EL AUTISMO NO ES LA RESPUESTA
No quiere reconocer que se equivocó. El gobierno confunde el gobierno con la pataleta. En vez de exhibir autoridad ofrece un espectáculo de autismo.
La ministra del Interior cree que no tiene responsabilidad política por los sucesos de Bagua. Todo lo contrario. Tiene que asumir su responsabilidad política para que esta no recaiga en el Presidente.
La mayoría oficialista en el Congreso castiga a los congresistas de la oposición que se dedicaron al show con la misma sanción que se aplicó a abusadores sexuales, nepotistas y falsificadores. No mira, no piensa, no discrimina.
La autoridad no nace de la fuerza ni de la aritmética. Se forma a partir de la razón, del liderazgo, de las soluciones.
Ni la autoridad ni el liderazgo decaen por la tolerancia, el diálogo y la actitud, no de conciliar, sino de resolver. Este gobierno es lo que los antropólogos llaman “etnocentrista”: mi cultura es la única, y la debo imponer.
El Estado soy yo, y todos deben someterse a él. Este es el estatismo que quiere imponer el gobierno actual. El Estado es una ficción. Es una ficción que nos debe ayudar a convivir en paz. Los derechos no parten del Estado, sino de las personas.
Los nativos amazónicos creen que sus derechos serán conculcados. Puede ser cierto o no. El gobierno tiene que demostrar que no conculca esos derechos, que los protege, como debe proteger los derechos de todos y cada uno.
Cualquier cambio de la formalidad frente al derecho reconocido por la costumbre debe explicarse y sustentarse. Nadie puede pretender que la legislación tenga mayor imperio que el derecho.
El gobierno no hizo el esfuerzo de explicar su posición sobre las reformas legislativas de la llamada “Ley de la Selva”. No fue a las comunidades, a las asambleas, a las radios locales.
El gobierno, en lugar de explicar, mandó a la policía. Para desgracia de tantas familias, eso también lo hizo mal. Se produjo una tragedia, porque nadie quería matar, y mataron.
Ahora el gobierno, en lugar de estudiar el problema y plantear una solución, se esconde en una reacción autista. “Hemos dialogado demasiado”, dice el presidente. “No tenemos responsabilidad”, dice la ministra. “No aceptamos el capricho”, dice el presidente del Congreso.
El problema de la Selva lo ha producido esta visión autista y estatista del actual gobierno. Si no se cambia este enfoque, no se resolverá el problema y se crearán nuevas crisis del mismo tipo.