Su publicación número cincuenta es, ante todo, un homenaje al escritor Estuardo Núñez, quien se encuentra próximo a cumplir 102 años de vida, y cuyo trabajo derivó en la crítica literaria. En este compendio se incluye y estudia a un total de sesenta y tres autores en un contexto en el que —como explica su propio autor, el crítico literario y de arte Manuel Pantigoso— el Perú se encontraba al borde de una guerra civil. En el campo social reinaba la pobreza, y en el ámbito cultural desaparecían las revistas: “Amauta”, “Mundial”, entre otras. Aparte de los problemas internos, en el contexto internacional se daba el crac estadounidense, el conflicto con Colombia, la Guerra Civil Española y el inicio de la Segunda Guerra Mundial. El trabajo del también docente universitario se ocupa de los mentores de la generación 30-36 y de los vanguardistas esenciales, priorizando el estudio generacional antes que la individualidad de cada autor.
¿El desarrollo de la cuestión crítica en esta generación surge como consecuencia del contexto por el que atravesaban?
La Generación de la Crisis es llamada así, entre otras cosas, porque se desarrolló en una época convulsionada, llena de problemas sociales, culturales, económicos, políticos, tanto nacionales como internacionales. Hay una especie de diáspora, todos tienen que salir a otro lugar. Es una generación en la cual está Estuardo Núñez, que precisamente por causa de esta crisis se ve obligado a salir. Eso le permite una visión más honda y crítica del Perú. No era la época de la poesía, que, aunque extraordinaria y fabulosa, no permitía que se descubriesen los problemas del país. Era más bien la época de la reflexión y de la crítica. Por ello se comienza a trabajar el aspecto de la crítica, en la que destaca fundamentalmente Núñez, que viene a ser, con el tiempo, el fundador de la crítica literaria contemporánea por haber tomado la estilística como metodología, y con ella haber visualizado los problemas literarios del país.
¿Nuevas tendencias estéticas como el ultraorbicismo, acentrismo o el taquicardismo son consecuencia de ello?
Esa vitamina viene de la vanguardia, que llegó por la vía del ultraísmo, a través de Borges en Argentina. La vanguardia generó en algunos espanto, rechazo. En otros, adhesión inmediata, pero sin talento. La gran parte era tontería. Y por eso la crítica de Estuardo, siendo el mismo un vanguardista sin saberlo, si se quiere, apuntaba a descubrir y dilucidar lo bueno de lo malo, porque no había una idea clara en cuanto a categoría mental, que pudiera dedicarse a estudiar lo que estaba sucediendo en el campo de la creación.
¿Qué tanta importancia directriz tuvo del grupo Palabra?
Un grupo de cinco o seis, entonces estudiantes, integrado por Tamayo, Tauro, Arguedas, José Alvarado Sánchez. Ellos querían hacer un viaje de promoción y decidieron ir a ver a Vallejo, pero cuando llegaron, en abril, habían pasado dos o tres días de la muerte de Vallejo, así que se quedaron con una desilusión terrible. Hay que recordar, además, que el último libro que Vallejo leyó —según el doctor Porras Barrenechea— fue “Panorama actual de la poesía peruana”, que encontraron en su mesa de noche cuando expiró. Lo cierto es que esta gente, estando en Europa, sintió la presencia de Vallejo y tomó conciencia del Perú. Ellos se encontraron con un mundo insospechado, fueron a los museos, charlaron con personas importantes y se quedaron profundamente admirados de la cultura europea. Ya habían visto la vanguardia en el Perú, y se dieron cuenta de que esta había sido un estimulo extraordinario para sacar al país de su letargo y encontrar que la universalidad que venía y que ella traía era muy importante; y por eso la literatura peruana, y sobre todo la poesía, alcanza un muy alto nivel. Así, tras regresar del viaje, surge Palabra en 1936, en defensa de la cultura, porque la palabra había sido clausurada; le habían puesto una mordaza. Es eso, fundan Palabra para recuperar la palabra.
No hay comentarios:
Publicar un comentario