31/8/09

Poemas de: Sebastián H. Slobodjanac


GUÍA PRÁCTICA DEL ENCIERRO


YO MISMO

Ausente como jamás
(los cipreses arrullan
vientos lejanos y son suaves brisas que adormecen).

Ausente como antes,
como cuando en invierno
caminaba solo aquellas calles
(Puerto Madryn resbala su gota
en mis mejillas
y es una ausencia puta y rota).

Clarto, no me iré más lejos
que de mi mismo
y el claroscuro del atardecer
será mi manto
(hay tantos como yo deambulando ramblas
y son golondrinas púrpuras escarlata).

Y si te cuento que alguna vez tuve ambrosías
o de esta falta de aliento;
te diría que hay miles de historias
en esta única ausencia
anterior a mi partida.


DESOLACIÓN DEL ENCIERRO

Sí, el encierro
espanta a la memoria,
aquella nque nada cree,
aquella que todo se cuestiona
(hoy me acuerdo de aquello que jamás viví).

El naranjo revienta de frutos
allá afuera
y no hay quien los coma,
sin embargo su precio es inalcanzable
(la llovizna repite en mis sienes:
¡¡¡PAN-PAN!!!, hambre desolada).

Sí, el encierro espanta
y aunque en mi sed de ermitaño jamás hay compañía
me conformaría con un sorbo de agua
de labios imperfectos
(ya muero aquí:
la ausencia, la atribulada,
muerde su último bocado
y no queda nada).


CELESTIAL UMBRÍO

...Es que me espera
el cuerpo celestial de lo umbrío,
la parca con su hoz
y su plácida guadaña al filo,
el sueño de Sócrates si cicuta.

Descartes me viene a la memoria
con su duda metódica
y yo salto por encima de la evidencia
para llegar a los demás
(la filosofía cuenta cuentos,
miles de axiomas indemosstrables).

Por ahora nada afirmo
porque al instante estaré equivocado;
como todos, como0 muchos
que se enrostran evidencias irrefutables.

Yo sólo digo y sospecho
que hay algo que todo une
y que a la muerte de cada uno
ese todo desperdiga a todas partes.


PRODIGACIÓN DEL HAMBRE

Ya sé, ya sé;
para todo lo humano hay un precio
(el ciruja conserva
su magnífica colección de inutilidades).

Y en esta comezón
que me inflama el estómago,
en esta prodigación del hambre,
se desprende cada vez
menos aire de los pulmones,
se me parte el entrecejo
(la gaviotas urgan cada centímetro cúbico de agua
para su sustento).

Y yo aquí, al borde de todo,
con una tenue pulsación
de sobreviviente,
con un mendrugo en mis labios,
pan duro de antes de ayer,
sigo persiguiendo el alimento.


Sebastián H. Slobodjanac


Nombre y Apellido : Sebastián H. Slobodjanac
F. de Nacimiento : 15/08/1962
Domicilio: Libertad 104(Sur) Depto. ¨D¨- 5400- Rivadavia-S. Juan.
Tel : 54-264- 154626034
Email: sloboseba@yahoo.com.ar / slobo@unsj.edu.ar

ACTIVIDAD CULTURAL REALIZADA

Encuentros de Escritores Patagónicos; recitales, exposiciones, edición de plaquetas, poesías ilustradas.


Libros Publicados Como Escritor :

1-SIENTO POR CIERTO (Poesía- 1993-Edic. del Autor). - 2-INSTANTES (Poesía1994-E.F.U.N.S.J.)
3-RESUMEN COTIDIANO ( Poesía-Prosa Poét.-2001-Carpe Diem Editora ) 4-BUSCANDO INTELIGENCIAS (Aforismo-Haiku-2003-Carpe Diem Editora)5-AMOR UNIVERSAL (Poesía- Aforismo-2004- Carpe Diem Editora).6-VIDA Y OBRA DE SET NATSNI ( Novela- Dic. 2007- Carpe Diem Editora).
ANTOLOGÍAS: 1-HABITANTES DE LA POESÍA (Poesía-1993-El Francotirador Ediciones-Bs As). 2-ESCRITORES DE SAN JUAN (Poesía-Prosa-2002-Edics.Desde la Gente- Bco. Credicoop. B.A.)
CUADERNO: 1-POSICIÓN DETERMINADA (Poesía- 1995- Edic. VIENTO IDIOTA)

Verástegui visionario



Por: Ricardo González Vigil

Siempre deslumbrante, con la magia de la poesía fluyendo en sus palabras y en sus razonamientos (que incluyen fórmulas matemáticas) teñidos de imaginación y de explosión sanguínea, fusionando cerebro-corazón-lenguaje, Enrique Verástegui nos obsequia un nuevo poemario: “Teoría de los cambios”.

El autor atribuye el texto a un matemático chino del siglo XIII. Recordemos que su anterior poemario llevaba un título matemático y mencionaba a otro sabio de ese país: “Teorema de Yu” (2004). En consonancia con ello, “Teoría de los cambios” guarda una estrecha conexión con un clásico chino, al que Confucio profesaba tal devoción que manifestó su deseo de vivir más años para dedicarlos únicamente a su meditación: el “I Ching” o “Libro de mutaciones”, compuesto por hexagramas de líneas a las que se asemejan las de la carátula del poemario que comentamos. Sabemos que hace décadas Verástegui acuñó el título “Teoría de los cambios” para el formidable poemario finalmente denominado “Angelus Novus”; ahora, encuentra su lugar adecuado en un texto atribuido a un sabio chino.

La otra conexión mayor es con el “Tao Te Ching”, el libro central de la mística taoísta, a la cual alude expresamente Verástegui en varios poemas, reelaborando la capacidad taoísta para unir los contrarios y tornar absurdo todo afán de fijar nociones rígidas. Resulta crucial aquí (como ocurre en el diálogo entre Oriente y Occidente en los poemas de Pound y Octavio Paz) la valoración occidental del cuerpo, del componente físico (es decir, sometido a los cambios, según Aristóteles): “La mente está en la sangre —todo el cuerpo— y no solo en el cerebro [] El cuerpo es cosmos desatado. / Corazón y luna se equivalen tanto como cerebro y sol / mientras gramática y matemática rotan en la sangre” (pág. 13).

El aporte de Verástegui a la poesía en lengua española merece mayor reconocimiento que el que está recibiendo, ausente en pretenciosas antologías editadas en España en esta década (figuraba, en cambio, en las antologías de los años 80 y 90, aparecidas en México y diversos países). Numerosos poemas excelentes de “En los extramuros del mundo” (1971), “Angelus Novus” (2 tomos, 1989-1990) y sus otros libros lo ungen como una de las voces capitales surgidas en los años 70, acaso el más dotado y complejo en niveles discursivos y recursos expresivos.

Ninguneado, Verástegui nos interpela: “Florecí más que nadie / pero perfidia cayó sobre mí, / doblándome como una flor, / herrumbrándome, y fui silenciado. / Maitreya pasó desapercibido como una sombra por la vida, / ¿no dan ganas de llorar?” (pág. 33). Pero el tiempo es el mejor crítico literario; hará justicia a su inmenso talento poético.

ILUMINACIONES
En griego, “teoría” significa “visión”. Fiel a su matriz poético-científico-filosófico-profética, esta teoría de los cambios despliega una visión fundamentalmente poética, pero también matemática, epistemológica y mística. De un lado, una óptica mayor de la poesía moderna occidental: el poeta vidente de Blake, Hölderlin y Rimbaud. De otro lado, una comunión con la cultura china: Verástegui como traductor de un matemático del siglo XIII.

© Empresa Editora El Comercio. Jr. Miró Quesada #300 Lima

Saramago y su visión de Caín



El premio Nobel portugués lanzará su nueva novela caín en octubre. Asume la defensa del asesino bíblico, señalando el origen de la culpa en el desprecio que sufrió de Dios.

Madrid. Lola Cintado.

El escritor portugués José Saramago vuelve a ocuparse de la religión en Caín, su nueva novela, a publicarse en octubre, en la que redime a su protagonista del asesinato de Abel y señala a Dios “como el autor intelectual al despreciar el sacrificio que Caín le había ofrecido”.

Desde su casa de la isla española de Lanzarote, donde pasa el verano y ya prepara las maletas para volver a Lisboa, Saramago explicó que lo que nos ha querido decir con Caín es que “Dios no es de fiar. ¿Qué diablos de Dios es éste que, para enaltecer a Abel, desprecia a Caín?”.

Casi veinte años después de su discutido El evangelio según Jesucristo, que fue vetado por el gobierno portugués para competir por el Premio Europeo de Literatura, el Nobel luso hace un irreverente, irónico y mordaz recorrido por diversos pasajes de la Biblia pero no teme que vuelvan a crucificarlo. “Algunos tal vez lo harán, pero el espectáculo será menos interesante. El Dios de los cristianos no es ese Jehová. Es más, los católicos no leen el Antiguo Testamento. Si los judíos reaccionan no me sorprenderé. Ya estoy habituado”.

No obstante, añade: “Pero me resulta difícil comprender cómo el pueblo judío ha hecho del Antiguo Testamento su libro sagrado. Eso es un chorro de absurdos que un hombre solo sería incapaz de inventar. Fueron necesarias generaciones y generaciones para producir ese engendro”.

El escritor empezó a pensar en Caín hace muchos años, pero se puso a escribirlo en diciembre de 2008 y lo terminó en menos de cuatro meses. “Estaba en una especie de trance. Nunca me había sucedido, por lo menos con esta intensidad, con esta fuerza”, rememora Saramago, que una vez escribió que “somos cuentos de cuentos contando cuentos, nada” y así sigue viéndose, escribe más y más rápido que nunca (tres libros en un año), quizás como la mejor manera de seguir vivo. “Es verdad. Tal vez la analogía perfecta sea la de la vela que lanza una llama más alta en el momento en que va a apagarse. De todos modos, no se preocupen, no pienso apagarme tan pronto”, sentencia.

En su blog (blog.josesaramago.org) aparecen un “trailer” del nuevo libro y una nota de la presidenta de la Fundación Saramago, Pilar del Río, en la que anuncia a los lectores que Caín no los dejará indiferentes.

El evangelio según Saramago

1] “Tengo asumido que Dios no existe, por tanto no tuve que llamarlo en la gravísima situación en que me encontraba. Y si lo llamara, si de pronto él apareciera, ¿qué tendría que decirle o pedirle, que me prolongase la vida?”, se pregunta Saramago al recordársele su cercanía a la muerte por una enfermedad que lo aquejara hace un año.

2] El reconocido escritor no considera esta nueva novela su particular y definitivo ajuste de cuentas con Dios : ”Las cuentas con Dios no son definitivas, pero sí con los hombres que lo inventaron”. Además declaró que considera que “Dios, el demonio, el bien, el mal, todo eso está en nuestra cabeza, no en el cielo o en el infierno, que también inventamos. No nos damos cuenta de que, habiendo inventado a Dios, inmediatamente nos esclavizamos a él”.

(Edición impresa La República)

30/8/09

PRESENTACIÓN DE VIDEO---EL CAPULI DE JULIO HUMALA



EN SANTIAGO DE CHUCO
TIERRA DE VALLEJO

Panel:

Omar Aramayo
Rodrigo Montoya
Emilio Morillo

jueves 3 de setiempre

Auditorio de la derrama Magisterial
Av. Gregorio Escobedo 598

Hora 7pm

INGRESO LIBRE

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PRESENTACIÓN DE POEMARIO

"El Tiempo en los brazos de la niebla "
de Norma Escobedo

Comentarios de:

José Pancorvo
Víctor Bradio.

Participación Artística: Pedro Salazar

viernes 4 de setiembre a las 7pm.

Casa Museo José Carlos Mariátegui

sito: Jr.Washinton 1946 Lima.


29/8/09

¿LEYENDAS CON NOMBRE PROPIO?


Hace varios años, un sujeto (ya fallecido, por lo cual no digo su nombre) se empeñaba en hacerla de poeta; en ese afán, llegó a publicar como suyos unos versos de Borges, y cuando alguien le increpó la osadía, él se justificó con la siguiente explicación que también atribuyó a Borges: ‘Los poemas publicados ya no pertenecen a su autor sino a la humanidad’.

Don Ricardo Palma usó la “tradición” para sus creaciones narrativas, y sus temas tenían de leyenda, de historia, de anécdota y de invención propia; pero nunca dijo estar publicando leyendas, porque éstas –por definición– son de dominio público, pertenecen al bagaje cultural del pueblo, por eso tienen el atributo de lo anónimo, y de lo ecuménico.

Los casos de José María Arguedas, con “Mitos, leyendas y cuentos del Perú”, y de Miguel Ángel Asturias, con “Leyendas de Guatemala”, respectivamente, vendrían a ser excepciones que confirman la regla, pues los mismos títulos con la preposición “de”, que implica procedencia, posesión y hasta pertenencia, ofrecen al lector la idea de que los autores las han recogido de la memoria popular.

Para “robar” en literatura no sólo hay que tener cuidado sino que, además, hay que practicar también el homicidio. Porque, dice el adagio: “El robo en literatura está permitido siempre que vaya acompañado de asesinato”. Un escritor grande puede “robar” y “matar” a un escritor pequeño; pero un escritor pigmeo no puede pretender saquear a uno grande sus viñedos. Y menos si ese grande es el “autor de autores”: el pueblo. Al delito del saqueo estará sumando la vergüenza del ridículo.

Un autor cualquiera que firma un libro con el título de “leyendas”, está dando –como diría Vallejo– “un traspié entre dos estrellas”, pues si los temas son suyos, sin tomarlos del acervo popular, lo que está haciendo es incurrir en soberbia porque, siendo la especie narrativa “leyenda” privativa de la creación popular, es como si dijera: “Mi trabajo tiene el espaldarazo del pueblo”. Y puede ser que se trate de textos que ni siquiera han traspasado el primer umbral de lo literario, es decir, que estén bien escritos. De ser así, mejor que titule sus textos como “relatos”, mas no como “leyendas”.
Y en el caso de que los temas pertenezcan al dominio público, a la tradición, al folclor, estará cometiendo “usurpación de autoría”, porque si las leyendas pertenecen a la creación popular, no pueden ser presentadas como propias de un autor en particular, cuando ha debido especificar que figura como compilador o antólogo, mas no como autor.

Lo descarado de estos robos está en tomar temas ya consabidos como, por ejemplo, el del taxista que es solicitado por una mujer que resulta ser la muerte o una muerta (Gabriel García Márquez lo trata –magistralmente– en una crónica periodística). Quien le roba al pueblo ignora el famoso adagio latino que dice: Dura lex, sed lex. Y en cristiano: Dura es la ley, pero es la ley. Y sin ley no hay leyenda.


Julio Carmona,
Perú

LA BRIGADA MURALISTA

LA BRIGADA MURALISTA

EXPERIENCIAS MURALISTAS EN DISTINTAS
PARTES DEL PERÚ, CON ALEGRE REBELDÍA DISTINT@S ARTISTAS LLENAN DE COLOR LAS PAREDES DE LA CIUDAD.

Huancavelica

Mural realizado por la brigada muralista, el
colectivo Ambre, el museo itinerante Arte
por la Memoria y el Taller de Liderezas
de Huancavelica de Demus en Huancavelica.










Novedades de Huancavelica en:
y


Jorge Alberto Miyagui Oshiro
No sea monse y Visite http://www.jorgemiyagui.com
y el blog super pasuchi: http://jorgemiyagui.blogspot.com/

28/8/09

Fotos de la reunión cultural del día miércoles 26 de agosto en el Club Dep. Puno



Fotos de la reunión cultural del día miércoles 26 de agosto en el Club Dep. Puno con los escritores Niko Velita, Fernando Carrasco, Eva Velásquez, William Gonzales, y los invitados Marx Espinoza (Jauja-1980) y Augusto Rubio Acosta (Chimbote- 1973).
Evento Organizado por el Gremio de Escritores.



El poeta Niko Velita (Pasco-1972) iniciando la reunión con lectura de sus poemas



Parte del público asistente a la reunión



Fernando Carrasco en la lectura de sus cuentos



En la foto Marx espinoza, Fernando Carrasco y William Gonzales.



En lectura de su poesía Augusto Rubio (Chimbote, 1973)



En la mesa los escritores Augusto Rubio (Chimbote),
Marx Espinoza(Jauja),Fernando Carrasco, Eva Velásquez, William Gonzales P.


En la foto Marx Espinoza y Roger


En la foto los poetas Marx Espinoza (Jauja) y José Luis (Puno)


INGENIERÍA Y POESÍA, DOS PARALELAS QUE SE UNEN

Los patrones estructurales que rigen a la ingeniería en su conjunto son sensiblemente los mismos que sustentan también, a la literatura en su conjunto.

A golpe de vista pareciera que los números y las letras son irreconciliables; que la matemática y la literatura son agua y aceite; que lo científico está en divorcio constante y absoluto con lo artístico y lo estructural es negado a la belleza. Que lo cerebral es incompatible con lo sentimental. Que razón y belleza no pueden caminar juntos tomados de la mano.

Tengo la ligera sospecha que estas aseveraciones no son totalmente ciertas.

Recordemos que el universo está poblado de números y letras y se expresa a través ecuaciones y fórmulas, las que se escriben y se resuelven mediante letras y números.

El lenguaje de la ingeniería son los números, pero su expresión son las letras.

El lenguaje de la literatura son las letras, pero su basamento son los números.

Es decir, una obra de ingeniería es bella y la belleza de una obra literaria tiene su columna vertebral en la ingeniería.

Solo un reciente ejemplo para validar nuestras afirmaciones:

El Gas de Camisea.

En las profundidades geológicas del suelo peruano estuvo oculto este elemento, emitiendo señales constantes y permanentes de su existencia.

Los elementos literarios permanecen también ocultos en las profundidades de las células cerebrales, emitiendo señales constantes y permanentes de su existencia.

A partir de estas señales los ingenieros peruanos exploraron la zona de influencia y luego de verificar su capacidad, calidad y cantidad se viabilizaron sus posibilidades de explotación.

Con el arte, la literatura y la poesía sucede exactamente lo mismo. El portador de este virus, a partir de estas señales internas, explora sus potencialidades artísticas y sus vetas, sus posibilidades y también sus limitaciones.

Con toda la información acumulada, los ingenieros realizaron el Estudio de Factibilidad. Es decir, se diseñó en gabinete y en las computadoras el proyecto y los planos respectivos que justificaran su ejecución.

El portador humano valorando sus posibilidades artísticas se decide por la literatura y por uno o varios de sus espacios; ya sea poesía, narrativa, ensayo o cualquier otro tipo de expresión.

Luego de la factibilidad, viene para los ingenieros, artistas y escritores el proceso más duro, fuerte y extenuante: El de hacer realidad lo proyectado. Es decir, los sueños e ilusiones al campo de los hechos. O en criollo la verdad de las verdades.

La ejecución del proyecto del Gas de Camisea para convertirse en obra requirió como diría Alva Edison, de un uno por ciento de inspiración y un noventa y nueve por ciento de trabajo. Exactamente lo mismo que sucede con la elaboración de una pieza artística, de un libro o de una obra en general.

Un sin número de trabajadores, maquinarias inmensas y equipos de última generación colocaron metro a metro las tuberías; abriendo trochas en la indómita selva, atravesando las tres cadenas montañosas de la cordillera de los Andes, reptaron por el inclemente desierto, marcando su huella sobre el arenal.

Una inmensa cicatriz de dos mil quinientos kilómetros en el medio y el costado del Perú.

Crear una obra de arte o escribir el soñado libro requiere de este esfuerzo, de un trabajo diario y silencioso, de enfrentarse cotidiano a las frustraciones, las dudas, cambios y recambios y de un entorno casi siempre, muy incierto.

La obra del Gas de Camisea es una bella expresión de ciencia e ingeniería y también, una bella expresión de arte y poesía.

Embelezarse ante el reptar sinuoso, ascendente y descendente de las inmensas tuberías herméticamente selladas, es impresionante y de una belleza majestuosa.

Embelezarse con el reptar sinuoso de unos versos intensos y de métrica precisa es impresionante y también, de una belleza majestuosa.

La poesía es por cierto, una bella expresión de ingeniería. La ingeniería es una estructura hecha poesía.

Las letras en poesía se expresan en métrica y ritmo, traducidas en tiempos y espacios que se simbolizan en números y estructuras y estos obviamente, son elementos de la ingeniería.

La poesía es forma y belleza integrada por detalles y precisiones, que no son sino, características de la ingeniería.

La poesía se expresa en letras y la ingeniería en números. Ambos son símbolos que se reemplazan y/o se complementan.

Hay poesías hechas en base a números, hay estructuras hechas en base a letras.

La poesía a pesar de sus formas y detalles es siempre una hermosa obra de ingeniería. La ingeniería a pesar de la tosquedad de de sus estructuras es una hermosa poesía.

Un poeta es un artesano de la palabra, un constructor de versos: casi siempre un frustrado ingeniero.

Un ingeniero es un artesano de los elementos, un constructor de edificaciones: casi siempre un frustrado poeta.

En el fondo de un poeta vive un ingeniero. En el fondo de un ingeniero vive un poeta.

Sucede que pocos se atreven a cruzar el puente que une a la ingeniería con la poesía, en especial los ingenieros.

Fransiles Gallardo,
Perú

27/8/09

Poemas de Jorge Luis Borges

Jorge Luis Borges


Arte poética



Mirar el río hecho de tiempo y agua
y recordar que el tiempo es otro río,
saber que nos perdemos como el río
y que los rostros pasan como el agua.

Sentir que la vigilia es otro sueño
que sueña no soñar y que la muerte
que teme nuestra carne es esa muerte
de cada noche, que se llama sueño.

Ver en el día o en el año un símbolo
de los días del hombre y de sus años,
convertir el ultraje de los años
en una música, un rumor y un símbolo,

ver en la muerte el sueño, en el ocaso
un triste oro, tal es la poesía
que es inmortal y pobre. La poesía
vuelve como la aurora y el ocaso.

A veces en las tardes una cara
nos mira desde el fondo de un espejo;
el arte debe ser como ese espejo
que nos revela nuestra propia cara.

Cuentan que Ulises, harto de prodigios,
lloró de amor al divisar su Itaca
verde y humilde. El arte es esa Itaca
de verde eternidad, no de prodigios.

También es como el río interminable
que pasa y queda y es cristal de un mismo
Heráclito inconstante, que es el mismo
y es otro, como el río interminable.




Antelación del amor


Ni la intimidad de tu frente clara como una fiesta

ni la privanza de tu cuerpo, aún misterioso y tácito y de niña,
ni la sucesión de tu vida situándose en palabras o acallamiento
serán favor tan persuasivo de ideas
como el mirar tu sueño implicado
en la vigilia de mis ávidos brazos.
Virgen milagrosamente otra vez por la virtud absolutoria del sueño,
quieta y resplandeciente como una dicha en la selección del recuerdo,
me darás esa orilla de tu vida que tú misma no tienes,
Arrojado a la quietud
divisaré esa playa última de tu ser
y te veré por vez primera quizás como Dios ha de verte,
desbaratada la ficción del Tiempo

sin el amor, sin mí.


A un gato


No son más silenciosos los espejos
ni más furtiva el alba aventurera;
eres, bajo la luna, esa pantera
que nos es dado divisar de lejos.
Por obra indescifrable de un decreto
divino, te buscamos vanamente;
más remoto que el Ganges y el poniente,
tuya es la soledad, tuyo el secreto.
Tu lomo condesciende a la morosa
caricia de mi mano. Has admitido,
desde esa eternidad que ya es olvido,
el amor de la mano recelosa.
En otro tiempo estás. Eres el dueño
de un ámbito cerrado como un sueño.




RUBEM FONSECA: LA FASCINACIÓN DEL ABISMO -- POR JOSÉ MIGUEL OVIEDO



LETRAS LIBRES /  (De click para agrandar)


Editada en cuatro volúmenes por Alianza Editorial, la Historia de la literatura hispanoamericana del peruano José Miguel Oviedo marca un antes y un después en la historiografía de los cinco siglos de literatura latinoamericana. En este ensayo, el profesor de la Universidad de Pensilvania se acerca a la poética narrativa del brasileño Rubem Fonseca.

No deja de resultar paradójico que sea un autor norteamericano tan célebre como Thomas Pynchon quien haya reconocido lo que pocos entre nosotros han sabido ver en el narrador brasileño Rubem Fonseca: un verdadero maestro. Nació en 1925 y todavía es un semidesconocido en Hispanoamérica.

"Lo mejor de la obra de Rubem Fonseca es no saber adónde nos va a llevar. Siempre que comienzo un libro suyo es como si sonara el teléfono a medianoche: 'Hola, soy yo. No vas a creer lo que está sucediendo.' Su escritura hace milagros, es misteriosa. Cada libro suyo es un viaje que vale la pena: es un viaje de algún modo necesario." Hay una gran verdad allí, porque la virtud fundamental de Fonseca es la de todo buen narrador: hacernos creer lo increíble, inventar un mundo que se parece al nuestro, pero que es, por alguna razón, del todo nuevo y fascinante.

Fonseca sabe, como pocos, contarnos algo cuyo interés es tan poderoso que no podemos dejar de seguir leyendo apenas abrimos las primeras páginas, y al mismo tiempo sabe sorprendernos en cada una de las que siguen. Lo hace recurriendo a todas las trampas posibles: pistas falsas, proliferación de intrigas, personajes radicalmente ambiguos, designios que se entrecruzan o superponen por obra de voluntades e intereses contradictorios, etc. Las fuerzas que dominan ese mundo (erotismo, violencia, hedonismo, corrupción en todas sus formas) lo convierten en un lugar peligroso, donde existe la posibilidad inminente de morir o tener que matar, de verse envuelto en vastas conspiraciones o en escándalos que implican tanto a sombríos personajes del hampa como a miembros de la alta burguesía y la política.

Cuando ingresamos a una de sus narraciones, presentimos el clima general de amenaza y riesgo, el olor a sudor frío de las posibles víctimas; todo es letal, implacable, desalmado. Hemos descendido a un submundo que es como un abismo abierto sobre el infierno humano. Aquí no hay redención y todo -desde las míseras favelas hasta los lujosos departamentos donde se desarrollan orgías de alcohol, sexo y drogas- exhala un hedor de depravación, de podredumbre irremediable.

La única cualidad que permite a algunos sobrevivir aquí es el cinismo: nadie quiere cambiar este mundo abyecto, sino sacar el mayor provecho de él.

El modelo policial contradicho

Es obvio que el modelo literario que más ha influido sobre Fonseca es el de la novela policial y del thriller. El esquema básico que sigue la gran mayoría de sus novelas y cuentos es el de la investigación de un crimen o hecho delictivo. Como en todo relato policial, los culpables y sus móviles son ciertamente desconocidos y difíciles de descubrir, pero en las historias de Fonseca son, además, escandalosos, porque violan el principio clásico del género: a cambio de una investigación que restituye el orden moral roto, tenemos representantes de la ley que son tan corruptos y depravados como los malhechores. Así, Fonseca introduce un dato revelador sobre la total ausencia de normas establecidas y válidas en sociedades como la brasileña -y, por extensión, latinoamericana- , que va más allá del sentido de mero "entretenimiento" que distingue al relato policial: observar la pericia con la que la trama del que investiga desbarata la del criminal y nuestras propias sospechas.

La capacidad para generar una acción vertiginosa con el menor despliegue verbal posible es algo que Fonseca no sólo ha aprendido en los citados modelos literarios, sino en el cine, en el que ha trabajado como guionista (también ha sido crítico cinematográfico), labor cuyas huellas pueden seguirse claramente en la composición de sus relatos. Del cine debe de haber aprendido otra virtud clave: la de la funcionalidad del trazo narrativo y el manejo preciso de sus distintos tiempos y climas, para crear imágenes visuales imborrables por su pulsión emocional y su irresistible seducción. Sus textos están hábilmente modelados por un designio artístico, pero de un modo casi invisible para crear efectos que enriquecen constantemente el relato y lo impulsan, con una lógica inexorable, hacia adelante. Más que textos en los que brillen las palabras, son eficientes maquinarias narrativas que desatan fuerzas, situaciones y peripecias que captan toda nuestra atención: hay en ellas algo escondido, algo perturbador e inquietante que la narración va revelando con cuentagotas. La maquinaria funciona gracias a un control perfecto de los ritmos que van desenvolviendo la historia, siempre muy veloz y directa, pero hecha con una serie de sutiles transiciones, pausas breves y bruscas aceleraciones.

El tercer botón de la camisa

Fonseca narra a través de un continuo cambio de focos, perspectivas y texturas, a veces dentro de una misma secuencia o párrafo, como jugando con el lector. Todo lo accesorio o conectivo entre una escena y otra ha sido eliminado o reducido drásticamente en favor de una fluidez en medio de sobresaltos. Sus relatos suelen estar intensamente dialogados, pero los interlocutores no se identifican con los habituales guiones ni con las acotaciones convencionales ("dijo X" o "contestó Y") ni con las indicaciones del modo o gesto que acompañan el acto verbal: al autor le bastan las comillas para indicar el paso de uno a otro interlocutor, que se define por su dicción sin que el narrador intervenga. Y si súbitamente otro personaje interviene en el diálogo, no siempre tendremos aviso previo: lo sabremos por las reacciones de los otros.

Los personajes hablan directamente, pero también a través de cartas, confesiones policiales, documentos, grabaciones, etc., lo que nos permite advertir la discrepancia entre sus reales intenciones o actos y lo que declaran a terceros. Fonseca trabaja ávidamente con esa duplicidad moral y revela un conocimiento íntimo de los tejemanejes del mundo judicial. Ese conocimiento no sólo le viene por la vía del cinema noir y la novela policial. Una vez, conversando con él en Río de Janeiro, me contó que algunas de sus historias están inspiradas en diálogos sostenidos "profesionalmente" con policías y delincuentes; me reveló entonces la fría razón por la cual los asesinos (primero en la realidad y luego en sus cuentos) suelen apuntar al "tercer botón de la camisa" de sus víctimas: el impacto de la bala en el esternón lo desintegra en fragmentos que atraviesan los órganos vitales, causando la muerte segura.

Literatura, sueños, erotismo

Pero estas complejas intrigas, con policías brutales y asesinos a sueldo propios del género detectivesco, son sólo el vehículo para examinar cuestiones de otro orden: la literatura (y el arte en general), el mundo de los sueños y la pasión amorosa. De las dos primeras podemos hallar testimonio en la notable novela Grandes emociones y pensamientos imperfectos (1988), protagonizada por un director de cine cuya búsqueda de un raro diamante y de un presunto manuscrito desconocido de Isaac Babel lo lleva a una aventura de espionaje internacional en la antigua Alemania Oriental. La presencia del erotismo es dominante en toda su obra: aparece, por cierto, como un móvil habitual del crimen, como una pulsión cuya fuerza, casi irresistible, produce toda clase de tensiones y tragedias; su signo es también maligno, aparte de insensato y finalmente insatisfactorio.

El erotismo que cultivan los personajes de Fonseca es, a la vez, excitante y frustrante: el hombre es un depredador que ve en la mujer una presa apetitosa, y ésta suele ser una bruja seductora que lo envuelve en sus redes para aprovecharse de su poder, dinero o prestigio social. Prostituta o dama de la alta sociedad, las apariencias femeninas cambian, pero no la relación sexual, siempre envenenada por algún otro tipo de interés o expectativa. Aun las parejas que aparentemente lo tienen todo albergan, al fondo, una terrible falla moral que las lleva a un desenlace violento. El amor es también de alto riesgo porque exige que los amantes sean conspiradores, víctimas o ejecutores.

Una parodia criminal

La constante sensación de peligro mortal sobresalta continuamente al lector que se deja atrapar por el vértigo de la acción planeada por Fonseca. Eso se puede comprobar en dos de sus libros de cuentos más recientes: Historias de amor (1997) y La Cofradía de los Espadas (1998); el primero incluye una novela corta que tiene un extenso título: Del fondo del mundo prostituto sólo amores guardé para mi puro, publicada en 1997. Me ocupo ahora de este volumen. Quien lo abra esperando encontrar historias sentimentales o románticas se llevará una gran sorpresa: el amor en Fonseca es más bien la obsesión de destruir al otro. De los siete textos que recoge Historias..., sólo uno ("Viaje de bodas") resulta frustrado, quizá por un afán de estridencia, para provocar nuestro asco; pero los otros son espléndidos. Algunos, como "Betsy" o "Ciudad de Dios", son brevísimos, y eso agudiza la brutalidad de su impacto. Pero me concentro en dos relatos fundamentales para apreciar el arte de Fonseca: "Carpe Diem" y la mencionada novela corta Del fondo del mundo...

El primero es un relato cuyas cuarenta páginas son fáciles de leer en pocos minutos por la extraordinaria velocidad de su desarrollo. Por ese rasgo, su fuerte cualidad visual y el hecho de estar escrito casi exclusivamente como el diálogo (más cartas y mensajes telefónicos) de una pareja de amantes clandestinos, parece casi un guión de cine, y es posible que ése haya sido su origen. El cine es, además, la constante referencia de los planes y fantasías de ambos (sobre todo de ella, que ve al menos una película al día). La acción es una especie de parodia de famosas películas de misterio, crimen o acción, con el ingrediente del humor negro. Dependiendo de lo que les parezca más práctico y ventajoso, la pareja planea alternativamente la muerte del esposo de ella o la esposa de él, y discuten —sin pestañear siquiera— quién puede hacer mejor el trabajo.

Sus diálogos son brillantes, ingeniosos, cínicos; el amor y la muerte son para ellos un juego excitante que los atrae por los riesgos que corren; en algún momento, él dice: "No hay marido que no haya alimentado ese sueño, matar a la mujer". La intriga se complica en cada página, y más cuando ella se entera de que también la está persiguiendo alguien para matarla. La forma como se desenreda esta maraña de intrigas es a la vez electrizante y cómica.

Un arte poética

Aunque parezca imposible, la intriga de Del fondo del mundo... tiene todavía más dobleces y trampas. El raro título proviene —presuntamente, pues con Fonseca nunca se sabe— del "Poema del fraile", del bardo brasileño Manuel Antônio Álvares de Azevedo (1831-1852), que celebra las delicias del tabaco. En todo el relato hay una continua referencia a los placeres de un buen puro, que alivia la tensión creciente de la trama que gira alrededor de una serie de crímenes inexplicables. Los principales actores del relato son el criminalista Mandrake, a quien ya conocemos por otras narraciones del autor, y su cliente Gustavo Flávio, quien recibe fotos de mujeres con las que ha estado sentimentalmente vinculado y que luego son asesinadas.

El hecho de que Flávio sea un célebre escritor le permite a Fonseca hacer continuas y reveladoras reflexiones sobre la literatura; en verdad, esta novela puede considerarse una especie de arte poética del autor, que nos dice sobre él más de lo que su enredo policial promete. La descripción que hace Mandrake del escritor es poco caritativa pero exacta: "Era un hombre vanidoso, un pedante erudito e inteligente, un mulato que con el paso de los años se había vuelto blanco, un gordo que había adelgazado, un mujeriego con éxito..."

La vida erótica de Flávio no puede ser más confusa y promiscua: su nueva esposa es Luíza, pero convive o al menos pasa más tiempo al lado de Amanda, que quiere también ser escritora; las dos mujeres son conscientes de esta extraña situación y la toleran dentro de un clima de mutuas sospechas. Parece fácil acusarlo de machista, pero su opinión de los hombres es muy dura: "Todos los defectos que les atribuyen a las mujeres los tienen [ellos] por partida doble".

"Una especie de acertijo"

Tan importante como esto es la estrategia narrativa del texto para intensificar el valor relativo de toda la información que tenemos sobre los personajes, sus intenciones y sus acciones. Quien orquesta todo como un vasto expediente judicial —o más bien "como una especie de acertijo"— es Mandrake, pues sabe que "los clientes siempre te mienten, los policías te mienten, los testigos le mienten a todo el mundo". Lo que leemos es la transcripción de múltiples declaraciones hechas por los actores del caso, transcritas luego y complementadas con los comentarios del abogado (que aparecen marcados con el signo "&") y que a veces contradicen las declaraciones anteriores; las partes textuales están entrecomilladas, pero no aparecen en orden cronológico porque "desafortunadamente no puse fecha ni enumeré las transcripciones". Como si esto fuese poco, Mandrake vincula este caso con otro, el caso Delamare, que aparece en otra narración suya. Es decir, el texto es un laberinto de voces y versiones discrepantes que el lector debe recomponer por su cuenta, como un detective sospechoso de todo. Y mientras esto ocurre, los personajes discuten las virtudes de los finos habanos que consumen, dando testimonio del profundo hedonismo de sus vidas simultáneamente amenazadas por peligros inminentes.

Por otro lado, la cuestión de la literatura absorbe una parte considerable del texto. Aunque es un escritor de éxito, Flávio desdeña la literatura light y se niega a escribir libros complacientes o edificantes. En el fondo es un provocador, un epicúreo irredimible, un iconoclasta que ha escrito libros titulados Comer y coger, muestras de su filosofía panerótica. Amor, placer y literatura están estrechamente unidos; Flávio confiesa que "mi motivación para escribir tiene algo que ver con la pasión que siento por las mujeres". El escritor que más admira es Sade, que llena "el corazón y la mente de los lectores de miedo y horror, porque la vida era eso, miedo y horror". Pese a que Mandrake las considera "sofismas", sus ideas literarias son muy lúcidas: cree que el papel del escritor no es mostrar la realidad convencional, sino "enseñarte a ver lo que no se ve"; y afirma una gran verdad: "Ningún escritor reconoce su propia mediocridad. Sólo la de los otros".

Defiende una filosofía del amor que, por una parte, desdeña a los hombres que realizan el acto sexual sin amor porque "el orgasmo ocasiona siempre un inmenso fastidio mezclado con tristeza"; y, por otra, sostiene cínicamente que "un hombre puede amar a dos mujeres". Toda la acción ocurre, además, cuando ha habido un cambio profundo en su vida literaria: ha abandonado la ficción y ahora escribe ensayos. Al parecer, ese cambio está conectado con el mencionado caso Delamare, en el que Delfina Delamare, una mujer casada que fue amante de Flávio, acabó asesinada.

Cada revelación ahonda el misterio de los crímenes. Aunque nos enteramos de que Hilde, con quien comienza la serie de asesinatos, fue también una antigua amante de Flávio, nos es difícil considerarlo sospechoso porque es él quien recibe los sobres con la foto de cada una de las tres víctimas. Pero es evidente que Flávio miente sobre algunos detalles y podría saber más de lo que admite.

La enmarañada intriga crece con nuevas revelaciones eróticas que surgen como una consecuencia lateral de las indagaciones que hace el propio Flávio: se enreda con Farida, la amiga de Hilde, pese a que lo primero que ella hace es mentirle, y con Silvia, "la mujer con el cuerpo más perfecto del mundo", que será otra víctima de los crímenes en serie. La notable proeza narrativa de Fonseca es mantener el misterio hasta la penúltima página, pues cuando, muy poco antes, Flávio se autoacusa, ni Mandrake ni nosotros le creemos: es otra de sus trampas; además, él mismo sobrevivirá a un intento de asesinato. Y cuando, al fin, el verdadero autor es identificado —dato que no revelaremos aquí—, el propio Mandrake introduce un elemento de duda que hace menos convicente la conclusión: el arma usada en el atentado contra Flávio no es la misma que en los crímenes anteriores. Es decir, la relatividad impide que el orden quede de verdad restablecido, lo que garantiza el sesgo perversamente ambiguo que todo tiene en la obra del autor.

Literatura y perversión

Otra forma de perversión es la del mismo oficio literario, y ésa es la lección soterrada en la trama policial de la novela. A través de los consejos de escritor que le da Flávio a Amanda, hay en el libro una inquietante teoría sobre el arte de leer, escribir y vivir. Elijo tres pasajes donde cristaliza. El primero es digno de Borges: "Cualquier lector reescribe el libro que está leyendo durante el proceso de la lectura", que es precisamente lo que se ve forzado a hacer el lector de esta narración. El segundo, citando a Plinio el Viejo, señala que el escritor tiene que confiar en su imaginación "aunque te haga infeliz [...] o te vuelva un loco"; para Flávio la literatura es sobre todo expresión de un incurable malestar existencial. Y el último es una especie de letanía sobre la importancia del valor moral necesario para escribir, que concluye con esta despiadada afirmación: "[...] en fin, valor para rechazar todos los premios, o mejor todavía, el valor para no querer merecer premios, y el peor de todos los premios, la consagración en vida". Sólo cabe decir que estas ideas ayudan a entender la naturaleza cabalmente extraordinaria de la obra de Rubem Fonseca en la literatura latinoamericana. ~

© EDITORIAL VUELTA 2009

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