IV
Tu vientre
la espada y su hoyo donde duerme
la palabra y la serpiente.
La playa donde oigo el grito plácido
de la arena y la ola,
del acantilado y el viento nómada.
La plaza mayor de mi pueblo imaginario
sin monumentos ni templo,
sólo con las manijas de un reloj
abriéndose para hijos que vendrán
a cantar himnos
a la fecundidad negada.
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