27/12/16

JUAN RAMÍREZ RUIZ: 70 AÑOS DE INMORTALIDAD

                                                                                             De: Jorge Luis Roncal
27 de diciembre.

Un día como hoy vio la luz uno de los más altos poetas peruanos contemporáneos. Su poesía como su vida son expresiones acabadas de una apuesta por la libertad, la justicia y la belleza, llevada hasta las últimas consecuencias. Contra el poder político y cultural que invisibiliza y
degrada, contra las imposturas, mezquindades y mediocridades, la poesía y el nombre de JUANRA se abren paso. Hace poco se presentò "Revelaciones en la senda del manzanar. Homenaje a Juan Ramírez Ruiz", muestra parcial de las reflexiones que se han hecho hasta hoy sobre su alta poesía", que sin embargo no toma en cuenta un documento capital en la propuesta de Juan: Palabras Urgentes Nº 2, y que aquí reproducimos en memoria del poeta, amigo y camarada, de quien escribió el bello texto "Los muchachos" (Las armas molidas), como elogio de este sector que hoy, de manera multitudinaria, con júbilo insurgente, se moviliza en todo el país: "Pregùntale a los muchachos, pregúntale / ellos saben que no se puede salir d ela tierra / y que eso no es castigo / sino el perfume de un milagro inacabable".


PALABRAS URGENTES (2)
Novecientas palabras libres

Todo debe estar expuesto al aire de los días para que cada cosa sea recortada por la luz del sol. Por más dolorosas que sean ciertos hechos es necesario que se conozcan si con ellos se abren nuevas perspectivas a la realidad. Decir la verdad es revolucionario, había escrito Gramsci en las paredes de su celda y desde esas paredes la profunda verdad de esa frase sale al encuentro de nosotros. Pues es cierto que nada fructifica jamás sobre la mentira.

Hace unos años (1971) un grupo de jóvenes irrumpió de pronto en esta sala sacudidos por una auténtica indignación moral. Protestaban contra este lugar y contra los actos que aquí se desarrollaban, a espaldas de la realidad del país. De ese tiempo a esta `parte muy pocas cosas han cambiado en esta realidad. Por ello resulta patético que sea este mismo lugar, ahora, el escenario donde se celebra lo que sus actores denominan “una década de rebelión”.

¿Qué ha pasado para que la universidad peruana, la primera institución proveedora de la cultura oficial, institucionalice a partir de este momento lo que fue un movimiento revolucionario?

La inconsecuencia, la confusión, la inconsciencia han deformado lo que quiere seguir llamándose Hora Zero desde hace ya tres años. Deformación que alcanza a aquello que sus enemigos de ayer atribuyeron al movimiento original como objetivo: llegar a través de otras vías al establishment cultural.

Esta ceremonia confirma una involución de una forma de pensamiento libre y revolucionario. Confirma el usufructo para fines personales de un proceso colectivo que tenía como ideal supremo la objetivación en la historia de las aspiraciones más profundas del espíritu humano: el amor, la libertad, la Poesía.

Por ello, repito, esta ceremonia institucionaliza un simulacro de dicho proceso. Simulacro que despliega ahora su espectáculo más apócrifo. Celebran la “segunda fase” (1977-80) que irresponsablemente han convertido en antípoda del proyecto original.

El “Hora Zero” que celebran no es el movimiento de la revuelta total que encarnaron 60 jóvenes. No es el movimiento que desencadenó acciones en todas las regiones del país. No es el de la descentralización cultural. No es el movimiento de Jorge Nájar, José Cerna, Feliciano Mejía, Rubén Urbizagástegui, Elías Durand, Julio Polar, Julio Dávila, Bernardo Alvarez, Ricardo Oré, etc., etc.

No es el movimiento de Isaac Rupay que inmoló su noble juventud en nuestro proyecto.
No es el movimiento de las cuatro expresiones artísticas: poesía, narración, teatro, pintura.

No es el movimiento.

Frente a ello, como fundador de Hora Zero, como autor de todos sus manifiestos, como autor de su proyecto que asumo plenamente, reivindico el verdadero espíritu de este movimiento y lo separo de este celebración espuria que constituye su negación.

Reivindico sus objetivos de fundación cuyos puntos principales cito:

• La abolición de la literatura y el arte como institución burguesa a través de: a) la decodificación de su teoría y praxis y la exposición sistemática de sus mecanismos, los cuales -de manera sui géneris- prolongan el sentido administrado por la sociedad capitalista. B) la descentralización de la producción y la socialización de la cultura. C) la reformulación de las expresiones culturales populares proscritas por los criterios occidentales del arte. d) la fundación de un pensamiento estético autónomo que parta de las condiciones de nuestra realidad. E) el desencadenamiento de potencialidades creadoras, aperturando así posibilidades para que la experiencia estética sea una vivencia cotidiana de nuestro pueblo.
• La cualidad maravillosa del trabajo colectivo, que por ser hecho sin egoísmo, sin vergüenza y sin deseos de propiedad libere las energías más puras de la imaginación.
• El rechazo versátil pero siempre rotundo a los cantos de sirena –cualquiera sea su melodía- del establishment en el arte y en la vida.
• Los esfuerzos por la liberación de los tormentos que parece la conciencia en el interior de la Historia y de su propia condición.
• La voluntad de aventura, el placer de la exploración, los frescos y turbadores relámpagos del descubrimiento, el estudio sistemático, tenaz, fervoroso y arriesgado de los movimientos profundos de la vida interior.

Reivindico la producción de modelos de proyectos de vida alternativos para liberarnos de la pesadilla múltiple del colonialismo.

Reivindico la intransigente voluntad de propiciar micro sociedades revolucionarias al interior del orden capitalista.

Reivindico a los que se niegan y se negaron a compartir irresponsablemente el festín de la vida que el orden ofrece a unos pocos; a quienes se les ofrendó el primer acto del movimiento Hora Zero.

Reivindico el Hora Zero de los que fueron despedidos de sus centros de trabajo por la única razón de pertenecer al movimiento; a los que dejaron profesiones, títulos universitarios y abandonaron –apasionados por la libertad- los caminos que conducen a la comodidad que ofrecen todas las carreras, incluso las literarias.

Reivindico la tarea de edificar nuestra identidad. Lo que en otras palabras significa participar creativamente n la tarea de objetivar en la historia la alternativa revolucionaria que encarnan obreros y campesinos.

Reivindico a los que no quieren “subir”. Reivindico a los que quieren abrir caminos.

Nada de esto es lo que aquí se celebra.

Se celebra el “Hora Zero” –caja de resonancia de las carreras literarias de los paterfamilae, reblandecidos precozmente por la treintena y que ahora acuden para que desde la cátedra se viertan los baldes de agua helada sobre el ardor de sus veinte años traicionados.

JUAN RAMÍREZ RUIZ

(Distribuido en el Salón de Grados de la Casona de San Marcos el 28 de de agosto de 1980)

(En la primera foto, con el poeta Ricardo Quesada)






FAITE (Novela) CRONWELL JARA JIMÉNEZ


















16/12/16

PRIMERO EÑE (Poemario) FRANCISCO RETAMOZO



Francisco Retamozo trabaja como modelo en la Escuela Nacional Superior Autónoma de Bellas Artes del Perú desde hace más de quince años; no obstante, en paralelo a esta labor, se dedica al desarrollo de su faceta como escritor y poeta. Es así que acaba de publicar su segundo poemario Primero Eñe, con el sello de la editorial Sol Negro.

El inicio

A los doce años, luego de leer “Los perros hambrientos” de Ciro Alegría, Retamozo se interesó en la literatura e inició su amor por la escritura. Años después iniciaría su trabajo como modelo en esta casa de estudios. “Trabajo como modelo y escribo porque me gusta estar rodeado de arte, porque escribir también es un arte” explica Francisco Retamozo.

Su trabajo de modelo consiste en posar en los talleres de escultura, dibujo, grabado y pintura, ya sea para estudios de retrato o de figura humana, siendo su desempeño importante para el logro de las obras de los estudiantes; pues en la Escuela de Bellas Artes se realiza el estudio del natural, es decir se crea a partir de la observación directa el modelo que posa en el taller.

Primero Eñe Primero Eñe está compuesto por más de 30 poemas, inspirados en pasajes de su infancia y en pinturas de artistas como Vincent van Gogh. El poemario fue presentado en la ANTI-FIL LIMA el pasado 15 de julio del presente año.


Retamozo publicó su primer poemario Tramonto en diciembre del año 2015. Asimismo, ha publicado sus poemas en revistas electrónicas como El Malhechor Exhausto, Remolinos, Casa Barbieri, Letra Suelta Cultural y Poetas Siglo XXI – Antología de Poesía Mundial, y también en revistas impresas como El Bote y en la antología Poesía Siglo XXI de la Fundación Yacana. Ha sido premiado en el concurso organizado por Hipocampo Editores en el 2010 y en el concurso de Poesía Taiwán 2011.


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Primero Eñe de Francisco Retamozo

Por: Miguel Ildefonso


Primero Ñ, segundo poemario de Francisco Retamozo, como Tramonto, reúne poemas breves, muy liricos; en su propuesta la voz es sumamente concisa, suave y sutil, para abordar principalmente el tema amoroso. Empero, hay un par de diferencias sustanciales respecto a su primer libro. Ahora hay una carga más denotativa del erotismo, más cerca a la temática homoerótica; se puede decir que este nuevo libro es abiertamente erótico. Y la segunda característica es que se percibe un relato de fondo; bajo estos versos se configura a veces tímidamente, y no pocas veces arrebatadamente, un sujeto que trata de liberar sus deseos. Entonces, lo que se ve aquí es la historia de esos deseos contenidos, pero que, a diferencia de todo sujeto poético que estamos acostumbrados a leer en la poesía erótica, Primero Ñ nos lleva a las lindes de lo individual, en donde se cuenta el aspecto social del deseo.

Hacia el final del libro se señala claramente lo que quiere decir el título del libro, en el poema que lleva justamente el título del libro. Empieza el poema Primero Ñ: “jueves/ Hora de Religión/ -Amaos los unos a los otros/ Como yo les he amado”. Se describe aquí la clase de religión en el aula Ñ de un colegio de Lima, se supone colegio nacional (sabemos cómo son esas clases, sobre todo de religión, bajo esa carga hormonal y adolescente de los estudiantes). El poema se puede leer como un cruel relato de lo sexual. Palomino es el excluido, es a quien el aula habrá de maltratar, bullying como se dice hoy. Dicen unos versos más abajo: “Palomino fue violado una vez más/ en el baño/ en la calle/ en su casa”. Al leer estas líneas no se puede dejar de pensar en César Moro dictando clase en el Leoncio Prado o a Allen Ginsberg en Cuba. Nuestras sociedades machistas e hipócritas harán con Palomino lo que hacen con todo aquel que desafía o cuestiona sus parámetros y dogmas. Dice el poema hacia el final: “Palomino fue expulsado del colegio después que todos pasaron por él”.

El apellido del protagonista del poema, sea intencional o casual, así como todo el poema y todo el libro, conlleva una ironía que delata las contradicciones a las que está envuelto el deseo. El arte es liberador, desde que libera, en primera instancia, el inconsciente del creador. El poema se convierte en un ser vivo que interpela al lector, a su consciente como a su inconsciente. Por eso todo poema no tiene un solo plano, no es una idea que estampa una sola impresión en el lector. El poema es un complejo aparato de significados que el lector tiene que desentrañar cuando se sumerge en sus palabras.

Es por eso que tenemos a Francisco Retamozo más desafiante que en su primer libro; situando el principio de esta historia en una época cuando “En estos lares se desarrolló la guerra” (“cuentan mis amigos/ haciendo las zanjas/ para estructurar sus viviendas/ han encontrado osamentas/ de noche han visto/ soldados/ pasar frente a sus puertas”). Efectivamente, le tocó al poeta crecer en la violencia armada de la década de los ochentas. Aquello le marcó para siempre las fibras, las tensó de tal forma que la voz no puede estar alejada del drama histórico de nuestro país. Es el contexto de la violencia, entonces, lo que enmarca los poemas de Primero Ñ. Cito: “tú/ un precio/ morir/ deseo”, nos dice en estos versos que, como en Tramonto, son como pinceladas lacerantes. O como en: “duro/ Artesano/ fálico”. O más adelante: “Te obliga a gritar/ jadear/ soltar una risa/ lagrimear”.


Casi todo el poemario es la música del deseo liberado, pero que por ratos toma consciencia de su insularidad. Cito: “Qué difícil se te ha hecho/ regresar a casa/ dejar de pensar”. Insularidad porque la voz siempre está en contacto con otros, pero vuelve a sí mismo, como escuchando siempre su propia voz. Los cuerpos, a su vez, no pueden dejar de ser deseos que actúan, que tienen que actuar para poder persistir: “reconoce/ tu cuerpo/ teatral”. Porque en ese movimiento es que pueden enfrentar la realidad; en esa actuación o simulacro: “manitas formando monstruos alados/ ‘… tu voz tu voz existe’”, dice parafraseando a Juan Gonzalo Rose.

Una cita final: “en los ochentas hacíamos las tareas en apagones había que comprar velas diariamente o decorar con lamparín a kerosene”. Eros y thanatos están moviendo los hilos de esta historia, son los que en el contacto producen la chispa que hace posible la luz que decora la oscuridad, y sin decoro porque el sexo no es una religión, sino una comunión con el otro, sea quien sea el otro.




Aquí dos poemas: 


ULISES / MARCOS



hombros / pechos
en el cuarto oscuro
sin escudos
ni pectorales

Las seis antes meridiano
las llaves del auto
la ruta construida
seguir
cada rincón en su lugar
armado / desarmado
como un rompecabezas
de mil piezas
entre el claro oscuro
las sabanas tibias
quedan

Metal bruñido
escudo / pectoral
en la arena tibia
quedan





POÉTICA


Como un poema
manos juntas Rodillas enlazadas
nombres escritos en la pared
dedos en la taza de café Un oboe
Una ventana donde entra el viento
la melodía sale
los cuerpos febriles enfrían
despeinan los cabellos
Observando un cuadro en Rojos
arena tibia
rojo vida pasión
muerte resurrección
cada tarde
Muchos cigarrillos “humito azul”
ceniceros vacíos
El humo dañino rosa la garganta
Clavel rojo
clavel blanco
Los amarillos dan suerte
Un jarrón negro lleno de ellos
una silla El abanico sumergido en el cuadro
El mozo vuelve a limpiar los ceniceros
muchacho de labios gruesos Curvos
mermelada roja (otra vez rojo)
Una frente como una ventana
de cabellos largos tercos lacios
Dos varones extendidos
“en el lecho perfecto “
Efervescente


                                                               Miguel Ildefonso

                                                       Calle NN, invierno. 2016.

Apostrophe de Gino Roldán, por Miguel Ildefonso







Gino Roldán (Trujillo, 1983) a inicios del 2000 perteneció al grupo poético El Club de la Serpiente. Suele suceder que la década donde el poeta surge en el quehacer poético, o sea, la “generación” al cual a uno lo insertan o se inserta solo, queda como una marca identitaria y, a veces, como un karma.

En todo caso no debería ser un aprisionamiento, un encasillamiento perpetuo, el estandarizar una estética o una propuesta poética. Hay poetas que gustan encorsetarse y no salir nunca del rótulo; pero la poesía, más aun ahora que vivimos la globalización, significa liberación. La creación artística es libertad, experimentación y aventura. Eso de sentirse asido a tal época resulta castrante y más aun, como decíamos, para estos tiempos en que todo cambia y fluye rápidamente.

Si un poeta queda en la marginalidad es, primeramente, porque la poesía es marginal. No se escriben libros de poesía para complacer y conseguir el fácil aplauso del auditorio o la feria. Digamos que esta es la marginalidad obligada, del cual solo se sale por un reconocimiento temprano no usual. Sin embargo, existe la otra: la marginación. Esta exclusión se entiende cuando está referida a los grupos o argollas que se forman en base a camaraderías, intereses, pactos o políticas. Y es cierto, entonces, que puede existir la marginación cuando uno no pertenece a estos enclaves de poder.

Digo todo esto, porque estamos ante un joven poeta que apuesta por una voz peculiar en Apostrophe (Hipocampo editores, 2016). “Escribir no sin cierta presunción/ Consciente de los siglos y sedimentos acumulados bajo la lengua/ Las diversas placas que forman tu desgastada gramática”, nos dice en uno de los poemas últimos del libro. Y es que el libro que se presenta ahora es una vuelta a los avatares ontológicos, órficos, de Stéphane Mallarmé. Con Un golpe de dados, con Igitur, el poeta simbolista, llegó a extremos adonde la poesía no pudo llegar antes, a donde la palabra pudo ir sin perder su contenido, su basamento. Es por eso que el papel, incluso, o la página en blanco, quedó desmoronada ante la escritura demoledora, hiperconsciente, del poeta de La tarde de un fauno.

Desde entonces la poesía ha señalado su crisis, su fractura, incluso su fracaso. Y hay poetas que indagan en la fenomenología, en observar y discurrir en la escritura de lo poético, para llegar, o circundar, a la verdad del ser. Mallarmé buscaba llegar a escribir el Libro, concebir una escritura que sea un Absoluto, al igual que la idea de Dios. Luego tenemos en la tradición universal a poetas como Francis Ponge o Roberto Juarroz, quienes hablan desde dentro de la poesía, desde la conciencia poética previa a la construcción de los significados. Ellos no dicen, construyen un lenguaje para decir algo que se dirá en otro lenguaje, en ese otro lenguaje que solo se termina de formar en la conciencia del lector.

Es así que Roldán en el pie de página del poema Tres estadíos del objeto, señala: “El Objeto no es la realización concreta sino un elemento más dentro de una posible taxonomía. El orden, la jerarquía así como la disposición de los términos dependerán, en ese sentido, de cada juicio particular. (…) No es este un sistema cerrado sino semeja más bien fragmentos dispersos, cual placas flotantes que se vislumbran en el horizonte y que se van diluyendo conforme adquieren peso y textura. El sentido y el completar los ramajes y dispersiones de esta trama inconclusa, corresponde a ti, lector.”

Lo que era el Libro o lo Absoluto en Mallarmé, es en Apostrophe el Objeto o el Verbo. Pero no es algo en lo cual indagar, auscultar, para luego demoler, sino es el canto y la épica del vacío, es lo que vivimos en esta época en donde no es posible mirar más allá, entre devaluados paradigmas, en medio de la fragmentación. Lo dice en el poema final: “Ahora el verbo es ausencia:// Solo restan los escombros de un Imperio/ extinto, antes bañado por la marea y el sueño/ Solo restan los escombros de un Imperio antes habitado por signos que inalterables celebran su dicha.”

Por eso se apela a la estética de Odiseas Elitis, o igualmente, y sutilmente, a la de Rodolfo Hinostroza. No es una poesía abstracta, sino hay imágenes, hay materialidad. E, incluso, dramatis personae.

Decíamos que la poesía es marginal, en cuanto a su discurso, a su lenguaje, y sus reflexiones, que atañen más a lo individual; a diferencia de la historia o la filosofía. En este caso, estamos abocados a tener la experiencia, como dice José Antonio Mazzotti en la contratapa, de “uno de esos libros especiales dedicados al enigma de la poesía, de su génesis, su desarrollo y su parto final en el poema”.

Es importante destacar, finalmente, el riesgo de apelar a la alta y más sublime poesía, que demuestra la trascendencia y la coherencia de la propuesta de Gino Roldán, tanto para ser fiel a la creación misma, como para mandar al tacho los mandatos de las modas literarias. El poeta vale por sus libros, por el grado experimentación y cumplimiento de sus propuestas. El resto es secundario.

Saludamos entonces la publicación de esta ópera prima, Apostrophe, un libro que corrobora el rumor de que en Perú está sino la mejor poesía de Hispanoamérica, una de las mejores. Y eso que aquí se ningunea a los poetas, y no se cuenta con el apoyo cultural como hay en España, México, Chile, Argentina o Ecuador.


                                                            Miguel Ildefonso

                                                       Calle NN. La Molina.





GINO ROLDÁN.- Licenciado en Literatura por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Perteneció al grupo poético El Club de la Serpiente y con ellos publicó el libro grupal Club de la Serpiente. Muestra poética (Hipocampo editores, 2007); esta publicación trae notas de Róger Santivañez, Ricardo González Vigil y José Pancorvo. En el 2014 se licenció con la tesis La poética del desborde: análisis de Pastor de perros (1993) de Domingo de Ramos. Ha sido incluido en varias antologías de poesía y reseñas suyas aparecen en algunos medios físicos y electrónicos. Una versión preliminar de su poemario Apostrophe obtuvo la “Rosa de Plata”, distinción otorgada por obtener el segundo lugar en los juegos florales “Juan Parra del Riego”(2013), concurso de poesía organizado por la Municipalidad de Barranco, la revista Caretas, la Embajada de Uruguay y el centro cultural Juan Parra del Riego. En la actualidad se dedica a la docencia.





ESTA ES





La obertura en medio del silencio
El muro, la piedra ajada por el tiempo

La piedra
Y la densidad del aire, la transparencia
Del árbol y su ramaje pétreo.

                                    Es el Verbo del aire.

Y es

Un ojo hiriente que hurga en la niebla
E ilumina un cráneo abierto.

El Verbo que se anuda a una roca calcinada

                                                        Es, a su vez,
Un hueso roído, brillante en su descomposición,
Que terco, irremediablemente terco,
Permanece.

—Ásperos los metales filtrados por el viento—

Diversas son las manifestaciones de lo permanente:
Las órbitas descritas por los astros, el movimiento acompasado
de la marea, la acústica de las altas esferas.

Mas
Un caparazón flotando sobre las aguas
También es un símbolo
Y permanece

                                      Es el Verbo un signo
Del sentido y la ausencia
Que brota difuso sobre la página

                                      Y habita
Entre la Nada y su pálido reflejo
—La Nada y sus ribas de oro
Iluminadas por centenares de objetos—

                                                Mas el Verbo no es siempre preciso

Rueda imperceptible sobre lo Real
Difumina el espacio, precisa el sentido
Ausculta, dilata

El Verbo y su diafragma de luz
Flotando invariable sobre un trapecio

Esta es

La obertura en medio del silencio
Los signos, sus tránsitos y figuraciones,
Las celdas abiertas y el vuelo
Del Verbo, su ramaje disperso.

                 —Ásperos los metales filtrados por el viento—






ALEGORÍA DEL OBJETO II

(Bodegón)



Escancia luz sobre madura boca
El surco henchido que resplandece

Del cántaro los frutos rebosantes
Las peras y duraznos, los racimos

En bucólica imagen de natura
El cuerpo es fragmento, dividido

Las vides cual colgantes cabelleras
Cáscara, la piel; la pulpa brillante

Como un sexo espinoso y abierto

Ebriedad propicia, desnuda la hembra
No es sentido, ni proyección mayor
Solo plena forma que gobierna.


EL SUEÑO DE LAS SOMBRAS (Poesía) Grover González Gallardo






ESCULPIR LA AURORA


No ejecutes el silencio,
un hambre de cebollas devora este momento:
si has de divagar que sea al filo de mis dedos;
si has de anochecer que el mundo se disuelva en fértiles senderos.

Hemos surcado el mar y los colores pero a costa de olvidar el cuerpo.
Salimos en tropel a destruir las raíces secas del tiempo.
Nada podría contener tanto ardor en un solo infierno.
Nada ha de alterar el rumbo emprendido sobre las alas del trueno.

¿Qué vacío nos envuelve cuando florecemos en el cenit del verso?

¿Remontamos el grano de arena que se interpone
entre la plenitud y la carencia de los elementos?


Hay sed de tener sed, agonía de agujero:
luciérnaga que rasga la oquedad de una gota de sueño.

Ofrendemos nuestra carne a la voracidad y al fuego,
derribemos la muralla que se expande
como la piel que nos aparta de los más jugosos pétalos:
calcinemos el camino, humedad que desconoce castillos de hielo.





INUNDAR LA NOCHE EN LA SANGRE DE LOS ASTROS



Desgastar en el agua las palmas de mis manos,
retorcer el equilibrio de tus ojos y tus pasos;
clamar al fuego con la voz que ha poseído al pararrayos:
las corolas de la tierra se abren mostrando dientes
que jamás han sido contados, mis palabras erosionan
el pensamiento que compartes con los pájaros:

¿Escapar sin segar las raíces que nos atan a los astros?

¿Qué fiera devora nuestra carne
si me despojas de la piel al desnudarte?

Un mar de furia se empoza entre los muslos sitiados
por el empuje de mi vientre alado;
un camino se deshoja, palidece como la sangre
que en tu cuerpo ha delirado:
eres la herida que el Sol me entrega en el ocaso,
cielo que no despega de mis párpados,
espejo azul donde se contemplan los relámpagos.




RARA AVIS

                                             Para Ana Akamine Yamashiro



La carne es esa flor
donde palidece
la oscuridad del fuego;
la muerte es esa luz
que reúne todos los sueños:
¿Olvidar la noche,
los minúsculos océanos?

Podría terminar la sangre,
la lluvia,
jamás el oleaje de pájaros
que moldea los ojos del tiempo:
no sé qué es el cielo
pero al despertar contemplo tu cuerpo:
los caminos confluyen,
se bifurcan alargando la ventana
por donde hemos lanzado
nuestros propios huesos:
renacer, sorber las sombras,
precipitar el alba, morir por un momento.





LA ESTELA DEL SUEÑO (BAJO LA ESFINGE, TUTMOSIS IV, 1,400 AC)


Las arenas invaden el aire,
la carne,
mi sangre que se extravía
en este océano yermo:
el tiempo es una sierpe que desfallece
al apretarme el cuello:
he oído a tantas gentes morir
sin invocar el nombre
que fue esculpido en mis huesos,
he vislumbrado al viento
fragmentar el cielo
que aún aplasta este desierto:
ahora estás aquí,
contemplando las sombras
que nos rodean
como los párpados del infierno;
y te preguntas quién es esta fiera
que perturba el reposo de un guerrero:
te he llamado y mi voz será tu voz
y habrá de gobernar sobre las aguas
y las dunas bajo el Sol sediento:
ave sin par que se remonta
hasta el cenit del silencio:
lava mi rostro para beber del Nilo de nuevo,
que la luz de Amón penetre mis fauces,
la oscuridad empozada en mis adentros;
rescátame de este naufragio perpetuo
y tuya será la tierra
que ha de acoger los trigos, las bestias,
los ojos húmedos del labriego:
tuya será la vastedad del firmamento:
porque las estrellas
son lágrimas de dioses muertos;
y yo soy el león
que devora su propio cuerpo,
sarcófago de un corazón arrancado del fuego:
despierta, hijo mío;
haz que estas palabras
sean repetidas por milenios,
que la piedra perennice su alma
al volar hacia la profundidad de mi pecho:
hallarás la eternidad, lo prometo;
tus cenizas serán semillas de otros reinos,
y no dormirás
aunque la noche se cierna sobre el hombre
que volvió a nacer ante la desnudez de mis sueños.




VÉRTIGO


Hay cuerpos que desnudan
sus colores imperfectos,
la tierra que los perpetúa
bajo el prolífico firmamento.

Hay pieles que bifurcan
árboles eternos;
melodías fantasmales,
constelaciones diseminadas en el hielo.

Existen voces que irradian
aves arrancadas a los lienzos;
ecos de flores azules,
fósiles engendrados por el fuego:
auroras donde astros
se vuelven vórtices de avernos.

¿Podría haber algo más incierto
que las palabras pronunciadas
como miríadas de insectos?

No en vano se presencian flamas,
cardúmenes fieros;
el tiritar de cometas sobre abismos,
voluptuosidad atrapada en truenos.

Nada se podría advertir entonces,
salvo un reverdecer ubérrimo:
hemos de sucumbir durante la noche
eclipsados por nuestros propios sueños.



Grover González Gallardo
nació en Cajamarca en 1,971. Es ajedrecista y abogado egresado de la Pontificia Universidad Católica del Perú. Ha publicado el poemario “Manantial en el espejo” en el 2,013 por la editorial Pasacalle. Es miembro del Liceo Poético de Benidorm de España. Ha sido miembro del grupo poético Rara Avis. Ha realizado difusión cultural y poética a través de la Peña Poética El Rincón Guapo. En el 2,016 fue editado su segundo libro “Sueño de las sombras” bajo el sello editorial Vicio Perpetuo. Una versión más reducida del “Sueño de las sombras” de solo 48 poemas resultó finalista de antología en la XVII Bienal de Poesía del premio COPE de Petroperú en el 2,015.

DEJO MI SOMBRA, ENTREGA DE MEMORIAS (Poesía) LEOCIO LUQUE CCOTA


Dejo mi sombra: entrega de memorias es el poemario ganador del Concurso Internacional de Poesía “Fernando Charry Lara” Colombia 2015. El libro ha sido editado por la Universidad Central de Colombia, en el año 2016. Según las palabras de presentación, el libro «constituye un súmmum tanto de la vida del poeta como de la cultura aimara. Esta obra es la entrega simbólica que hace del autor de aquello que le es más preciado: sus preocupaciones, reflexiones y visiones más íntimas del universo aimara. Es por esta razón que la entrega poética de sus memorias significa a la vez un dolor y una alegría para él y también para su pueblo: en Dejo mi sombra el acto poético tiene el valor de la catarsis, del desprendimiento libre de cualquier reserva y simulación».

Leoncio Luque Ccota nació en Huancané (Puno) en 1964. Estudió Literatura en la Universidad Federico Villarreal. Fundó la agrupación poética Noble Katerba en los años 90 y ha publicado los poemarios Por la identidad de las imágenes (1996), En las grietas de tu espalda (2001), Crónicas de Narciso (2005), Exilio interior y otros poemas devastados (2011), Más allá de mis ojos (2015) e Igual que la extensión de tu cuerpo (2014). Este último libro ganó el prestigioso Premio Copé de Oro en el año 2013.

Ha participado como invitado en el XVI Festival Internacional de Poesía de La Habana (2012) y en el IV Encuentro de Poetas del Mundo (2008), este último realizado en Santiago de Chile, Viña del Mar y Valparaíso.







MATE DE SALVIA

 I.          Siento el frío ahogado de la noche.
II.        Tomar un mate de salvia
III.       curaría esta pena, mientras ignoro la muerte
IV.       que se viene
V.        como avalancha
VI.       de hielo cubriendo mi sombra y memoria.

VII.      Por la derecha
VIII.    una lágrima desprendida como agua pura cae del
             [cielo.
IX.       El recuerdo al final de la noche devasta todo lo
       [vivido.

X.        Yo colindo con Santos inquieto
XI.       que en primavera se precipita,
XII.      con cada paso mal dado,
XIII.    que crucifica con su genio a todo hombre,
XIV.    que se cruza en su andar.
XV.     Y trata de recordarnos
XVI.    que la parca está en la esquina,
XVII.   aumentando su redondez con almas,
XVIII. esperándonos siempre.



  
MUERTE PERFUME

I. Desaparecer por donde anduvieron los achachis[1] ,
II. colgado de tus ojos de cóndor mirando [apachetas[2],
III. señales de fe,
IV. como si, a través de estos caminos infructuosos,
            [se pretendiera
V. conmemorar todo lo vivido.

VI. Nuestra vida desaparecerá como todo desaparece:
[irremediable
VII. sueño con el umbral del tiempo, capturado por
      [congojas,
VIII. que desnuda mi visión.
IX. Todos hemos señalado los hitos en señal de propiedad
X. para no confundirnos en el caminar de los que vienen
XI. después.
XII. Mariano, que es de confianza fúnebre,
XIII. retiene la vida a pesar de su desgracia
XIV. y maquilla con la sonrisa inmortal
XV. espumas de su enojo.

XVI. Al margen de mi sueño, que atisba lo que viene,
XVII. la muerte se perfuma en el fuego de apachetas,
XVIII. con su memoria de piedras apiladas, ahora.
SUBSISTENCIA DE SUEÑO


I. En esta cabaña albergo el secreto de lo que soy,
II. la manutención de mis sueños inasibles,
III. la identidad de un país lejano,
IV. como sucesión intestada.

V. Esta parcela, como mis pasos retornan,
VI. entra media carga de papa,
VII. que se almacena
VIII. diligentemente en esta época del reino y endecha,
IX. al cabo de cada cosecha
X. la vida llena de anhelos
XI. en virtud del cual
XII. nunca nos faltó alimento.
XIII. Mis palabras sembradas en cada tarde
XIV. como cuando la miseria merodea
XV. buscando almas famélicas indignadas
XVI. para llevarnos al infierno.




 CAMPO DE CEBADA
  
I. Campo de cebada más allá de mis pasos
II. se bifurca de súbito con el viento.

III. Por el pie,
IV. colindo con el mismo testador
V. que a solas habla de sus ideas
VI. de errar el tiro en la vida.
VII. Que alguna vez fue ajusticiado
VIII. por el juez de tierra
IX. por no cometer delitos por encargo
X. y no humillarse ante la soberbia
XI. de quienes gobiernan
XII. en esta sociedad fugaz,
XIII. llena de zanjas en el rostro
XIV. de los que sufren.




 HISTORIA
  
I. Historia inventada
II. del mundo sensible
III. cuando todos duermen.
IV. Historia concebida a cada paso
V. como carnada en el desierto nos llama.

VI. Por la izquierda
VII. colindo con Pedro,
VIII. el vecino inoportuno de nocturna armonía
IX. que habla de éxtasis, petrificado en su rostro
X. de todo cuanto se le viene
XI. a la cabeza,
XII. y ampara su juicio sin piedad
XIII. en su memorial de borracho.

XIV. Es el primer cuento de esta historia
XV. para principiar otras que vendrán
XVI. como agua de manantial
XVII. y pulsación de vida
XVIII. en esta tierra de wala wala.




 WANCHO LIMA 1923[3]

 I. Tica Huyo[4],
II. una antigua cabaña descuidada hoy,
III. pero construida para salvarse del aletazo
IV. de la desmemoria y
V. de la desconfianza
VI. y de la miseria crepuscular.

VII. En algún momento vivimos de miedo
VIII. en la perversidad de la injusticia
IX. de mil novecientos veintitrés,
X. que nos tocó vivir la palidez de la luna
XI. donde todas las estancias
XII. fueron calcinadas sin palabra alguna,
XIII. y la gente huyó despavorida,
XIV. como pudo, a los cerros más altos
XV. para vivir entre lagartijas y vizcachas.

XVI. Los recuerdo de warmis[5]
XVII. cargando los niños pasean por mi memoria,
XVIII. en brazo de miseria y hambre.




[1] Achachi: abuelo, antepasado, persona mayor. [N del E.]

[2] Apachetas: lugares sagrados que concentran energías. En estos
lugares los amautas (‘educadores o historiadores tradicionales’)
y yatiris (‘médicos tradicionales’ o ‘sabedores’ ) ofrendan wajt’as o
mesas a la Pachamama (Madre Tierra), principalmente en el
mes de agosto. Las apachetas también son denominadas apus o
espacios sagrados donde habitan los achachilas o los primige-
nios antepasados, junto a los uywiris que son las deidades aima-
ras –según la cosmovisión andina– que alimentan y cuidan a
los seres vivos de la Pachamama.
[3] En esta fecha hubo una revolución en Wancho Lima, que causó
   estragos en las comunidades por parte de los mistis (‘hombres
   blancos’) de Huancané, un movimientos indígena  que tuvo re-
   sonancia en esa época, tomado en cuenta por Mariategui. Lo
   encabezó Carlos Condorena. Esta famosa sublevación indígena,
   en la que fueron acribillados en el Perú más dos mil campe-
   sinos, es un evento de gran importancia para el pueblo aimara.
[4] Tica Huyo: lugar donde hay muchas flores, cerca de la carretera.
[5]   Warmis: mujer en aimara.

8/12/16

EL SUEÑO DE LAS SOMBRAS (Poesía 2016) GROVER GONZÁLEZ GALLARDO






LA TORTUGA ECUESTRE (Revista Literaria) - GUSTAVO ARMIJOS (Director)


Ya casi terminando el año 2016 aparecen nuevas ediciones de la revista "La Tortuga Ecuestre" bajo la dirección del reconocido poeta Gustavo Armijos, revistas de impecable edición y variados temas a seguir poesía, ensayo y mucho más nos ofrece la revista en sus más de cuarenta años publicandoce y que a llegado a los más profundos rincones dentro y fuera de nuestro Perú.  

- La revista tiene para rato por que cada día nace una persona que desea expresar sus pensamientos y emociones que con el tiempo se vuelve poesía y nace un nuevo poeta. -

                                                                                                                  (W.G.P)








6/12/16

ICONOCLASTA


sobre el bosque de vaguedad sonaba el dulce oboe
Sombre Spectrum
un caballo celeste se escapa entre los insectos rojos
habitante de la sombra
se lanzan revoluciones / preludio mayor
necrofilia en Asia
piedras originales de Paúl Verlaine escalan
ESTA BLANCURA
CERNÍCALO DE CUERPO ATEMPORAL
Neutralidad fundamental de millones de años
necrofilia en Asia…


EL OARYSTIS EN HORAS DE MOLIERE…

Docente Educador: José Luis Ramos Flores

© derechos reservados del autor copyright


1/12/16

El Cabaret verde (Cuentos) JOHNNY BARBIERI

Ya está entre nosotros el nuevo libro de narrativa del escritor Johnny Barbieri titulado "Cabaret Verde", en esta ocasión nos regala ocho cuentos de temática variada, un una amor profundo de un hombre sobre una mujer que muchos solo ven sobre luces de una sola noche. 
 Johnny Barbieri no es solo un poeta conocido si no también un narrador que en cada libro nos sorprende con un lenguaje fresco y muy de estos tiempos.
Antes ya publico en narrativa La edad de Oro, Pampa de Perros, además de haber obtenido diferentes distinciones en narrativa por la Derrama Magisterial. 
            
                                                                                                                                             (W.G.P) 
Aquí presentamos uno de los cuentos del libro.

 

La Masa - El Cabaret verde





LA MASA



Sus manos se habían posesionado de aquellas rejas mohosas que cercaban la casa de la viuda. Aun así fue arrancado de un tirón como se hace con la mala hierba. Soy inocente, yo no he sido, Don Simón yo no he sido. Ya era demasiado tarde para que alguien se detuviera a escucharlo. En aquel momento la masa estaba enceguecida. Casi fue llevado en vilo. Nadie le quería oír. Lloraba mucho, yo vi cómo se sorbía los mocos cuando gritaba su inocencia. La gente había empezado a golpearlo, sobre todo los hombres, mientras que las mujeres no paraban de gritar, maldito, maldito monstruo, ahora te mueres. Por ahí a una sola voz se escuchaba, justicia, hay que quemarlo. Al parecer lo que le había hecho a la pobre Juanita nadie estaba dispuesto a permitirlo. Ninguna benevolencia fue admitida para aquel que había mancillado un alma tan pura, los puntales de un retraso mental estaban abiertos como un ojal, Juanita sufría. 

El Goyo, fue hallado en el lugar del hecho, nadie supo por qué estuvo en aquel lugar en ese preciso momento, tampoco le dieron la oportunidad para explicarlo. Sus antecedentes lo habían condenado: errabundo, ratero, echado al alcohol y a la droga. Nada le era favorable. Yo miraba con los nervios crispados. Lo habían atado a un poste viejo. Tironeaban de las amarras para que no haya opción al escape. Su ropa sucia estaba tirada por el suelo a lo largo del trayecto que daba a la bocacalle y donde ahora estaba amarrado a su suerte, indefenso, como nunca lo estuvo. Los golpes que recibió lo habían atontado. Yo vi cómo sus ojos se nublaban y empezaban a coger un color blanquecino como si estuviera mirando un profundo vacío. Su desnudez estaba cubierta solo de aquella polvareda que se le había impregnado en el cuerpo cuando lo arrastraban por el suelo. Parecía un cuerpo sedado, casi sin movimientos. Las amarras que le sujetaban al poste, eran lo único que lo mantenía en pie. Todo parecía un gran ajetreo como si la masa quisiera acabar de inmediato con todo. Supongo que para él todo era una eternidad. Entonces la mujer que mascullaba palabrotas le empezó a echar combustible al cuerpo. Apenas pude ver algunos movimientos que parecían salir de un trance. Cuando de pronto una mano se alzó en medio de la masa y aventó un cerillo encendido. Al instante el cuerpo se alzó en llamas. Los movimientos que parecían dormidos empezaron a despertarse con desesperación, entonces pude oír los gritos más estremecedores que había oído jamás. La masa parecía complacerse con aquel espectáculo de horror. Sentía como si fuera mi cuerpo el que se estaba quemando. Sus miembros desesperados querían escapar de sus amarras pero no podían. Fue una eternidad ver cómo aquellos movimientos se iban deteniendo poco a poco hasta quedar inmóvil. El olor a muerte empezó a asfixiarme y no pude más, no pude detenerme más y empecé a gritar, a gritar para mis adentros. Cuando la fuerza del orden llegó ya todo estaba consumado. Solo una masa que se dispersaba agazapándose en aquella luz mortecina de la noche, y un cuerpo quemado, quieto para siempre, en un impulso salido de la más profunda desesperación. Yo permanecía doblado dentro de mí, ahora, desentendido del mundo.

En un asentamiento humano, alejado del centro de la ciudad, las cosas se olvidan pronto. Los policías así como vinieron, así se fueron. Todo volvió a ser como antes. Los traqueteos de las ruedas de las mototaxis volvieron a escucharse en esas calles polvorientas que se extienden al lado de los cerros. Los postes se alzaban nuevamente con sus cableados y esos carteles de colores fosforescentes anunciando el espectáculo de fin de semana. El sabor insípido de la tarde se fue asentando nuevamente. La masa empezó a desplegarse insumisa.

La tarde que otra vez vi salir a la viuda me pareció una tarde aguardentosa. Sería seguro el sabor a licor que aún permanecía dentro de mí. Juanita estaría otra vez allí con el vencejo que la unía a un mundo de unicornios. Otra vez yo a la pesquisa de los espacios vacíos, otra vez bordeando la reja enmohecida, otra vez dentro de la casa frente a Juanita que me miraba a los ojos sin poner resistencia. Otra vez yo destrozando sus unicornios. Solo quedaba el silencio y el sabor rancio de la aberración. Afuera la oscuridad, adentro las cicatrices. Nuevamente la noche parecía tender su manto de complicidad frente a mí, pero al salir todo sería diferente. 

No pude soportar el dolor en mis manos cuando las arrancaban de su sujeción de aquellas rejas que cercaban la casa. La masa empezaba a compactarse cerrándome el paso, iniciándose un griterío atroz: te jodiste maldito, ahora te mueres. El aire susurrante me decía que la gente empezaba a informarse de lo sucedido con una rapidez sorprendente. Cierta voracidad de justicia los fue envolviendo, yo lo volvía a ver, pero esta vez contra mí. Mis mejillas chapeadas empezaban a hincharse con los golpes. Sentí que me despojaban las ropas y dejaban ver hasta mi pobre alma, ahora totalmente vulnerable. Las palabras que vociferaban ya no las podía oír. Parecía que todo se me nublaba enfrente. Solo la sangre que brotaba de mi cabeza la sentía bajar por mi cuerpo desnudo hasta perderse por mis piernas. Las amarras se ovillaban por todos lados dejando inanimados mis movimientos. Cuando me lanzaron el líquido graso apenas pude decir: perdónenmeno me maten. Luego de olisquear con terror el combustible que había bañado mi cuerpo, vi la masa en su dimensión verdadera, enardecida  nuevamente, mirándome con esos ojos de ira que reflejaban un cuerpo que ya empezaba a arder en llamas.


(El Cabaret verde)