29/4/15

Falleció el escritor peruano Carlos Calderón Fajardo (1946-2015)


Pablo Salazar-Calderón Galliani


Mi padre, Carlos Salazar-Calderón Fajardo, falleció el día de hoy cerca de la 1 a.m. El vacío y consternación que nos embarga es inconmensurable, aún no terminamos de creerlo. Se fue haciendo lo que más amaba: escribir, contar historias, las de su vida y las que nacieron de su infinita imaginación. El velatorio se realizará en la iglesia de Fátima: Avenida Armendáriz 350. Miraflores, a partir de hoy miércoles desde las 3 p.m.



Becky Urbina

Además de ser el gran hombre y el gran escritor, Carlos Calderón Fajardotambién fue un entrañable abuelo chocho y para mí, un cariñoso y bromista segundo papá. Realmente la noticia de esta madrugada me tiene destrozada, pero cada cierto rato intento una sonrisa al recordar cómo se iluminaban los ojitos de Vicente cada vez que lo veía, cómo jugaban juntos y ese lindo fin de semana que lo llevamos juntos a conocer el mar de Punta Negra. Gracias por tantas sonrisas e historias, querido Don Carlos, siempre estará con nosotros.

 Carlos Calderón Fajardo (Juliaca, 1946, Lima, 2015). A la 1 de la mañana, cuando el alba se alistaba, partió uno de mis amigos entrañables, el 19 de mayo iba a celebrar su natal. Nos conocimos el año 1965 o 1966, frecuentábamos la Casa de la Poesía de la Bajada de Barranco. Gentill, fino, lleno de ternura y buen humor. Nos unió la confianza, el aprecio, el amor espiritual, la literatura, la pasión por el mar y el misterio. Hubo caminatas, algún mitin en la Plaza Francia el año
1968-69 con sus condiscípulos de la PUCP: Rocío Romero, Yvo Perez Barreto, Abelardo Sánchez León, Giovanni Mitrovic, entre otros. Admirábamos a Juan Gonzalo Rose y en un bar de Surquillo bebimos con él, dialogamos y reímos. Tuvo un afecto singular por Ayacucho, Puno, y el Perú profundo. Está en trance hacia el infinito, hacia el Parnaso donde viven los Maestros, los notables, los humildes. Hace veinte minutos leí la nota fraterna de su editor y de golpe me salieron gritos y fui al balcón y su nombre es un eco eco eco. Y llamé a su casa y nadie responde. Y llamé a una de mis grandes compañeras y le dije: "Carlos tuvo un accidente, está muy grave, Y ella, noble, me consoló... Bebe agua, respira hondo...", acoté, dicen que de hoy no pasa...". Carlos Calderón Fajardo es uno de los escritores de la generación del 60 que ha destacado, trascendido por su escritura fabulosa, por su obra fecunda, por su don de buena gente. Reconocido como uno de los narradores mayores del Perú de su generación (la del 70), Carlos estaba en una de sus etapas literarias más productivas. Fue finalista del Premio Tusquets de novela (2006) con el libro El fantasma nostálgico (Animal de invierno, 2013), relato que desde el más puro realismo mágico, aborda la violencia política de los decenios últimos en nuestra patria.Como su escritura, como su pluma será eterno, un ser legendario que transita cerca a Sarah Ellen y otros personajes de su narrativa magnífica. Abrazos a Pablo Salazar-Calderón Galliani, a sus otros hijos, a sus nietos, a su compañera, a su familia, a sus amistades y compañeros coetáneos, a los lectores y lectoras que lo apreciaron y le dieron granitos de sol y alegría. (Gracias Diana Avila, Mariella Sala por los abrazos).



Willy Del Pozo

En la madrugada de hoy acaba de fallecer un gran amigo, un guía, un tutor. Desde que lo conocí, hace algunos años atrás, siempre mantuvo un aprecio, no solo hacia mi persona sino hacia toda mi familia. Nos unió una amistad estrecha, recorrimos varias ciudades del Perú juntos, siempre para fomentar la lectura, para dar conferencias, para escucharlo con el deleite de un niño a quien se le entrega un juguete nuevo. Le tenía un cariño especial a mi tierra, a mi Ayacucho querido, a quien dedicó su novela "El bibliotecario de las catacumbas". Hoy se fue a la eternidad, allá donde descansan los grandes. Yo acababa de derramar lágrimas el día de ayer al terminar de leer la traducción que hizo de la novela de Antonie de Saint Exúpery, "El Principito", la cual anhelaba presentar en la Feria del Libro de Lima de este año con una lectura en francés y una breve interpretación teatral, y hoy al despertar me he vuelto a hundir en la nostalgia. Carlos Calderón Fajardo serás eterno como tu pluma. El autor de la tetralogía sobre Sarah Ellen no ha muerto, vivirá en el corazón de sus lectores y desde allí nos sonreirá con dulzura, con esa mirada tierna que siempre lo acompañó. Hasta pronto, querido hermano...





Jose Carlos Yrigoyen Miró Quesada


"Carlos Calderón Fajardo nos legó muchos libros de diversa temática e interés. De todos ellos, destacan claramente dos: La conciencia del límite último (1990) una de las mejores novelas policiales que han aparecido en nuestro país, y donde una de sus principales obsesiones, las relaciones entre realidad y ficción, es tratada con verdadera maestría. El otro es Playas (2010), muy logrado conjunto de cuentos donde resalta la notable capacidad de esta autor para plasmar sugerentes símbolos y descripciones que se debaten entre lo cierto y lo onírico.


Calderón Fajardo nos deja en un momento fecundo en el que sus capacidades narrativas se hallaban intactas, con todas las posibilidades de seguir entregándonos obras de valor."


Julio Heredia 

OTRO DUELO DE ABRIL

No fue mi amigo. Cruzamos saludos cordiales en varias ocasiones y hasta compartimos un café breve hace varios años en el Haiti con un poeta muy cercano a mí. Pasado el tiempo, un amigo en común le dijo que yo quería entrevistarlo en uno de los programas de radio que he conducido y dice que le dijo que con gusto, que tenía en gran estima mi poesía y mi trabajo periodístico y que yo era para él como un "mito indescifrable". Emoticono frown Pero nunca se concretó su visita a "Vicios y virtudes", como se llamaba el programa ante el que quise que compareciera. CARLOS CALDERÓN FAJARDO ha muerto hace algunas horas. La última vez que crucé palabra con él fue en una situación rara e incómoda apenas el año pasado: Yo llevaba a mi anciano padre -de visita en Lima- en silla de ruedas y pretendía colocarlo en el pasaje intermedio y transversal de la Iglesia del Parque Central de Miraflores, en una banca cercana a la puerta lateral del templo, antes de la misa dominical de 12. Entonces alguien presto quiso impedirlo argumentando que el sitio estaba reservado. Me torné como un resorte a mirar a la persona preguntándole si ahora la iglesia funcionaba igual que el teatro y el cine... Qué impresión, era Calderón Fajardo. Ambos fingimos no habernos reconocido y yo me fui a buscar otro lugar en que no incomodáramos a nadie al amparo de Dios. Después lo apercibí en muchas ocasiones en las misas de domingo. Descubrí que era un hombre de fe y de Fe Católica, lo que no es común entre nuestros escritores, por lo que pasó a ser también para mí un ser "indescifrable" ¡Ya tienes toda la muerte para descansar en los territorios maravillosos de San Juan!