INGRESO A LA PAGINA DE LA FERIA INTERNACIONAL DEL LIBRO
(La Programación)
Vértice del museo de la nación (Av. Javier Prado)
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La Cámara Peruana del Libro, en el desarrollo de la 14ª Feria Internacionaldel Libro de Lima 2009, ha programado un homenaje al poeta y escritor Rodolfo Hinostroza. | |||||||||||
Homenaje a Hinostroza | |||||||||||
Rodolfo Hinostroza es un importante poeta y narrador latinoamericano y es por esa razón que celebramos este acontecimiento, porque rompe la tradición necrofílica de una sociedad siempre hostil con sus mejores escritores. En 1960 ingresó a la UNMSM para estudiar medicina, pero más pudo la fuerza de su vocación literaria. Después de radicar en Cuba, en 1962 retornó al Perú para dedicarse al periodismo. Viajó a París, donde fue testigo de hechos de Mayo del 68. A partir de entonces, su poesía recoge sus ricas experiencias humanas, sus interminables viajes por Europa, sus encuentros y desencuentros con la dura realidad. Pero sobre todo viene a ser el registro de una evidente odisea en torno a la difícil existencia humana, resulta también la madurez de su talento como la expresión de su literatura tan vehemente. Desde 1991 vivió en el Perú, ha publicado los libros de poesía:Consejero del lobo (La Habana, 1965), Contra natura (Barcelona, 1971),Poemas reunidos (1986). Novelas: Aprendizaje de la limpieza (Barcelona, 1978), Fata Morgana (1995). Teatro: Apocalipsis de una noche de verano (1987). También El sistema astrológico (Barcelona, 1973), Guía de México (París, 1977), Guía del Perú (París, 1986), Guía de Bolivia (París, 1989). Diario: La Primera |
¿Eres el infierno o la sequedad
interminable de la muerte
creciendo como una herida entre los muros?
En esa espantosa soledad
despedazada de los tiempos
donde unos hombres Por culpa de otros
de inconfesables miserias
fueron animales y pasto de pavorosa matanza
en los secretos inacabables del día
mientras la lluvia El hacha atolondrada del cielo
crecían en el rencor de los musgos
como carne viva de toda sospecha
Pues en Uchuraccay Donde todos somos culpables
-según los innumerables y abominables testigos-
nadie reclama a los muertos A los nuestros
enterrados una mañana como frutas podridas
al pie de la soledad y los ríos