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(a propósito de una carta inédita de M.Benedetti)
por juan cristóbal
Corría el año 1976, gobierno de Morales Bermúdez, llamado por Jorge Basadre, “El felón”, cuando ya había comenzó una purga en el aparato estatal, llamada eufemísticamente, “flexibilización laboral”. La CITE (Comité Intersectorial de Trabajadores Estatales), fundada en 1975, daba una dura batalla, tanto legal como en las calles, pero igual salieron miles despedidos. Yo trabajaba en INIDE, una rama autónoma del Ministerio de Educación, donde, junto con otros amigos, fundamos el sindicato respectivo. De nada valió, seguimos la misma suerte.
Como ya tenía responsabilidades familiares, comencé hacer algunos trabajos ligados a mi actividad literaria: vender libros, colaborar en algunos medios de comunicación, corregir pruebas, etc. Fue cuando se me ocurrió, junto con otros dos amigos, que lamentablemente no terminaron la tarea por problemas personales, escribir un libro sobre el Apra, que finalmente se llamó “¡Disciplina, compañeros!”(Ed. Debate Socialista, 1985). Era un libro basado en una serie de testimonios de exapristas no públicos, que habían tenido importantes responsabilidades en diversos niveles de militancia, que se habaían apartado por la traición de su jefe. Cuando conversaba con Héctor Cordero Guevara, uno de los testimoneadores, me mostró un documento el cual había sido el orígen de su separación. Era una crítica a las tesis filosófica del apra, el espacio-tiempo histórico. El documento se titulaba “Aprismo, Espacio-Tiempo Histórico y Marxismo. Crítica teórica de las tesis de Haya de la Torre”. El documento fue primero de circulación interna y luego se editó muy limitadamente en enero de 1958. Como me pareció importante dicho texto, tanto por su consistencia teórica, como por el momento en que se desenvolvía la política del país, donde el apra, con Haya a la cabeza, pedían una nueva Constitución, en dura pelea con la izquierda, que ya era una importante fuerza en el país, le pedí a Cordero editar dicho texto. Lo cual fue aceptado. Asi fue como vio a luz la segunda edición, en mayo de 1979, a través de la editorial Mantaro, de Carlos Matta, con el nombre de “Crítica marxista del Apra”. La acogida fue inmediata. Se vendieron rápidamente los mil ejemplares. No sé si se volvieron a sacar nuevas ediciones.
Producto de esta experiencia, se me ocurrió incursionar en el terreno editorial, pero más ligado a la literatura. Por aquellos años, estaba en el país exiliado el novelista uruguayo Mario Benedetti, que había tenido que salir primero de su país y luego de la Argentina de Rafel Videla. Escribía en el diario Expreso una columna diaria titulada “Esta América”, la cual tocaba dos grandes temas generales: culturales y políticos. En 1981 -después de ser deportado del país por Morales Bermúidez, un 22 de agosto de 1975, luego de darle el golpe a Velasco Alvarado como lo cuenta en su novela “Primavera con una esquina rota”, en el capítulo llamado Exilios (Invitación cordial)-, se me ocurrió editar todos los artículos que había escrito y que los había y tengo guardados, El editor, Carlos Matta, aceptó la propuesta, pero me dijo, “tienes que sacarle autorización”. Yo había conocido al novelista una vez en las puertas del diario Expreso, pero ahora que estaba lejos del país, en España, no tenía forma de contactarme. Algún amigo me dijo que Paco Moncloa se carteaba con el. Recurrí a Paco, con el cual trabajaba en algunas correcciones de pruebas, y le pedí la dirección del escritor. Paco me la dio y al día siguiente le estaba escribiendo. Sería junio de 1981. Como se deduce de la carta respuesta de Benedetti, desde Palma de Mallorca. Le explicaba –en la carta que le envié-que deseábamos editar los artículos que había editado en Expreso tanto por su calidad y enseñanza política y social, como por la necesidad personal que tenía de poder desarrollarme en el campo editorial, dada la situación en que me encontraba. Benedetti, como se puede leer a continuación, no sólo me transmitió un gesto noble de camaradería al aceptar loa publicación, sino que se mostró inmensamente solidario con la situación que pasaba. Jamás me pidió derechos de autor o algo parecido. Al final, lo único que deseaba era que le mandara unos ejemplares y que cuidase bien la edición. Lamentablemente, por la situación de crisis en que desembocó el país, no pude editar el libro ofrecido a este inmenso ser humano, noble como el solo, y notable escritor, don Mario Orlando Benedetti.
(A continuación la carta de Benedetti):