Viene el poeta
Mi país se retrata en tu nácar
como cristal de mil colores.
Tienes los árboles apeticidos,
las lagunas danzantes
sobre nieves de cordilleras.
Los amarillos como limones,
los naranjas encendidos
están como la estampa
de mujer que no calla, que ríe,
que hace la historia
con cada ebra que teje.
Mi país ha grabado sus ríos
en tu nácar,
su historia es de cóndores,
su cielo es añil y eterno.
Así lo llevas, lo paseas,
juegas con él sin fronteras,
es el ornamento de un poncho
peruano
lleno de aves y de peces.
2
Voy a tu imaginario inventario
de nudos y caminos,
en el tejer de tus ebras,
al misterioso campo
que anuncia la luz
y la campana.
¡Caracol, caracolero,
maracas tienes!
Cada noche brillas,
enciendes estrellas,
cortas las esferas,
pules las arenas,
desgranas las montañas.
El sol sale de tu casa
cada mañana.
3
Qué mayor profundidad del río
que atrapa la piedra para formarla,
o para llevarla con su boca a la mar.
Lo que otras voces repitieron
fue eco crecido, fuego
desde mesetas memorables.
Soleados mapas, soleados valles,
donde la lluvia sobre la yerba amada
ha caído.
La besamos, levantamos la flor.
A nuestros muertos
alcanzamos sus alimentos.
Los soplos que nos dieron
están en nuestra sangre,
es semilla de una lluvia crecida:
(huellarios - memoria,
Quilla – Illapa,
espiral-continente),
en el color incesantes de las orillas,
que como manos están abiertas,
y que repiten insistentes:
¡Nadie puede ser más grande que el sol,
porqué de un rayo de su luz,
sus hijos somos!
La historia del Perú en sus milenios,
son huellarios de volcanes activos,
en la resistencia de la piedra,
que forja de sí misma,
su rostro profundo y alto como la luna.