19/9/09

JUAN CRISTÓBAL: EL POETA DE LA SABIDURIA Y LA RABIA POPULAR




Entrevista: Roland Forgues

1-Juan Cristóbal es un seudónimo. Tu verdadero nombre es José Pardo del Arco. Pero yo siempre te he conocido como Juan Cristóbal, nombre que adoptaste según me contaste alguna vez, en homenaje al héroe de Romain Rolland. ¿Qué sentido tiene esa identificación con un personaje literario?

RESPUESTA. El personaje Juan Cristóbal tiene dos facetas principales: es músico y es sensible a las causas sociales, es un revolucionario, por lo tanto un romántico, como decía el Che. Este último matiz me llevó a identificarme con el personaje, por eso lo utilicé cuando hice mi primera publicación, que no fue un poemario, sino un artículo literario. Creo que también lo adopte –y eso lo creo ahora- por otros dos motivos: porque mi nombre me parecía muy rimbombante y aristocrático, a pesar que mis padres eran de origen serrano, y también como una forma de olvidarme del nombre paterno, pues mi relación filial no fue nada agradable, más bien un recuerdo para dejarlo en el olvido.


2-Has nacido en Lima. ¿Qué recuerdos guardas del medio familiar y social donde naciste y te educaste? ¿Como fueron tu infancia y adolescencia? ¿En qué medida despertaron tu interés por la literatura y te orientaron hacia la escritura y la creación?

R. Mi medio familiar fue de clase media empobrecida. Por el lado paterno guardo los recuerdos más tristes. Por el lado materno, los más tiernos y dichosos. Mi madre era serrana, del pueblo de Mito, Huancayo, era hija de una ama de casa que fue embarazada por un párroco andaluz. Su vida laboral la comenzó como obrera en el Estanco del Tabaco, mientras mi padre fue guardia civil. A mi madre, de nombre Irene, le encantaba las fiestas y bailaba muy bien el huayno y las marineras. Mi infancia y adolescencia las pasé en Huancayo y Chosica, lugares de gran calidez -ya que era asmático-, sitios donde la naturaleza, la tranquilidad y los colores jugaban un papel fundamental en el desarrollo personal. Esos fueron, primordialmente, mis recuerdos familiares. En la casa vivía también un hijo, el mayor, de mi madre que había tenido en su primer matrimonio, Se llamaba Dagoberto, murió a los 50 años, cuando yo tenía 33, me había casado (con Carmen Castán) y tenía mi primera y única hija. Llegó a ser abogado y el Fiscal más joven de la Nación. Era un gran lector y amante de la música clásica. Le encantaba la Historia y la Literatura. El fue el que me inició en mis lecturas políticas y literarias, aunque no pudo con Beethoven ni Bach, pues yo siempre preferí a la Sonora Matancera o Pérez Prado. En cuanto a la creación, algo se desprende de toda esta circunstancia, pero fue, más bien, un descubrimiento personal, después que me enamoré, platónicamente, de una joven que vivía al frente de mi casa, en Chosica, cuando tenía 14 años y ella 13, a la que nunca le di un beso, pues nuestros encuentros eran solamente a través de las ventanas, para despedirnos con la mirada, a las 9 de la noche. De esa experiencia nacieron mis primeros versos, si bien ya había leído a Bécquer, Juan de Dios Peza y Amado Nervo, cuyo poema “En paz” todavía lo recuerdo y repito.


3- Desde tus años juveniles has sido un ser rebelde y contestatario. Sabemos de tu apoyo a la Revolución Cubana, de tu participación en las guerrillas peruanas, de tu apoyo al Frente de Liberación Nacional del Salvador, a los sandinistas de Nicaragua y a todos los movimientos de liberación nacional. Esto te ha valido distintas persecuciones. ¿Qué me puedes decir de ellas? ¿Cómo las has vivido y qué lecciones sacas del pasado?

R. Las lecturas políticas que me dio mi hermano mayor fueron, entre otras, las biografías de Lenin y Stalin, que marcaron, digámoslo asi, mi “destino revolucionario”, al igual que “La Madre” de Gorki y “Juan Cristóbal”, de Romaín Rolland. Cuando terminé secundaria mi hermano me mandó a España a estudiar medicina. Sería 1959. Allí viví en una pensión donde la dueña había sido hija de unoa españoles republicanos, quienes fueron asesinados por Franco. A ella la dejaron muy joven, pero cuando la conocí ya era mayor, tendrìa unos 40 años y estaba conectada a células clandestinas antifranquistas. Como llegamos a tener muy buena amistad y confianza, ella me utilizó (en el mejor de los sentidos) como un contacto con el exterior, pues la policía la perseguía abiertamente y no la dejaba movilizarse. En algún momento me enseñó las quemaduras que tenía en todo su cuerpo, por la represión y maltratos a la cual había sido objeto de muchacha, incluso me dijo que tenía cáncer al útero por las diversas violaciones a la cual fue sometida. Cuando regresé al Perú, por el año 60, supe, a los pocos meses de mi llegada, que había muerto debido a dicha enfermedad. Con ella actúe en muchas tareas que me encomendó. Ya llevaba el bichito de la militancia, por lo que no fue difícil incorporarme a la militancia política en la Universidad y en el país, de lo cual no me arrepiento, pues fraguó en mi la consecuencia socialista, que algunos llaman rebeldía. Esta adhesión me valió, en los años 65, cuando las guerrillas en el Perú, un año de cárcel, un exilio involuntario y 8 años de vida clandestina.

4-Tú perteneces a una generación de intelectuales marcados por el existencialismo de Sartre y de Camus y por la idea del compromiso del escritor con las luchas populares. ¿En qué medida Sartre y Camus han influido en tu visión del ser humano y de la creación?

R. Para mí, más que autores, fueron los hechos revolucionarios los que influyeron en mi visión del ser humano y de la creación en los 60. Fue la revolución cubana, las luchas campesinas con Hugo Blanco a la cabeza, la muerte de Javier Heraud y Edgardo Tello, las guerrillar del MIR y del ELN en el Perú. También la convulsión generalizada que se produjo en América Latina respecto a los movimientos de liberación. Igualmente, Vietnam, la guerra civil española, y demás movimientos sociales y culturales antisistema, como los beatniks, por ejemplo. Por supuesto, Sartre, Lenin, Marx, Vallejo, Mariátegui influyeron en nuestra visión. Sartre más que Camus.


5-Cronológicamente perteneces a la llamada generación del sesenta. Pero curiosamente cuando se habla de dicha generación pocas veces se menciona tu nombre, a pesar de que tu poesía trata de responder a los grandes desafíos que se plantearon los poetas del sesenta en la expresión de la realidad inmediata, de lo cotidiano con el uso de un lenguaje popular, a veces coloquial, sencillo y atento a la expresión de la vida diaria. Sin embargo en un bello artículo Cesáreo Martínez rinde homenaje a tu poesía y te hace justicia citando estas certeras palabras de Washington Delgado: "En las palabras de Juan Cristóbal aparece siempre la sed de justicia junto a la pura contemplación del cielo en las mañanas de estío, la melancolía de las tardes otoñales, el fuego de las noches de bohemia, la solidaridad de los desvalidos, luz que no se apaga, que no quiere apagarse en los tiempos oscuros". ¿Cómo te ubicarías tu mismo en el marco de dicha generación?

R. Alguna vez manifesté y varias veces lo escribí que la generación del 60 (en Lima) estaba constituída por tres tendencias: la de San Marcos (donde activábamos Juan Ojeda, Hildebrando Pérez Grande, Ricardo Ráez, Carlos Tincopa, Andrés Cloud, el suscrito, quienes publicamos una revista a mimeógrafo llamada “Piélago”, luego llegaron Rosina Valcárcel, Cesáreo Martínez, Gregorio Martínez y otros), la de la Católica (donde estaban Javier Heraud, Antonio Cisneros, Marco Martos, Livio Gómez, Mario Razzeto y otros), y el grupo Primero de Mayo (donde activaban Leoncio Bueno, Mazzi, Julio Carmona y Loayza). En algún momento los de la Católica se inscribieron en San Marcos (las universidades, en ese tiempo, jugaron un papel fundamental en el aglutinamiento de las labores académicas y sociales) estableciéndose algunas relaciones amicales, por ejemplo, yo edité un libro para jóvenes llamado “Gidumot”, con dibujos de Antonio Cisneros y Arturo Corcuera. La diferencia, si se quiere, y esto es un poco forzado, se daba por la extracción de clase. Mientras los de San Marcos éramos de clase media baja, los de la Católica eran de clase media alta. Los de Primero de Mayo eran trabajadores obreros, con los que nosotros, los de San Marcos, teníamos buena y mayor relación, incluso dábamos recitales juntos en algunos sindicatos. Esto marca, posteriormente, especialmente en la hora actual, una línea de compromiso más resuelta respecto al socialismo y al compromiso y seriedad militante, incluso dentro de las propias tendencias, ya que no todas fueron homogéneas, y resalto esto pues a nivel individual hubieron graves deserciones, ya que todas tenían el sello distintivo de ser izquierdistas, no necesariamente comunistas o socialistas. Con esto te quiero señalar y significar, la otra parte de tu pregunta, que es importante saber quién maneja o influye en las riendas culturales para ser reconocido o nombrado, ya en los textos críticos, estudios o antologías literarias. Actualmente, los que estuvieron más cerca de la Católica (y sus amigos) están determinando la vida cultural del país, ya en los circuitos oficiales, como en los medios de comunicación, por lo que algunos de nosotros, debido a nuestro compromiso militante, no somos reconocidos o nombrados. Te doy un ejemplo primariamente palpable. Luis Hernández es “reconocido”, para ese sector oficial, como una voz determinante en la cultura peruana, y eso, para mi, no es exacto ni es verdad, Juan Ojeda es el poeta más importante del 60. Más importante, incluso, que los ya reconocidos Cisneros o Hinostroza. Esta es, por supuesto, no sólo una visión de clase, sino también literaria. Desapasionadamente literaria.


6- Desde el punto de vista literario, has venido construyendo a lo largo de los años un universo poético en que se reúnen la fuerza de la protesta y el lirismo del canto que apunta a la solidaridad de todos los seres humanos.

R. Y también rescato la jerga, el coloquialismo, la intimidad y sabiduría popular, tratando de ahondar la expresión y temas del Movimiento “Hora Zero”, que fue el punto de partida y los cimientos de esta época poética. Y en los últimos libros que estoy escribiendo (que corresponden a una saga de tres) me incorporo más al conceptualismo e intimismo existencial, a la denuncia del sistema desde la visión de una conciencia desesperanzada. Pero vaya una confesión. Quien me descubre que voy construyendo, a la par, un universo lírico y onírico pero a la vez lleno de notas marginales es Antonio Cornejo Polar, y para mi eso fue un gran descubrimiento, pues si bien lo sentía externamente, jamás pensé que lo estaba elaborando internamente y reproduciendo en mi poesía. Todo fue una labor inconsciente. Fue una enorme alegría haberlo sabido, gracias a ese ojo avizor y maestro de Antonio Cornejo Polar, que fue una de las conciencias lúcidas en el pensamiento literario y cultural de muestro país.


7-.En tus últimos libros de poesía, en especial, se nota una inclinación al lenguaje oral, a la norma del lenguaje de la calle, a ratos a la violencia verbal, ¿es que como dice Vallejo:"Quiero escribir y me sale espuma"?

R. Vallejo es un norte importante, pero también lo es la realidad y la configuración heterogénea de nuestra sociedad y cultura, nuestra pobreza y subdesarrollo, la corrupción de nuestras clases dirigentes, la explotación, muerte y desaparición de nuestros dirigentes populares. Y eso no puede dejarse de lado. Marca con fuego la piel de nuestros sueños.


8-Una de las constantes de tu poesía es la presencia y utilización de lo onírico. ¿Se debe ver allí una influencia del surrealismo, como se ha dicho alguna vez, o tan simplemente es la trascripción de tus propios sueños, de tus fantasmas? ¿Han tenido alguna influencia en ti poetas como Breton y Eluard? ¿Cómo aprecias por ejemplo en el Perú la poesía de César Moro y de Paco Bendezú que van un poco por esa línea?

R. En “El osario de los inocentes” està muy marcado lo que dices. Hay una gran influencia del surrealismo, especialmente de Paul Eluard. Eso no lo puedo negar. Después hay un enfrentamiento a la realidad cotidiana, a los recuerdos de la infancia, especialmente en mi libro “Poblando los silencios”, que tiene una gran influencia de Jorge Teillier, ese enorme poeta chileno, con el cual escribimos, al alimón, “La isla del tesoro”, que es otro de los tonos y vertientes de mi poesía, pues allí rescatamos y revaloramos en lenguaje de los piratas y bucaneros.. Para mi no hubo ninguna influencia de ningún surrealista peruano. Solamente la gran amistad con Paco Bendezú fue mi influencia. Por lo general (y refiriéndome solo a la poesía peruana), hay poetas que me influyen más por sus vidas que por sus obras, por ejemplo Martín Adán, Gustavo Valcárcel, Paco Bendezú. Hay poetas que me influyen por sus vidas y sus obras: Jorge Teillier, Juan Gonzalo Rose, Romualdo, Juan Ojeda, Cesáreo Martínez. Y hay personajes no literarios (y aquí incluyo a personajes no peruanos) que tambien me han influenciado enormemente: la ternura de mi madre, la soledad de mi madrina Leonor, el silencio de mi tío Nemesio, un arriero que murio a los 100 años, la alegrìaexplosiva y vital de mi hermano Dagoberto, Garrincha, Bob Marley, el gasfitero de la Huaca de Magdalena, Félix Blas, un exconvicto y ahora pequeño empresario, Pocho Sáenz, etc. Las influencias son muchas y variadas, y no de fantasmas. Como la vida, como en el amor.


9- Otro de los grandes poetas continentales que me parece haberte mostrado la vía de la poesía comprometida es el chileno Pablo Neruda

R. Pablo Neruda es inconmensurable, nadie puede haber estado fuera de su órbita, pero los que se enceguecieron con su verbo sideral se perdieron en el espacio. Pero la órbita de Vallejo es más tenaz, lacerante, humana y duradera Y no lo digo por patrioterismo, sino porque lo siento. Algo parecido nos enseñó, en pedagógico artículo, Mario Benedetti.


10- En tu poesía es visible la adhesión a las luchas sociales, de manera continua, permanente, aun en los poemas oníricos. ¿Estás satisfecho de los logros líricos que has alcanzado?

R. Nadie puede estar satisfecho en literatura con lo alcanzado, siempre se quiere y se exige más. En eso estamos. Pero nunca es suficiente. Nada de lo escrito es suficiente. Sin embargo, me hubiese gustado ser más un guerrillero que un onírico o un lírico existencialista, hubiese colaborado más con la humanidad.


11- El carácter realista y combativo de tu poesía se inscribe un poco en la línea de la “poesía concreta” de tu compatriota y amigo Alejandro Romualdo. ¿Crees tú en la poesía como arma de combate, como dice Celaya?

R. Todo lo que favorezca para combatir al sistema capitalista expoliador y deshumanizador. ahora transnacional, serà siempre bienvenido y un arma de combate. Y la palabra lo es, por supuesto. Pues con la palabra (y la religión), como decía Manuel Scorza, nos conquistaron. Y después con la espada y la mentira. Y es con la palabra, como uno de los sustentos fundamentales de la lucha, con la cual nos tenemos también que liberar, creando una nueva forma de expresión. Y en ese combate seguimos (desde lo onírico o existencial), aunque algunos crean que solo la literatura o cultura salvará al país. Son los paraísos artificiales de la memoria.. La lucha, necesariamente, tiene muchos caminos, atajos, frentes y manantiales. Pero la definitiva es la lucha de clases en su máxima expresión.


12- En tu libro de poemas más reciente Para olvidar la muerte (2008) nos propones una reflexión sobre la muerte. Para el poeta vivir es morir un poco cada día. ¿De dónde te viene esa preocupación por la muerte? ¿De tu educación judeocristiana?

R.Seguramente, esa preocupación me viene por mi educación judeocristiana, de la cual no soy culpable, aunque fui en algún momento su monaguillo. Pero luego me viene por los años que he vivido, por las desesperanzas que he sufrido, por las desilusiones que he padecido. Todo ello hace un complejo de situaciones de las cuales es imposible escapar sino es con la muerte misma, aunque me atengo a lo que decía alguien, para calmar, tal vez, estas cargas emocionales, que la muerte es la vida real, mientras que la vida que vivimos es la muerte virtual. O sea, es más cierta y perdurable la muerte que la existencia que vivimos. Existencia que se parece mucho al infierno celestial.


13- En el 2004 publicaste un nuevo libro Final de vida y afirmaste entonces que no volverías a publicar. ¿Por qué tomaste esta decisión que, felizmente para nosotros lectores, no has cumplido?

R: Por todas las desesperanzas y desilusiones que pasé, lo que me llevó a pensar no sólo en el final literario, sino también en el existencial. Decisión de la que todavía no salgo del todo, pues aun permanecen ciertas dudas sin resolver.


14- En alguna oportunidad declaraste que Final de vida fue producto de una profunda y grave desilusión en varios terrenos: emocional, político, social, humano y literario. Podrías concretar estos puntos

R. Concretar o puntualizar detalladamente esta pregunta sería romper ciertos códigos morales. Pero podría decirte que esa desesperanza y desilusión se tradujo por traiciones, infidelidades, desvalorizaciones y deshumanizaciones del ser humano en todos los terrenos que mencionas. Y eso fue culpable, no solo la conducta de ciertos escritores y amigos incluso la personal, sino especialmente, la década del 90 cuando gobernaba Alberto Fujimori y Vladimiro Montesinos, donde hubo de todo en el clima que se creó: desde mentiras, rapiñas, corrupción hasta muertes y desapariciones. Eso me trajo una conmoción en todas esas áreas mencionadas. De allí la saga de mis tres últimos libros que tienen como tema general la Memoria de lo Absurdo (1,2 y 3), cuyos títulos te los adelanto como primicia: Estas hórridas mañanas, Kafka y La desilusión de los burdeles (preguntas inconclusas).


15-Tu libro Poética (2007) que en realidad es la reorganización de la tercera parte titulada “¡el muerto orina!” de tu libro Final de vida, viene con epígrafe de Bukowski que dice “los tontos crean su propio paraíso”. ¿Qué has querido decirnos con ese epígrafe, unido al irrespetuoso subtítulo “¡el muerto orina!”?

R. “Poética” quería señalar y significar el término de mi matrimonio con la poesía, y como todo término matrimonial, atravesado por infidelidades, incongruencias y mentiras (fundamentalmente por parte de ella), tenía que acabar con diatribas espantosas. No había lugar a otro fin, aunque algunos sigan pensando que la poesía es un paraíso, para mí era, fue y es un infierno en esta sociedad. Y lo sigue siendo, por supuesto. Pero mucho más aguantable en la actualidad, tal vez por los poco años que me quedan. Lo que me hace más incrédulo, ingenuo e inocente. “¡El muerto orina!”, que no tiene nada de irrespetuoso, trata de simbolizar que los muertos (los desilusionados) también viven y a veces están más presentes que los propios vivos, por eso no creen en paraísos artificiales ni celestiales. El paraíso es su propia vida, es decir, su auténtica muerte.


16-En una nota previa dices que desearías que tu poemario fuera entendido como “la afirmación de una negación, en su dialéctica y debida continuidad”. ¿Qué entiendes exactamente con estas ambivalentes palabras?

R. Que lo que negaba debía ser una afirmación en su proyecto de continuidad o realización, en la medida que siguiera realizándose (cuestión que felizmente se hizo). Que lo que estaba escribiendo, al negar la poesía, al mandarla a la mierda y tratarla con las peores injurias y maltratos, la estaba afirmando y era feliz en eso con ella, pues nadie que no es feliz no insulta ni se encanallece.. No por la injuria o negación en sí misma, sino por la existencia de la Poesía, lo que me motivaba dicha reacción y provocación. Ojala ahora se entienda, lo que tú llamas, esas “ambivalentes palabras”. Y tal vez tengas razón, pues la relación con la Poesía es multivalente.. .


17-En este libro expresas como una suerte de testamento poético, de acentos martinadanescos, lleno de desengaño y que de algún modo estaría condenando toda tu creación anterior por haberte traído la Poesía el tomento y la desdicha en lugar de la paz y la felicidad. Así confiesas, entre otras cosas:” pues tú Poesía / me desengañaste para siempre / me mandaste a la mierda / me hiciste chupar las sieteraíces en los bares / y me hiciste bajar y subir como un torpe cobrador / en los paraderos más irresponsables de las combis / diciéndome con tu cara de vaca degollada / la vida es una mierda / una simple palabrita / merodeando por las cuevas / sin nombre del mercado”

R. Creo que está respondido en la anterior pregunta, aunque valga una interrogante, ¿por qué tomar el nombre de la Poesía literalmente?, ¿y si significase Mujer, Vida, Patria o Muerte, me preguntarìas lo mismo? En lo que discrepo con la pregunta es en dos formulaciones: el trabajo poético en estas tierras americanas, con este sistema que vivimos, jamás nos puede traer felicidad, sino todo lo contrario, el infierno, que sin embargo nos ayuda a enfrentarnos tercamente a esta realidad lacerante y deshumanizada, y en segundo lugar, que exista un acento martinadanesco en esos versos, creo que hay mas bien un tono de voz apesadumbrado y excluído, incomprendido. La voz de Martín Adán era y es sublime, trascendente, mi tono de voz es peligrosamente marginal, casi suicida. Antisublime y antitrascendente. Todo lo contrario al de Martín Adán.


18-Y sin embargo no puedes obviar la práctica poétíca, no puedes pasarte de ella, como si frente a los avatares de la existencia, a las frustraciones ideológicas, la Poesía, fuera en última instancia tu razón última de vivir: “sin embargo /quiero que recuerdes mi querida Poesía /estas inútiles palabras /que no pretenden ser la limosnita de los ciegos /el agua bendita de los curas /el testamento verdadero de los muertos /sino esa terca soledad /atragantada como una hormiguita colorada / entre los fierros oxidados de las ruinas / pues desde hoy / y tenlo muy presente /amiguita de mi vida / donde quieras que te encuentres / te ametrallaré tu culito rosado de gaviota malnacida /para que sepas / alcahueta de mierda /que la desgracia es de todos / y no solamente tuya /o de tu cándido y prófugo delirio /maldita seas desgraciada”. Y al final te ubicas en la línea de los “poetas malditos”. ¿Qué es exactamente para ti la Poesía y qué representa la práctica de la escritura?

R. La poesía, como teoría y práctica ideológica, encuentra su materia prima en la experiencia personal y en la realidad concreta que la impulsa, en esa medida es la conciencia, o trata de ser, la conciencia de esa realidad y de esa vida, simbolizando, a través de todas sus combinaciones y expresiones verbales, el sentimiento y el pensamiento de esa realidad y de la historia que la sustenta, de los surcos que le abren paso, de los muros que tratan de detenerla. Pero la poesía no se queda en la expresión, produce alteraciones peligrosas (valorativas y transgresoras) en la psiquis del autor, por eso es que toda poesía corresponde a determinados sentimientos sociales e ideológicos (a favor o en contra del futuro). Esta es para mi la pràctica de la escritura, el papel que juega en mi la poesía. Decir que me ubico en la línea de los “poetas malditos” es un halago. O no conocer bien a los “poetas malditos”. Soy más bien un poeta que trata de respetar con el mayor decoro al socialismo.


19- En 1998 publicaste Aguita 'e coco, un conjunto de relatos testimoniales, recogidos en largas conversaciones y escritos con un lenguaje que procura guardar la savia de la oralidad. ¿Qué motivó este experimento tuyo?

R. Testimoniar una parte de mi experiencia: el haber sido periodista, el haber conversado con diferentes seres humanos, especialmente marginales, y rescatar de ellos su esperanza de vida y la sabiduría de su existencia, lo que admiraba enormemente pues yo estaba siempre con un pie en el estribo de la muerte, a pesar de tener mejores condiciones materiales de vida. Ese libro es un homenaje a esos seres anònimos que son capaces no sólo de bailar, reir, amar, beber infinitamente, a pesar de la pobreza de sus vidas, sino mandar a la mierda esta existencia que los maltrata y humilla desde la esperanza agujereada de sus sueños..


20-Tu último libro es un libro sobre la violencia La memoria de un arma (masacres andinas), sobre los habitantes de la región de Ayacucho durante los gobiernos de Belaúnde Terry y de Alan García (1985-1990) Las masacres persistieron y se acrecentaron durante la dictadura de Fujimori y de Montesinos ¿por qué no has extendido tu estudio y tu denuncia a ese período?


R. Ese libro no es de poesía, sino una experiencia periodística. En algún momento trabajé en algunos diarios en el área de derechos humanos, especialmente en los años 80, los primeros de la subversión, por eso las masacres que se testimonian suceden fundamentalmente en Ayacucho, por eso una ONG no lo quiso publicar, aduciendo que eran prosas “prosenderistas”. En el prólogo hago un deslinde sobre ello. Problemas de salud no me permitieron seguir con esa línea y con un ángulo que me hubiese gustado investigar: la corrupción de las Fuerzas Armadas, tirando por la borda el mito que son “las fuerzas tutelares de la Nación”.


21- Durante el primer gobierno de Alan García publicaste un libro sobre los héroes, fundadores y luchadores primigenios del Apra ¡Disciplina compañeros! como para refrescar la memoria de Alan García.... ¿Qué opinas del nuevo gobierno de Alan García?

R. Sería mejor preguntar ¿qué pienso ahora del APRA? Creo que el APRA como organización política ya no existe. Ahora es una mafia de pillos capaces de engañar, mentir, corromper, pero sobre todo matar, de alló la creación de sus grupos paramilitares, como se vio en el juicio a Fujimori. El APRA es una organización, en la actualidad, muy parecida a la mafia de Al Capone. Su antiimperialismo se ha ido al tacho de basura. Ya no hablan del cachorro Seoane porque les trae pesadillas antioligárquicas y divisionistas. Ahora prefieren lucir a Mantilla con Montesinos, a Giampietri (un asesino de la Marina y actual vicepresidente) junto a García, a los secretarios generales (que no vale la pena ni nombrarlos) con la pandilla fujimorista del Congreso. A eso han llegado. El destino político los ha abandonado y se los ha tragado la historia, la mentira y la corrupción. Estàn en uno de los círculo del Dante.


22- ¿Como te sientes hoy en día como poeta y como ciudadano?

R. Poeta y ciudadano no son dos cosas diferentes, aunque algunos críticos y reseñadores culturales lo entiendan asi.. Son una misma esencia y una misma forma. Y a ese ser, constituido de esa forma. en su compleja integridad moral, social y cultural, hay que enjuiciarlo, no pasarle mocos por babas. Si hubiese necesariamente alguna preferencia te diría, preferiría ser un ciudadano honrado antes que un escritor traidor. Jamás como Borges o Vargas Llosa.


23- A pesar de todo, ¿sigues creyendo en el socialismo?

R. A pesar de la caída del muro de Berlín, de las hipocresías y mentiras de los países que se dijeron socialistas, sigo creyendo en el socialismo y en el Che, a sabiendas que el socialismo tampoco es un paraíso, sino un infierno (tan temido) y diferente: el de un momento de la lucha de clases donde se enfrentas las fuerzas consecuentes contra las antihistóricas, es decir, contra los náufragos de la clase dominante.. Como decía sabiamente Benedett: sigo creyendo en el socialismo, pero en esta hora, desde la desilusión y desesperanza. Lo que equivale un nuevo tipo de esperanza. La esperanza de los abuelos.

Couyou, septiembre 2009


17/9/09

EL AGUSTIROCK 2009


YA LLEGA


EL AGUSTIROCK

Grass

2009


! PREPÁRATE ¡






Grupo: Vanguardia Del Proletariado






La Sonora Del Amparo Prodigioso




Los Mojarras



Loco Ven




Y MUCHAS MÁS BANDAS

VISITACIONES Por: Fernando Carrasco Núñez


Acaba de salir después de un buen tiempo de trabajo el libro "La Muerte y Otras Traiciones" del narrador Fernando Carrasco, que próximamente se estará presentando, además en esta ocación presentamos uno de los cuentos del libro titulado "Visitaciones" como un previo antes de tener el libro en las manos.

Saludos por esta nueva obra que de seguro será del agrado de todos.
William G.P






Visitaciones

Para María Lequernaqué

I

Mario oye el chirrido de los goznes de la puerta y, extrañado, aparta la mirada del libro que está leyendo en la penumbra de la sala. Comienza a temblar. La luz mortecina del lamparín le permite entrever, con los ojos dilatados, la enorme puerta principal de la casa que ha comenzado a abrirse muy despacio. Percibe un vaho tibio extendiéndose por toda la sala. Permanece absorto unos segundos, pero al instante el miedo comienza a disiparse y siente que una grata sensación lo va envolviendo al punto que descubre el rostro de Mariella asomándose tras la puerta. Se pone de pie con rapidez. Mario ha esperado esa visita con mucha ansiedad.

—Hola, Mario —dice la muchacha con una voz dulce y delicada que él recuerda con ternura—. Ya estoy aquí. ¿No te parece que esto está muy oscuro? Al menos corre algunas cortinas o enciende las luces. Apaga esa lámpara, Mario.

—No, déjalo así. No enciendas las luces, por favor. A mamá no le gusta. Ya la conoces. Acércate. ¿Sabes que me alegra tu presencia, Mariella? Te estuve esperando mucho tiempo —Mario le aproxima una silla—. Toma asiento, por favor.

— Gracias, Mario. Pero cuéntame, ¿cómo te trata la vida?

—Todo es muy difícil. Es insoportable lo que estoy pasando. ¿Sabes? El infierno está en esta misma vida. Salvo la abuela, nadie quiere comprenderme. Nadie quiere perdonarme, ni siquiera la pequeña Florcita.

—Ya olvídate de eso, Mario. No debes causarte más daño. Ahora dime, ¿para qué me requerías con tanta urgencia?

De súbito, Mario comienza a temblar nuevamente. Mira hacia los costados, estremecido. Se muerde los labios. Siente un ligero mareo y se sujeta del borde de la mesa. Aparta un poco el vaso de agua que estaba bebiendo y luego fija su mirada en el tubo del lamparín.

— Quisiera que me perdonaras, Mariella —Los ojos de Mario comienzan a llenarse de lágrimas—. En realidad, yo nunca quería alejarte de mí. Todo se dio en forma inesperada. Te extraño mucho. Estoy muy arrepentido, lo juro.

—No debes llorar en vano, Mario. Lo que sucedió, tal vez como dijeron muchos, me lo busqué yo misma —Mariella lo acerca hacia su pecho y le acaricia los cabellos—. Si yo no hubiera sido tan amiguera nada hubiese sucedido. Tú nunca hubieras dudado de mí.

—Pero si yo no te hubiese descuidado tú nunca te habrías metido con ese tipo, y nada malo te hubiera pasado después.

—Yo nunca me metí con nadie, Mario. Entiéndelo de una vez. Siempre te amé solo a ti. Tú cambiaste después del accidente de tu familia. Te culpabas por lo sucedido. Mirabas cosas que no existían. Dudabas de todo y de todos. Poco a poco te fuiste alejando de mí y me dejaste de querer. Lo más sensato era culminar nuestra relación, pero yo me aferraba a ti ciegamente. Después todo empeoró y terminamos. Lo que sucedió luego conmigo no fue tu culpa. Yo me lo busqué y punto.

—No debí descuidarte nunca, Mariella. Perdóname, por favor —Mario suspira, se muerde los labios y recuesta su rostro en el regazo de la muchacha.

—No tengo nada que perdonarte. No guardo ningún rencor por ti, ni por nadie—. Mariella levanta el rostro de Mario con ambas manos, y le mira los ojos anegados por las lágrimas. Luego le besa los labios con ternura y deleite.

Mario oye ruidos que llegan del segundo piso y se aparta aterrado de Mariella. Queda en expectante silencio mirando la escalera que lleva hacia las habitaciones de la segunda planta. Al poco rato descubre con recelo que su madre comienza a descender la escalera lentamente, ayudada de un bastón. A Mario le perturba mucho el crujir de las maderas. Se tapa las orejas con ambas manos. Cuando su madre llega al primer piso, siente que ella lo hiere furiosamente con la mirada.

— ¿Ya estás bebiendo otra vez? — le increpa con aspereza.

—No, madre. Ya no bebo desde hace mucho tiempo. Usted lo sabe.

— ¡Ya cállate y deja de hablarme como un imbécil!

—Está bien, madre… Perdóneme, por favor.

—No te perdono nada, idiota. Nunca te perdonaré lo que nos has hecho.

Mario observa a su madre marcharse hacia la cocina rengueando sin haber posado un instante sus ojos en Mariella.

—Ya ves, Mariella. Todos los días la misma escena. Siempre me recuerda la noche del accidente y me acusa de estar bebiendo. Aunque ella sabe que he dejado la bebida hace mucho. Ya no bebo, te lo juro.

—Lo sé, Mario, lo sé —Mariella le acaricia la mejilla.

—Todos los días es lo mismo. Cuando vuelva la abuela se lo diré. Ella no cree que mi madre aún se niegue a perdonarme. No me cree nada.

—Creí que tu abuela ya no estaba aquí, Mario.

—No, Mariella, la abuela sale a trabajar muy temprano todos los días y vuelve al morir la tarde. Yo la espero en casa siempre. Ella no permite que la acompañe. No permite siquiera que me acerque a la calle. Cuando vuelva le diré todo lo que mi madre me ha dicho ahora.

—Aún está resentida contigo, pero ya se le pasará, Mario. Todo es cuestión de tiempo.

— ¡Pero ya ha pasado mucho tiempo! ¿Cuánto más debo esperar? —Mario se exaspera y se incorpora bruscamente, arroja el libro contra uno de los cuadros que adornan la enorme sala de la casa. El vaso de agua se vuelca sobre la mesa y el lamparín se tambalea un instante. Mario enrumba tembloroso hacia la cocina; sin embargo, se detiene a medio camino y se deja caer sobre las maderas del piso.

—¡Esto es el infierno, Mariella! —grita una y otra vez. Se coge la cabeza, se muerde los labios y comienza a llorar.

II

— ¿Oyes la canción?

—Sí, Mario. Es un vals muy antiguo.

—Es papá. Casi nunca quiere bajar de su habitación, pero todos los días, a esta misma hora, pone ese disco a todo volumen.

— ¿Por qué?

—La noche del accidente discutíamos, pues yo quería que quitara esa música del auto. Esos valses viejos nunca me gustaron. Ahora, cada vez que la abuela sale de casa, él aprovecha para agobiarme. Es su manera de culparme por lo que pasó esa noche.

— ¿Entonces la discusión propició el accidente?

—No fue ningún accidente, Mariella. No, no. Sí fue un accidente. Claro que fue un maldito accidente. Pero se produjo porque yo fui a recogerlos de su reunión algo embriagado. Por eso perdí el control del auto… y ahora ninguno quiere perdonarme.

—Ya te perdonarán. No llores nuevamente, por favor.

— Está bien, ya no lloraré. Pero dime, ¿ahora escuchas esos ruidos? ¿Los oyes?

—Sí. Los oigo.

— Han comenzado a bailar. Ahora no se detendrán por más que grite una y otra vez. Ojalá Florcita vuelva pronto del colegio. Ella suele venir al mediodía.

— ¿La pequeña no está en casa?

— Ya debe de llegar. Aunque ella también se muestra enojada conmigo, a veces logra detenerlos y viene a hacerme compañía, aunque no me dice nada. Se sienta a mi lado y permanece callada todo el tiempo.

—Bueno, entonces no te preocupes. Ya llegará Florcita o tu abuela.

—Pero esos ruidos me molestan y la canción me desespera terriblemente. Me recuerda la noche del accidente. Los gritos, la sangre, el fuego…

—No los oigas, Mario. Olvídalo todo. Mejor acércate y bésame como antes. Ven.

—No, suéltame. ¡Qué pretendes!

—Ven, Mario. Ven a mi lado. Tú quisiste que viniera, ¿lo recuerdas?

—Sí, pero yo solo quiero que me perdones, que también me dejes en paz.

—Ya te he perdonado, mi amor.

—No me hables de esa manera. Pareces una mujerzuela. Por eso te pasó lo que te pasó. Yo no tengo la culpa de nada.

— Claro, Mario. Tú no tienes la culpa de nada. Yo soy la única culpable. Ven. Ven conmigo.

— Nooo ¡Vete de aquí! ¡Vete! ¡Vete yaaa! ¡Váyanse todos de una maldita vez!

III

Mario observa que la sala de su casa está hundida en una densa oscuridad. Apenas logra percibir los muebles más grandes. El silencio también ha calado en cada resquicio. Pero siente un extraño olor que lo cubre todo, un olor como a tierra reseca que le inunda los pulmones. De pronto, nota que la puerta principal se abre lentamente y un chorro de luz riega una parte del amplio salón. Ve que su abuela recorre con la mirada todo el lugar y lo descubre acuclillado en un rincón.

— ¿Qué haces allí, Marito?

—La estaba esperando, abuela. Y la mecha de la lámpara se acabó.

—Pero te he dicho, muchacho, que enciendas las luces de la casa.

—Es que mamá…

—Nada que mamá. En esta casa mando yo. No lo olvides.

—Está bien, abuela, pero…

—Y ya déjate de esas tontas historias.

—Pero abuela hoy mamá también me reprochó lo de siempre. Y hasta se mostró algo grosera con Mariella.

—¿Mariella?

—Sí, abuela, mi antigua novia Mariella. ¿La recuerda?

—Claro, claro que la recuerdo. Esa muchachita también te trajo muchos problemas y sufrimientos. ¡Así que ya olvídala de una vez!

—Después comenzaron a bailar en su habitación, abuela, como siempre lo hacen.

—¡Ya basta, Mario! ¿Hasta cuándo te vas a seguir martirizando por la muerte de tus padres y Florcita? Ellos ya no están. ¿Entiendes? Ya no están más. Lo del accidente no fue culpa tuya. Esa noche estuvo lloviendo y por eso el auto resbaló. Todos sabemos que no fue culpa tuya, hijo. Debes superar ese problema. Así como debes olvidar de una vez por todas a esa muchacha.

—Ella también vino a visitarme, abuela. Y yo le pedí que me perdonara por todo.

—Mira, Mario, las cosas ya se dieron y no hay vueltas que darle. Tú sabes que ella se lo buscó por andariega. Recuerda que ella te engañó. ¿Recuerdas? Tú mismo me lo contaste. Por eso yo te ayudé a ocultarlo todo aquella vez. Una mujer así no vale la pena, hijito. Tú no eres culpable de nada, corazón. Deja de mortificarte ¿sí?

—Pero, abuela…

—¡Y ya basta de estas cosas he dicho! ¡Me perturbas, hijo! Si continúas con estas historias tendré que regresarte al nosocomio adonde fuiste a parar después del accidente.

—No abuela, por favor. No quiero volver a ese lugar. A ese lugar no. Yo ya estoy curado. Ese lugar es peor que el infierno. Lo juro, abuela, es peor que este maldito infierno…

—Basta, muchacho. Cállate. Tranquilízate. ¡Basta he dicho! ¡Deja de gritar! ¡No te me acerques! ¡No te me acerques más! ¡Aléjate de mí!

Mario continúa gritando una y otra vez. Recorre por todo el salón como persiguiendo una sombra. Tumba la mesa, las sillas. Patea el libro, las paredes. Se tira de los cabellos, se muerde los labios. Golpea su cabeza contra la pared. Y de pronto la puerta se abre estrepitosamente. Tres enfermeras y un médico ingresan a la habitación. Le inyectan un sedante.

—El muchacho está peor que nunca, doctor. Estuvo hojeando un libro muy tranquilo y de pronto comenzó a encender y a apagar las luces hasta que terminó a oscuras. Después empezó a llorar, a imitar diferentes voces, pero terminó gritando y tumbándolo todo, como puede ver.

—Es un caso difícil. Debemos tener mucha paciencia. El muchacho ha perdido a toda su familia. Sus padres y su hermanita murieron en un accidente automovilístico donde solo él sobrevivió. Al poco tiempo sus traumas y los celos lo empujaron a matar a su novia. Ocultó el crimen gracias a la ayuda de su abuela, pero ahora que también la ha asesinado brutalmente se ha descubierto todo. Aquí lo tendremos durante mucho, mucho tiempo.

FERNANDO CARRASCO NÚÑEZ

LIMA, 1976. ES EGRESADO DE LA UNIVERSIDAD NACIONAL DE EDUCACIÓN ENRIQUE GUZMÁN Y VALLE LA CANTUTA Y SIGUIÓ UNA MAESTRÍA EN LITERATURA PERUANA Y LATINOAMERICANA EN LA UNMSM. HA SIDO DISTINGUIDO EN DIFERENTES CERTÁMENES LITERARIOS. SU LIBRO CANTAR DE HELENA Y OTRAS MUERTES RESULTÓ FINALISTA EN EL SEGUNDO CONCURSO DE CUENTO Y POESÍA DEDO CRÍTICO 2004


16/9/09

Marco Antonio Corcuera: el poeta descansa


Texto de Eduardo González Viaña, como un sentido homenaje al poeta Marco Antonio Corcuera (recientemente fallecido):


Siempre que pienso en Marco Antonio Corcuera, lo imagino joven, flaco, con un tic nervioso y enfundado dentro de un terno que le flota. Fue así como lo vi la primera vez que en mi vida vi un poeta. Primo de mi padre y abogado joven de su estudio jurídico, así lo vi cuando yo era niño y adolescente.
Cuando entré a la Universidad Nacional de Trujillo, al lado de mis amigos del grupo “Trilce”, alterné con él y otros dos poetas asombrosos, Horacio Alva Herrera y Wilfredo Torres Ortega. No me quedó duda entonces de que para ser poeta era condición la flacura, el humor y la mayor elegancia.
Esa imagen suya no ha dejado de aparecer en la poesía del Perú desde 1940 en que ganó los Juegos Florales de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, junto al contumacino Mario Florián, el celendino Julio Garrido Malaver y el cajamarquino Napoleón Tello Rodríguez.
En los cincuentas, comenzó a publicar “Cuadernos trimestrales”, la primera revista completamente de poesía editada en Trujillo y destinada a poetas y a lectores de todo el planeta. El año 60, su concurso literario “El poeta joven del Perú” descubrió a César Calvo y Javier Heraud, y comenzó a difundir y consagrar a jóvenes que, de otra manera, no habrían sido considerados en esa especie de corte que es el mundo de las letras.
Aparte de las tareas de este desbordante agitador de la poesía, su propia obra es una límpida cantera cuya sencillez invita a leerlo y a recordarlo así como a escribir y a vivir como él en olor de poesía: como él mismo lo diría, con el corazón tendido como una baraja.
La última década del siglo XX, visité al poeta en su casa todas las veces que llegué al Perú y siempre leímos juntos el mismo libro, una antología de sonetos hispanoamericanos. Fanáticos como somos ambos del soneto, coincidimos en que el castellano es la lengua más pura del mundo porque solo con ella se puede remontar a tanta altura y convertir al idioma en una lengua del cielo.
Cuando Marco Antonio sufrió el ataque cerebral que lo postró hace nueve años, viajé desde EEUU a visitarlo. En Lima, una persona ajena me dijo que visitarlo era un error porque el poeta era pero ya no era. No le creí. Fui a su casa en Trujillo. Me puse al lado de su cama con el libro de sonetos, y comencé a leerle los que más nos gustaban, y nos gustan. El que no era volvió a ser el que era y es. Me sonrió. Y allí nos quedamos leyendo toda la tarde y todo el tiempo como lo vamos a hacer cuando no exista el tiempo y nos encontremos en el cielo.
Esta mañana, el periódico dice que Marco Antonio se ha quedado dormido para siempre, y eso no lo creo posible. En vez de quedarse dormido, el poeta ha despertado del sueño que es la vida a la inmensa y permanente vigilia que nos espera en los cielos. Levanto los ojos y entiendo para qué sirve la poesía y veo cómo marcha hacia la luz Marco Antonio y cómo se lo lleva el viento, corazón tendido contra la corriente.
Perfil
el poeta. Nació en Contumazá, Cajamarca, 1917. Estudió derecho en la U. de San Marcos. Publicó, entre otros libros, Sonetos transitivos, Tala en el silencio, El salmo herido, Agua de tiempo .

Testimonio de parte.
Y aparte del sentido texto de Eduardo González Viaña, yo, como Director de BOSQUE DE PALABRAS, deseo agregar mi versión de esa existencia, mi visión del poeta, a quien conocí en la entrega de los premios de la IV edición de "El poeta joven del Perú" (1975). Luego de la ceremonia oficial, en el Municipio de Trujillo, él ofreció un ágape en su hogar. Allí estuvieron algunas de las personas que menciona González Viaña, como es el caso de Horacio Alva; pero también asistió Eleodoro Vargas Vicuña y Rita Pezet, entre otros. Y Marco Antonio, con su mirada triste y su elocuente mutismo, derrochaba generosidad y bonhomía. Conversamos muy poco (casi nada sobre los resultados del concurso), pero de esa breve comunicación extraigo la gran enseñanza del poeta (como todo quien lo es): la modestia o la sabia reserva. Lo dice González Viaña: el poeta Marco Antonio Corcuera no era un dilettante de la poesía, no era un advenedizo de sus lares, como no lo es el pez del agua; pero ¡qué sencillez la de su imperio, qué dominio de su medio! Un medio, como es el de la literatura, tan proclive a la discriminación, no puede menos que rendirse ante la gigantesca modestia de este -ahora- gran viajero del infinito: Marco Antonio Corcuera.
Julio Carmona

14/9/09

El director de Razon Diferente editores participa a Ud. a la presentacion de la obra:



Faraona

de Willy Quevedo

El acto se llevara a cabo el miercoles 16 a las 7.30 pm

en el restaurant Superba sito en Av. Petit Thouars 2884

San Isidro.

Comentarios de :

Juan Sheput, Carlos Orellana, Diego Uceda,
Francisco Huanacune Jessica Sueyoshi,
Abelardo Valera, Victor Samuel Rivera.


Juan Pablo Alayza Mujica
agadece anticipadamente su gentil asistencia.

"Vi al hombre antes que muera" de: Jorge Tirado Galvez








El reconocido escritor peruano Oswaldo Reynoso comenta el libro
"Vi al hombre antes que muera" de rotundo éxito editorial y cuyo autor es el escritor Jorge Tirado Galvez. Este libro deJorge Tirado Galvez ha sido seleccionado por la Editorial San Marcos - Catálogo 2009, entre las obras comprendidos dentro del Plan Lector, la obra pertenece a la colección "Estación de la palabra".El libro de Tirado Galvez lleva el comentario del conocido escritor peruano Oswaldo Reynoso, autor de "En octubre no hay milagros", quién nos dice lo siguiente: "Son seis relatos, que como un caleidoscopio, penetran, a través de las historias de personajes de provincias, con un adecuado tratamiento estético de la oralidad, la dura realidad de la migración hacia la capital . . . "


Poema a: Salvador Allende


Poema

En el 36 aniversario de su muerte

Salvador Allende

Carlos Angulo Rivas


Duele, Duele, duele la cicatriz que vos dejaste
duele en la memoria hasta la sombra
duele el día señalado de septiembre
hasta perder la soga en el abismo
duele no haber pensado en el mar
que va y viene con su manto sorpresivo
duele el oleaje peninsular de la advertencia
con sus maromas de viento íntimo y cuerdo
duele el recuerdo de no haber podido todo
mientras aguantó tu cuerpo persuasivo
duele el vacío del aliento místico perdido
la pura democracia débil en volumen
duele el beso del adiós en la frente afiebrada
hasta dejar la celeste aureola que no huye.

Considerando en primavera la constancia
sin pensarlo llovieron fuegos en Santiago
momentos graves de la vida, cantar de salvamentos
a la eternidad pasó Salvador Allende en sus verdades
muriendo de cuerpo no de tiempo.
Enfrente a La Moneda estuvieron los tanques
Rousseau levantó el dedo acusador
pero todos miraron al costado.
Tanto pienso en la dulzura triunfal y sonriendo
tanto, tanto y hoy nada, amada masa afectada
tanto, tanto, árboles arrastrados por la corriente
con mineros navegando sorprendidos, anunciados
socavando adentro, picando tierra roja herrumbre
levantando palos rotos y mercadería errante.
Considerando en primavera la constancia
morir de pie en la inmortal jornada
señalado estaba desde cuando tú naciste.


Extraido del libro:
Copyright 2007@ Carlos Angulo Rivas
Título: Color de Guerra (Poemario)
Paradise Books
Canadian Cataloguin in publication data.
ISBN 978-0-9684991-7-7


7/9/09

Tabaré Ramos en el Centro Cultural de la Municipalidad de Jesús María


LA CASA DEL POETA PERUANO Y LA SOCIEDAD PERUANA DE POETAS

Se complacen en presentar el libro

" EN SAYULA NACIÓ LA GATA"

del escritor peruano, radicado en California

DR. TABARÉ RAMOS
Presentación y comentarios a cargo de la

Dra. Martha Crosby, Presidenta de La Sociedad Peruana de Poetas

acompañando en la lectura estará la poeta

Lily Cuadra,

Asistenta de la Casa del Poeta Peruano.

*Participación escénica:

Germán Súnico

Carlos Orellano

Tabaré Ramos

Ana María Martínez

Roberto Delgado

En la parte musical:

Nori Rojas Morote y Jiovianni Benvenuto

Invitado especial, el músico internacional

Juan José Paredes Puelles


La cita es en:

CENTRO CULTURAL DE LA MUNICIPALIDAD DE JESÚS MARÍA

(Horacio Urteaga 535 J.María)

Día: Martes 08 de setiembre 2009
Hora: 7:00pm


Ingreso Libre


Al finalizar habrá brindis de amor

http://abejita.lacoctelera.net/post/2009/09/04/tabare-ramos-el-centro-cultural-la-municipalidad-jesus

El Tiempo en los Brazos de la Niebla



Es reconfortante y placentero viajar por las admirables páginas del poemario “El Tiempo En los Brazos de la Niebla” de la poeta Norma Escobedo de Driever, un sensitivo encuentro entre la poesía y la sensibilidad humana.
Es una mixtura entre el sentimiento y la palabra, que evocan las vivencias del ir y venir de la vida, la adaptación en un país muy lejano al suyo, y la sinfonía del lenguaje en dos culturas diferentes.
Aquí fácilmente se puede apreciar lo que el Poeta José Pablo Quevedo llamó la química de la Dialéctica Regresiva, donde todo poder viene y va hacia el pueblo // Voces calladas, los ecos dormidos// en el laberinto del discurso // Las palabras que mastican el dolor // bajo la sombra de los pétalos grises // La ausencia de sueños esperados // En la esquina senil de la Memoria.(Del poema ecos del silencio), ese juego dialéctico de sus poemas hacen de ella una verdadera embajadora cultural en el campo de la migración y el arte.
En esta obra poética de Norma Escobedo inmortaliza a las mujeres caídas en la frontera de ciudad Juárez en México, así mismo a la mujer Coreana residente en Alemania (Kyopo).
El viernes 04 de setiembre en la casa Mariategui en la ciudad de Lima, en compañía del destacado poeta nacional José Pancorvo tuvimos el privilegio de presentar esta preciosa obra literaria, en el marco de los 777 Viernes Literarios que conduce nuestro amigo el Poeta Juan Benavente.




Lisbeth Salander debe vivir


Lisbeth Salander debe vivir

He leído 'Millennium' con la felicidad y excitación febril con que de niño leía a Dumas o Dickens. Fantástica. Esta trilogía nos conforta secretamente. Tal vez todo no esté perdido en este mundo imperfecto

POR MARIO VARGAS LLOSA 06/09/2009


Comencé a leer novelas a los 10 años y ahora tengo 73. En todo ese tiempo debo haber leído centenares, acaso millares de novelas, releído un buen número de ellas y algunas, además, las he estudiado y enseñado. Sin jactancia puedo decir que toda esta experiencia me ha hecho capaz de saber cuándo una novela es buena, mala o pésima y, también, que ella ha envenenado a menudo mi placer de lector al hacerme descubrir a poco de comenzar una novela sus costuras, incoherencias, fallas en los puntos de vista, la invención del narrador y del tiempo, todo aquello que el lector inocente (el "lector-hembra" lo llamaba Cortázar para escándalo de las feministas) no percibe, lo que le permite disfrutar más y mejor que el lector-crítico de la ilusión narrativa.


Es posible que una novela sea formalmente imperfecta y, al mismo tiempo, excepcional

La novedad es haber invertido los términos y hacer del personaje femenino el ser más activo

¿A qué viene este preámbulo? A que acabo de pasar unas semanas, con todas mis defensas críticas de lector arrasadas por la fuerza ciclónica de una historia, leyendo los tres voluminosos tomos de Millennium, unas 2.100 páginas, la trilogía de Stieg Larsson, con la felicidad y la excitación febril con que de niño y adolescente leí la serie de Dumas sobre los mosqueteros o las novelas de Dickens y de Victor Hugo, preguntándome a cada vuelta de página "¿Y ahora qué, qué va a pasar?" y demorando la lectura por la angustia premonitoria de saber que aquella historia se iba a terminar pronto sumiéndome en la orfandad. ¿Qué mejor prueba que la novela es el género impuro por excelencia, el que nunca alcanzará la perfección que puede llegar a tener la poesía? Por eso es posible que una novela sea formalmente imperfecta, y, al mismo tiempo, excepcional. Comprendo que a millones de lectores en el mundo entero les haya ocurrido, les esté ocurriendo y les vaya a ocurrir lo mismo que a mí y sólo deploro que su autor, ese infortunado escribidor sueco, Stieg Larsson, se muriera antes de saber la fantástica hazaña narrativa que había realizado.

Repito, sin ninguna vergüenza: fantástica. La novela no está bien escrita (o acaso en la traducción el abuso de jerga madrileña en boca de los personajes suecos suena algo falsa) y su estructura es con frecuencia defectuosa, pero no importa nada, porque el vigor persuasivo de su argumento es tan poderoso y sus personajes tan nítidos, inesperados y hechiceros que el lector pasa por alto las deficiencias técnicas, engolosinado, dichoso, asustado y excitado con los percances, las intrigas, las audacias, las maldades y grandezas que a cada paso dan cuenta de una vida intensa, chisporroteante de aventuras y sorpresas, en la que, pese a la presencia sobrecogedora y ubicua del mal, el bien terminará siempre por triunfar.

La novelista de historias policiales Donna Leon calumnió a Millennium afirmando que en ella sólo hay maldad e injusticia. ¡Vaya disparate! Por el contrario, la trilogía se encuadra de manera rectilínea en la más antigua tradición literaria occidental, la del justiciero, la del Amadís, el Tirante y el Quijote, es decir, la de aquellos personajes civiles que, en vista del fracaso de las instituciones para frenar los abusos y crueldades de la sociedad, se echan sobre los hombros la responsabilidad de deshacer los entuertos y castigar a los malvados. Eso son, exactamente, los dos héroes protagonistas, Lisbeth Salander y Mikael Blomkvist: dos justicieros. La novedad, y el gran éxito de Stieg Larsson, es haber invertido los términos acostumbrados y haber hecho del personaje femenino el ser más activo, valeroso, audaz e inteligente de la historia y de Mikael, el periodista fornicario, un magnífico segundón, algo pasivo pero simpático, de buena entraña y un sentido de la decencia infalible y poco menos que biológico.

¡Qué sería de la pobre Suecia sin Lisbeth Salander, esa hacker querida y entrañable! El país al que nos habíamos acostumbrado a situar, entre todos los que pueblan el planeta, como el que ha llegado a estar más cerca del ideal democrático de progreso, justicia e igualdad de oportunidades, aparece en Los hombres que no amaban a las mujeres, La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina y La reina en el palacio de las corrientes de aire, como una sucursal del infierno, donde los jueces prevarican, los psiquiatras torturan, los policías y espías delinquen, los políticos mienten, los empresarios estafan, y tanto las instituciones y el establishment en general parecen presa de una pandemia de corrupción de proporciones priístas o fujimoristas. Menos mal que está allí esa muchacha pequeñita y esquelética, horadada de colguijos, tatuada con dragones, de pelos puercoespín, cuya arma letal no es una espada ni un revólver sino un ordenador con el que puede convertirse en Dios -bueno, en Diosa-, ser omnisciente, ubicua, violentar todas las intimidades para llegar a la verdad, y enfrentarse, con esa desdeñosa indiferencia de su carita indócil con la que oculta al mundo la infinita ternura, limpieza moral y voluntad justiciera que la habita, a los asesinos, pervertidos, traficantes y canallas que pululan a su alrededor.

La novela abunda en personajes femeninos notables, porque en este mundo, en el que todavía se cometen tantos abusos contra la mujer, hay ya muchas hembras que, como Lisbeth, han conquistado la igualdad y aun la superioridad, invirtiendo en ello un coraje desmedido y un instinto reformador que no suele ser tan extendido entre los machos, más bien propensos a la complacencia y el delito. Entre ellas, es difícil no tener sueños eróticos con Monica Figuerola, la policía atleta y giganta para la que hacer el amor es también un deporte, tal vez más divertido que los aerobics pero no tanto como eljogging. Y qué decir de la directora de la revista Millennium, Erika Berger, siempre elegante, diestra, justa y sensata en todo lo que hace, los reportajes que encarga, los periodistas que promueve, los poderosos a los que se enfrenta, y los polvos que se empuja con su esposo y su amante, equitativamente. O de Susanne Linder, policía y pugilista, que dejó la profesión para combatir el crimen de manera más contundente y heterodoxa desde una empresa privada, la que dirige otro de los memorables actores de la historia, Dragan Armanskij, el dueño de Milton Security.

La novela se mueve por muy distintos ambientes, millonarios, rufianes, jueces, policías, industriales, banqueros, abogados, pero el que está retratado mejor y, sin duda, con conocimiento más directo por el propio autor -que fue reportero profesional- es el del periodismo. La revista Millennium es mensual y de tiraje limitado. Su redacción, estrecha y para el número de personas que trabajan en ella sobran los dedos de una mano. Pero al lector le hace bien, le levanta el ánimo entrar a ese espacio cálido y limpio, de gentes que escriben por convicción y por principio, que no temen enfrentar enemigos poderosísimos y jugarse la vida si es preciso, que preparan cada número con talento y con amor y el sentimiento de estar suministrando a sus lectores no sólo una información fidedigna, también y sobre todo la esperanza de que, por más que muchas cosas anden mal, hay alguna que anda bien, pues existe un órgano de expresión que no se deja comprar ni intimidar, y trata, en todo lo que publica e investiga, de deslindar la verdad entre las sombras y veladuras que la ocultan.

Si uno toma distancia de la historia que cuentan estas tres novelas y la examina fríamente, se pregunta: ¿cómo he podido creer de manera tan sumisa y beata en tantos hechos inverosímiles, esas coincidencias cinematográficas, esas proezas físicas tan improbables? La verosimilitud está lograda porque el instinto de Stieg Larsson resultaba infalible en adobar cada episodio de detalles realistas, direcciones, lugares, paisajes, que domicilian al lector en una realidad perfectamente reconocible y cotidiana, de manera que toda esa escenografía lastrara de realidad y de verismo el suceso notable, la hazaña prodigiosa. Y porque, desde el comienzo de la novela, hay unas reglas de juego en lo que concierne a la acción que siempre se respetan: en el mundo de Millennium lo extraordinario es lo ordinario, lo inusual lo usual y lo imposible lo posible.

Como todas las grandes historias de justicieros que pueblan la literatura, esta trilogía nos conforta secretamente haciéndonos pensar que tal vez no todo esté perdido en este mundo imperfecto y mentiroso que nos tocó, porque, acaso, allá, entre la "muchedumbre municipal y espesa", haya todavía algunos quijotes modernos, que, inconspicuos o disfrazados de fantoches, otean su entorno con ojos inquisitivos y el alma en un puño, en pos de víctimas a las que vengar, daños que reparar y malvados que castigar. ¡Bienvenida a la inmortalidad de la ficción, Lisbeth Salander!

EL PAÍS, SL, 2009.© Mario Vargas Llosa, 2009.TRIBUNA: POR MARIO VARGAS LLOSA

http://www.elpais.com/articulo/opinion/Lisbeth/Salander/debe/vivir/elpepiopi/20090906elpepiopi_11/Tes