13/2/10

DE LA PRETENSIÓN DE SER ESCRITOR Y EL SER UN ESCRITOR A CARTA CABAL



Me adscribo del todo a la genialidad de Truman Capote sumergido en la historia del crimen en “A sangre fría” cada segundo su piel, su aliento, su fuerza, sus ojos estos últimos brillaban con los truenos que resonaban en sus oídos al escuchar cada episodio escabroso de esta fatídica noche en Holcomb.
También tal vez poseso como el gato negro de su gran relato obra maestra del misterio, Edgar Allan Poe se inunda con todas sus fuerzas en la noche, en el licor, en narcóticos, volando como alma lacerada y toma el cuerpo del gato negro seduciendo a tantas mujeres maullando.
Jugueteó sentado en un prostíbulo y de manera casi ubicúa estoy ahí como lo decía tantas veces William Faulkner con la luz rojicita y con un cuerpo provocado y provocante de pasiones liberadas. Un pueblo al final del mundo con un nombre impronunciable todavía aún para mí.
La cabal posición del todo humano, del dolor en el texto, de la lágrima en cada palabra, de la risotada en forma de carcajada lacerante, del momento de partir. Y definitivamente era humano este genio peruano: César Vallejo Mendoza.
Encerrado entre libros y liberando personajes y desbordando en su memoria la Francia del siglo XIX, tan desbocada e hipócrita: Honoré de Balzac con la “Comedia Humana” ilumina con trazos en forma de grafías el cuadro de la sociedad francesa.
Y este contradictorio oficio en la actualidad lo entienden de manera muy clara en el Perú, escritores de la talla de Mario Vargas Llosa y Alfredo Bryce Echenique quienes como si fuesen apartados del mundo se internan en su casa para producir aquella obra que sus lectores esperan y que la literatura reciba como preciado regalo.
A diferencia de los dícese escritores en el caso Perú, solo para hablar de figuras mediáticas y se creen ser escritores. Jaime Bayly, Beto Ortiz y Aldo Miyashiro, solo por citar personajes de televisión muy conocidos con una medianía de cultura, pero que quede muy clara papel impreso, es lo suyo, producto de consumo masivo es lo suyo.
Pero una obra de transcendencia para mencionar y recordar es el más equivocado concepto que se podría manejar. En otras palabras escriben disculpando el término “mamarrachos” con mucha publicidad y propaganda. Nada más que ello. Así de claro.

14/01/10

JULIO CÉSAR BENAVIDES PARRA