Valderrama, Denisse Vega Farfán, entre otros.

Amanecidas violentas de mundos es un texto lírico (celebratorio, hímnico) que acoge el legado genético de la especie humana y toda la Naturaleza cósmicamente contemplada.

Amanecidas violentas de mundos cierra una magistral exploración lírica en la que el poeta comulga plenamente con la especie humana y el universo revelando a modo de un ADN poético un código genético en el que la vida es siempre más que la muerte.

Independencia, diciembre de 2009