10/6/09

LA SELVA Y LA CURVA DEL DIABLO - Arturo Corcuera


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La ministra Carmen Vildoso ha preferido renunciar al gabinete antes que hacerse cómplice del crimen. Todos nos sentimos expresados en su gesto, lección ejemplar de ética y fortaleza moral, de coraje y de compromiso, no con el gabinete sino con la verdad, con el pueblo peruano. Los que la atacan no podrán ofenderla. Podrán morderla como los perros o las culebras, pero no podrán dañar su imagen de mujer y patriota que recordará la política y saludará la historia. En estos días se ha rememorado a Raúl Porras Barrenechea cuando optó por renunciar como canciller, contraviniendo las instrucciones del presidente Prado, antes que firmar por la exclusión de Cuba de la OEA. La historia le ha dado la razón. En su tiempo, una nube negra de políticos, como los de ahora, se emponzoñó contra él. Nos viene a la memoria también la renuncia inmediata del honorable ministro del interior José María de la Jara cuando la policía causó la muerte de un ciudadano en una manifestación de protesta en Arequipa. Hay otros ejemplos, son pocos pero son.

Basta ver los rostros con que hablan Yehude Simón, Mercedes Cabanillas, Jorge del Castillo, para constatar el encono con el que se expresan contra la población amazónica. Un premier que se reconoce culpable de las muertes de los policías y no tiene la valentía de irese; una ministra del interior que llama “delincuente” a Pizango y le reclama responsabilidad política negándose también a renunciar, desconociendo su propia responsabilidad como ministra del interior, la más alta autoridad que con su venia se envió a un grupo de jóvenes policías a disolver con las armas a una multitud enardecida y concentrada en el paro amazónico. Un parlamentario, ex premier, Jorge del Castillo que sólo sabe decir mentiras, en la creencia estúpida de que alguien le cree. Ex premier, el de los petroaudios que no recuerda cuántas veces se reunió con Canaan.

Y el ideólogo, gran jefe Alan García, que considera gente de segunda a las poblaciones originarias y que tiene todavía el descaro de pasearse muy orondo sobre una alfombra roja (de sangre ).

El Congreso de la República acaba de suspender indefinidamente la vigencia de los decretos que ocasionaron los hechos sangrientos de Bagua. Otra mecida en vaivén de hamaca tropical. No regirán los decretos hasta nuevo aviso que puede ser mañana, el mes entrante o dentro de unos meses, indefinidamente, lo que atiza aún más el fuego que ha echado a arder el bosque. ¿Qué es la espada de Damocles sino una espada en suspenso indefinido, en estado de queda?

La Amazonia es nuestra reserva de agua, de alimentos, de medicinas, de oxígeno. Y por lo mismo es de todos y no queremos que sea vendida ni saqueada. Los pueblos amazónicos la han defendido siempre. Hay que respetar a sus ciudadanos originarios, su fauna, su flora, sus ríos, el equilibrio ecológico. Los pobladores vienen preservándola desde hace siglos. Son los que más conocen el bosque y saben cómo cuidarlo, de ahí su errancia, su condición de nómadas. Van de un lugar a otro para que la tierra descanse después de la producción, mientras los empresarios voraces la socavan sus entrañas hasta convertirla en tierra eriaza, incumpliendo normas elementales de limpieza del medio ambiente. Vender la Amazonía equivale a vender nuestros pulmones, nuestro estómago, nuestra sed por unas cuantas alforjas de oro, a sabiendas de que nos cuesta la vida. Es una gran patraña sostener que sólo un grupo de nativos piden la derogatoria de los decretos, lo exigimos todos los peruanos y lo demanda el planeta entero. La sobrevivencia del planeta depende en gran parte de la Amazonía, constituye su reserva vital.

Es una pena, por otra parte, que nuestro primer novelista no diga nada y permanezca callado, escuchando su propia voz . Su "piedra de toque” en toque de queda. Vargas Llosa no escribe por tener, sin duda, la mano ocupada tapándose la nariz.

Arturo Corcuera,