30/1/12

Voy por las huellas del delirio

Miguel Ildefonso


La poeta peruana Mariella di Laura anteriormente ha publicado Fiebre (2009) y Abismo (2010). Voy por las huellas del delirio (Santo Oficio, 2011) es su tercer poemario. A pesar de la extensión del título de este nuevo libro, su poesía sigue deslumbrándonos por la intensidad de sus breves poemas reunidos, también como ahora, en un libro breve. Poesía de lenguaje directo, en donde sutilmente va hilvanando imágenes que construyen finalmente un mundo articulado. La poeta hurga en los distintos ámbitos de la experiencia humana en donde se conjuga el dolor y el goce; la realidad es penetrada en un estado de trance místico, mientras la poesía va registrando lo que queda de esa sensación, de esa experiencia a la vez dolorosa y gozosa como es la de una epifanía de revelación poética. La poesía, como comunión del espíritu y del cuerpo, es la sacralización de la realidad: “eres el horror de la noche/ te amo como se agoniza/ eres frágil como la muerte” decían unos versos de George Bataille, casi un oxímoron efectivamente. Esa fragilidad que se tensa ante la muerte, que resiste, es el poema, porque aun en su brevedad, esa fragilidad puede sostener un mundo como lo hacen, por ejemplo, los haykus. Octavio Paz decía acerca de la lírica: “por eso no es moral o inmoral; justa o injusta; falsa o verdadera, hermosa o fea. Es simplemente poesía de soledad o de comunión. Porque la poesía que es un testimonio del éxtasis, del amor dichoso, también lo es de la desesperación. Y tanto como un ruego puede ser una blasfemia.” La poesía es la fluctuación entre el ruego y la blasfemia, entre el sueño y el desasosiego. Voy por las huellas del delirio es el testimonio de ese recorrido. Aquí un poema:



Abres lentamente tu abrigo

tienes una lanza en el pecho
yo canto llanto
caes en la soledad de tus
alforjas
me penetras la poesía
estoy tan cerca de la muerte
paseo por las playas el tiempo sin color
dos motivos en mi vientre
miré el cielo cuando parí
te fuiste en noche sin pájaros
en noche sin pájaros la muerte me besa