(4)
Mis nietos juegan en el parque
Las palomas
-esas mensajeras de la felicidad y el infortunio-
se les acercan
Silban
Susurran en sus oídos
Les picotean las manos
-¿conocerán de nuestro orgullo y nuestra ruina?-
cuando les entregan algo de pan
y les hacen ver lo mejor del horizonte
No se asustan
-antiguo se espantaban-
al contrario
buscan otros pasos
nuevas mariposas
viejas lagartijas
para conversarles de sus vuelos en el bosque
de sus siempre encantadoras alegrías
cuando miran los colegios
y ven niños jugar al olvido con sus sombras
No se dan cuenta
que el viento
y las aguas les sonríen
mientras casi desmayadas
por el ruido de los carros
zurean despacito
entre los milenarios cipreses de las calles
que cubren
como un espejo desolado
los techos viejos
la tristeza
y la soledad de las ciudades
Juan Cristobal
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