18/5/09

Publican en Argentina En octubre no hay milagros

Oswaldo Reynoso

 

El goce de las palabras

 

Publican en Argentina  En octubre no hay milagros

 


Pavel Ugaz

 


      


LIMA | Oswaldo Reynoso no se cansa de señalar que él escribe para el Perú. Sin embargo, tampoco le desagrada la idea de que su obra sea conocida en otros países. En Buenos Aires, la editorial El andariegoacaba de publicar una cuidada edición de En octubre no hay milagros y el interés que su obra ha despertado en la escena bonaerense le ha valido un auspiciosoreportaje en el suplemento Radar del diarioPágina/12.


CORREO: En octubre no hay milagros ha sido reeditada en Argentina. ¿Cómo toma esta publicación?
Yo siempre he dicho que publico libros. Y si a éstos les salen patitas, solitos caminan. Y en realidad, para mí fue una sorpresa recibir la llamada de un señor que me pidió autorización para publicar un libro mío. ¿Cómo llegó el libro a él? No lo sé. Pero el libro solito caminó. Yo siempre he dicho que escribo para el Perú.

C: ¿Qué recuerda de le época en que escribió esta novela?
La escribí después de Los inocentes. Cuando publiqué Los inocentes, la crítica se ensañó conmigo. No sólo con el libro sino conmigo. Pero como yo soy un escritor nato, de raza, seguí escribiendo. No me importó la crítica. Y ese es un consejo que quiero darles a los jóvenes: que no hagan caso a la crítica; si ellos tienen una verdadera vocación, no deberían dejarse apabullar por la crítica.

C: La novela generó algunas críticas duras, como la de José Miguel Oviedo...
Sí, hubo algunos críticos de ese entonces que la atacaron. Algunos dijeron que su destino era la basura. 

C: Sin embargo, otros, como Mario Vargas Llosa, alabaron sus méritos.
Vargas Llosa dijo que el culpable de todo el escándalo que se generó en torno al libro no era el escritor, sino los escritores peruanos que habían acostumbrado a los lectores a dar una visión un poco almibarada de la realidad. 

C: En este libro usted le añade un valor estético al lenguaje popular...
Sí, aunque eso, como sabes, ya lo había hecho en Los inocentes. Y es que a mí me parece que un personaje, en una novela o en un cuento, debe caracterizarse no solamente por la descripción física, o por la ropa, sino fundamentalmente por su lenguaje. Y si los personajes pertenecen a las clases sociales populares, tienen que presentarse con ese lenguaje. Ahora sucede que hay una lingüista, la magíster Portillo, que ha hecho un trabajo muy interesante sobre las palabras que utilizo en Los inocentes, En octubre no hay milagros, El escarabajo y el hombre, y que ya han sido incorporadas a la Real Academia. Porque el lenguaje es propiedad de los usuarios. 

C: Si bien en su obra se aprecia su particular concepción del mundo, también resalta su búsqueda estética...
Italo Calvino decía que sobre un texto había que ver, primero, que esté bien escrito. Y si es un texto literario, agrego yo, debe tener un trabajo estético. En segundo lugar, ese escrito debe tener una adecuada estructura. Y en tercer lugar, lo que se dice debe ser interesante. Entonces, son tres elementos: el lenguaje, la estructura y el contenido de la ficción.

 

Carlos M. Sotomayor 
csotomayor@epensa.com.pe

 

Tomado de:

http://www.correoperu.com.pe/correo/nota.php?txtEdi_id=4&txtSecci_parent=0&txtSecci_id=82&txtNota_id=53050

 

TÍTULOEn octubre no hay milagros

AUTOR: Oswaldo Reynoso

EDITORIAL: El andariego

 

 

También en:

http://carlosmsotomayor.blogspot.com/2009/05/entrevista-oswaldo-reynoso.html

 

 

Serrat: "Benedetti era un hombre en el mejor sentido de la palabra"

















El cantautor español Joan Manuel Serrat declaró que su "amigo"
Mario Benedetti era, "como diría Machado, un hombre en el mejor 
sentido de la palabra, un hombre bueno".

Serrat, que puso música a poemas de Benedetti en 1985 en el          disco "El sur también existe", recordó que ese álbum apareció,          "tras las represiones de los años 70", en un momento "en el              que el sur empezaba a rebelarse contra el norte después de          haber sufrido mucho", para llegar a la actual América latina donde      "no mandan ni los ejércitos ni Estados Unidos".

Benedetti, por aquel entonces, era "ya muy conocido", y Serrat           tras los conciertos recibía numerosos libros del uruguayo cuando       "aún se regalaban libros después de los conciertos".

El compositor mencionó el inmenso legado que ha dejado           Benedetti a toda América latina: "ideales de libertad, justicia y solidaridad".

"Montevideo no será lo mismo sin él", admitió, "nos deja con                  el corazón un poco más desconchado", pero "Benedetti no nos      dejará nunca, siempre estarán sus poesías".
 

Grupo La República: Jr. Camana 320 Cercado de Lima


"A veces también pinto con la palabra"---Pintor y poeta Teófilo Villacorta


Pintor y poeta Teófilo Villacorta “Kawide”. Mañana presenta en
el C.C. Cafae libro de poemas Marea de 
sombras azules.

Teófilo Villacorta

 “Kawide” es un 

artista que viene

 del mar, de una     pequeña y remota caleta llamada Culebras, en Huarmey, en          donde un día llegó y ancló su vida. Kawide pinta y escribe, y      viceversa. A veces rema hacia la pintura, otras hacia la                narrativa y también hacia la poesía. Precisamente mañana           presenta Marea de sombras azules (Ed. Ornitorrinco), un            poemario que, sin dejar de ofrecer visiones marinas, el                    poeta confiesa, por un lado, qué es estar enraizado a un               pueblo y, por otro, cómo envuelve y golpea la ola del amor.

Pero en su poesía también irrumpe la furia urbana, un yo               poético que trata de imponerse a los rigores de la existencia                   y de la sociedad. El libro será presentado por Domingo                          de Ramos, José Luis Ayala y Ricardo Ayllón en el                               

–¿Qué revela tu libro?

–Pretendo expresar ciertas vivencias que tienen que ver no                 solo con la añoranza a mi terruño, que es el mar de Culebras,             sino con algunos acontecimientos sociales engarzados con                     el amor y la lucha del hombre por hacer frente a la difícil               situación que le depara la vida. Además transmito esa             experiencia casi marginal de una caleta poco abordada.   

–Tus poemas tienen una filiación nerudiana.                                        ¿Es un cordón umbilical?

–Es probable que haya esa afinidad que tú mencionas,                   porque siempre he leído a Neruda, así como a muchos                        otros poetas, pero además debo confesar que soy un                    hombre que ama la belleza femenina al punto de                     enaltecerla e idolatrarla y es ese espíritu romántico                              que me lleva a expresar el amor a través de la palabra                         en diversas circunstancias, aun en el fragor de la insurrección.

–Tu poesía se confiesa paisajista, bucólica en el amor.

–A veces siento que pinto con la palabra y me regodeo en el enmarañado paisaje de una mujer, que a veces no existe.

–¿Qué te acerca a la ciudad? También tienes poemas de desgarramientos urbanos.

–Ahora vivo entre Huarmey y Lima. Pero desde hace un                     buen tiempo llegué a compenetrarme con ese mundo                     citadino en el que encontré, paradójicamente, una                     sensación placentera sobre todo en ese mundo                            marginal donde coincidimos siempre con un grupo                                 de poetas y artistas y nos enfrascarnos en tertulias               interminables, donde voy descubriendo la cara                                 oscura de la ciudad en ese universo noctámbulo lleno                            de alucinaciones y contrastes.

–Hoy en día se publica mucho, ¿te importa el canon?

–Así es, y eso es importante porque permite escuchar                             la voz de todos aquellos que se sienten con el derecho                          de hacerlo, y a pesar de lo cuestionable de algunos,            seguramente algún aporte tendrán, aunque hay que                   reconocer que las editoriales que están surgiendo                  últimamente descuidan la calidad del trabajo escritural                        por el simple hecho de ganar dinero. Sin embargo, a                        pesar de todo, soy un distraído de cualquier canon                             que ordene ciertos parámetros en los que no me                                 sienta cómodo. Sólo creo en la libertad absoluta de                           expresar lo que siento, y en lo posible lo hago con                            cierto esfuerzo y rigor, e intento elaborar un trabajo                          cada vez más sólido.

Perfil

El autor. Nació en Aija, Anchas, 1966. Estudió arte                                  en la Escuela de Bellas Artes. Publicó los poemarios                            Flores en mi celda y Nostalgia desde los escombros.                     Cuentos: Aventuras en marea caliente y De color rojo.                    (Fama)

CERRAR LOS OJOS, por Mario Benedetti

Montevideo 2008



Cerremos estos ojos para entrar al misterio

el que acude con gozos y desdichas

así / en esta noche provocada

crearemos por fin nuestras propias estrellas

y nuestra hermosa colección de sueños

el pobre mundo seguirá rodando

lejos de nuestros párpados caídos

habrá hurtos abusos fechorías

o sea el espantoso ritmo de las cosas

allá en la calle seguirán los mismos

escaparates de las tentaciones

ah pero nuestros ojos tapados piensan sienten

lo que no pensaron ni sintieron antes

si pasado mañana los abrimos

el corazón acaso de encabrite

así hasta que los párpados

se nos caigan de nuevo

y volvamos al pacto de lo oscuro

Adiós al poeta del compromiso-------Muere Mario Benedetti


Muere Mario Benedetti después de una larga vida

de lucha contra la adversidad

 y en defensa de la alegría

 

FOTO: GORCA LEJARCEGI

Lea el REPORTAJE en:

 

http://www.elpais.com/articulo/cultura/Adios/poeta/compromiso/elppgl/20090517elpepucul_6/Tes

 

 

ELPAIS.COMCultura

12/5/09

Antología poética Madrid: una ciudad, muchas voces


Presentación de
Antología poética  Madrid: una ciudad, muchas voces

y lectura poética a cargo de los poetas

CAROLINA FERNÁNDEZ

MIGUEL ILDEFONSO

JOHNNY BARBIERI

JUAN JOSÉ SOTO

 

Miércoles 13 de mayo 2009

11:15 a.m.

Facultad de Ciencias Sociales

Segundo Piso

UNIVERSIDAD NACIONAL MAYOR DE SAN MARCOS

11/5/09

Presentación de "Las púas y otros cuentos" este 13 de mayo en el Club Departamental Puno


Este miercoles 13 de mayo 

en el Club Departamental Puno
 se presentará el libro de cuentos del 

narrador Charly Martínez Toledo. 
 Los comentarios correrán a cuenta del 

narrador Fernando Carrasco y 

el poeta Michael Jímenez Melchor. 

No lo olviden la cita empieza a las 7:30 pm. 

Se agradece su asistencia.

10/5/09

“La vestimenta de los días”, de César Olivares



Juan Villacorta Vásquez

 

En el libro La vestimenta de los días (Ornitorrinco Editores, abril de 2009), de César Olivares, los poemas que he leído me han refrescado las imágenes que tenía y tengo del autor cuando fue mi alumno en la Universidad Nacional de Trujillo y, sobre todo, han servido para completar etopéyicamente algunos detalles muy específicos: su natural nobleza, su espontánea sensibilidad, su respetuoso carácter, su profunda raigambre filial y familiar (por algo están, en el pórtico de su libro, las dedicatorias a su hijo y esposa), pero, sobre todo, para confirmar su cada vez creciente firmeza literaria y su madurez lírica. Por esto debo decir que el efecto más significativo que me provocaron, de inmediato, los versos de César Olivares fue, entonces, mostrarme su franca humanidad a través de recurrentes signos de su cotidiano vivir o recordar que, para los efectos postreros y trascendentes del ser hombre, son lo mismo. Los versos sencillos, pero bien logrados de su poesía, trasuntan ese deseo de naturalidad, de simpleza, del rescate de la humanidad de lo cotidiano y de lo cual no podemos ni debemos prescindir si queremos encontrarnos a nosotros mismos, si queremos ser auténticos. No es trivial, ni coloquial ni anodina la fuente de su poética, sino las pequeñas grandes experiencias de la vida que se viven a diario.

En efecto, desde el título del libro (“La vestimenta de los días”) fluye el deseo que tiene el poeta de comunicar poéticamente qué constituye el ropaje de lo cotidiano: la materialidad del diario vivir, de su propia existencia, puesto que emplea la primera persona gramatical como hablante lírico. Esto es explícitamente corroborado mediante dos versos del Prefacio del libro cuando el poeta César Olivares advierte: “Siempre fue lo mismo (…) En vano intenté cubrir mi corazón con una / cáscara de huevo”. Su yo poético es aseverativo, claro y contundente: es difícil abstraerse, sustraerse u ocultarse del mundo de todos los días, y es más difícil aún ser insensible u ocultar los sentimientos.  Y de esto es lo que se poetiza en todos sus versos: los mismos hechos y experiencias más simples y cotidianos que afectan y activan su sensibilidad. Y no es fácil crear poesía de lo cotidiano. Esta poética subyacente en los versos de César Olivares nos recuerda lo que planteaba Rainer María Rilke: “el arte es un modo de vivir, y, aún viviendo de cualquier manera, puede uno prepararse para él”; y, de igual modo, sus versos, tienen un eco de buena parte de la poesía de Nicanor Parra, de Octavio Paz y del mismo Pablo Neruda, sino bastaría con recordar los “Antipoemas”, “Piedra de sol” y “Odas elementales”, respectivamente.

Lo cotidiano no es lo inmediato, lo trivial, lo superfluo, sino las vivencias más simples pero que han dejado huella en el alma del poeta, como de cualquier hombre que le da sentido e importancia a las cosas más sencillas de la vida, aquellas que se viven desde la infancia primera. Allí están el padre, la madre, los hermanos, el barrio, la casa, el hijo, la esposa, los amigos, los recuerdos más sentidos, pueriles, pero memorables. El poeta dice: “Yo también tuve un padre terco / y una madre preocupada por el calor de las estufas”. Hermoso signo de la elemental cotidianidad que nos devela y compromete, que nos remonta a la raíz de nuestros afectos.

Se ha discutido mucho sobre la sinceridad o veracidad de los contenidos de la poesía. Pero lo que no se discute es que la vida que lleva un poeta es la fuente inagotable de la creación poética. César Olivares, en su libro da testimonio de esta última afirmación. Y dice en el poema 2 de Relámpagos de infancia: “Y yo quiero que sepas todo”. Y todo es lo que le ha tocado compartir, vivir, al lado de los suyos: los primeros dibujos (de él mismo o de su propio hijo, que vendría a corroborar el mito del eterno retorno o de la circularidad del tiempo, formas de filosofar lo cotidiano), la incertidumbre por el mañana, el tiempo, los juguetes, la muerte, la familia, los amigos, etc.

Escribir sobre lo cotidiano no es fácil ni mucho menos; esto lo sabe el poeta y dice en el poema 4 de Impresiones y retratos: “Detesto escribir poemas /que no cuesten sangre”. Pero esto no significa, como podría suponerse, equivocadamente, que el poeta deba presentarse con una careta de fingida valentía o de impostada dureza ante la vida; no importa lo que diga, el poeta trata siempre de ser auténtico. El poeta dice en el poema 2 de Impresiones y retratos: “Dicen que soy malo/ que no soy capaz/ de matar un becerro/ para que coman/ mis hermanos/Pero amo la vida/ los buenos tragos/ Las mujeres malas/ a veces”. No importa lo que digan los demás, lo que hagan los demás, importa lo que se siente y ama íntima y personalmente.

En este sentido, el ejercicio del poetizar la cotidianidad  se presenta, al fin y al cabo, en una búsqueda y un encuentro de sí mismo, en las huellas más cercanas, más que de buscar un triunfo sobre la poesía. El poeta dice: “Lo siento, poesía / no soy tu hijo / sólo soy un niño / de sangre ajena / que bebe/ en tus pezones/ la verdad de las palabras”. Y agrega: “Entonces supe de mí por un poema”.

El quehacer lírico de César Olivares tiene, a parte de su inobjetable calidad estética de escribir hermosos versos con asombrosa sencillez, y de hacer de las experiencias cotidianas unos espacios para volver a nosotros mismos, el mérito de buscar cumplir uno de los fines esenciales del arte, de la literatura: humanizar al hombre; así lo dice: “Escribimos un poema para hacer más sensibles a los hombres/O al menos para intentarlo (…) O sea para buscar en cada palabra / nuestra sangre, nuestras vísceras y nuestro corazón. Para/ pregonar una vez más que la literatura no cambiará el mundo, / pero cómo lo embellece, compadrito”.

 

* Juan Villacorta Vásquez. Docente en Literatura de la Universidad Nacional de Trujillo.

La perfecta Regularidad de la Maestría - Homenaje a JC Onetti / 14-15mayo - 7pm





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La ciudad de los culpables[i]: a pesar de todo, la esperanza


La ciudad de los culpables (2007) es la primera novela de Rafael Inocente. En este libro, Orlando Zapata se configura como narrador principal. Alrededor de él, otros personajes: Sebastián, Lucía, David, Julia, Sofía. Todos ellos de extracción popular. Viven en asentamientos humanos: Collique, Vitarte y Canto Grande. Son personajes que trabajan y estudian para sobrevivir en la CiudadEnferma, pero también saben del amor y la sexualidad. Es una mirada completa a la vida de tales seres que poco a poco se van involucrando en las luchas sociales. Son tiempos donde hay que definirse. Pero la represión también es dura. Algunos de ellos serán asesinados y otros encarcelados. Es una visión de la guerra de los hombres de abajo. De esos hombres que viven en la ciudad donde los agentes del Estado pueden asesinarlos sin recibir ningún castigo.

  1. Acerca de la izquierda revisionista

En una sociedad en plena lucha de tipo clasista, la que se presenta en la obra, no puede faltar un grupo de individuos que se apropian del discurso de defensor del pueblo; sin embargo, sus actitudes muestran todo lo contrario. No son otra cosa que unos imitadores de los tan criticados opresores. Así, en boca de una izquierdista, será natural decir: “¡Oye, Renato, dile a la chola que me pase la sal!” (49). Tal definición para una trabajadora del hogar que, según verborrea de la izquierda, es gente explotada; sin embargo, el trato que recibe, de quien se supone defensora de tal clase social, se compara con la de de un vil explotador y racista incluso, por eso “la izquierda peruana… eran unos rabanitos, rojos por fuera y blancos por dentro… eran unos miserables revisionistas” (50).

La expresión musical también se tiñe de política. Cada facción en pugna, escoge la forma musical para cantar sus vivencias y sueños. De esta manera, copar el escenario del Perú para llevar adelante su proyecto político. “Lo más graneado de la pituquería progre aplaudió eufonizada a escritores y músicos de lo que llamaron la nueva canción latinoamericana, esos que nunca quedan mal con nadie y que solo cantaron protesta hasta que cayó el muro…” (67). La izquierda ha claudicado, pero se necesita de una música que exprese la nueva situación, donde la fuerza del colectivo haga sentir su presencia. “Llegaron sendas tropas de sikuris de San Marcos, de La Cantuta y dela UNI. Al grito ancestral de ¡Cha’mampi, cha’mampi compañeros!, se inició la fiesta colectiva. La pituquería de la Agraria, temerosa de lo que ellos llamaban la ‘terrucada’, solo contemplaba, impávida, la fuerza del ritual preínca, la danza de los sikuris” (90).

  1. Papel de las fuerzas policías y militares

El Estado necesita de instituciones represivas para defenderse. Esa necesidad hace que “el policía (sea) reclutado de entre las gentes del más bajo nivel intelectual- casi fronterizos, la mayoría, canallas…” (133). Los agentes represores participan en desapariciones y asesinatos con la seguridad de ser intocables. Tal accionar no se inicia con la guerra interna. Es una práctica anterior a ella. “A los dos meses, Elmer Gárate, el percusionista del grupo, apareció baleado en pleno centro de Arequipa. El gordo Aragón debió escapar a Ecuador, pues lo seguían. ¿Cuál fue su delito? Hacer música, formar sindicatos, no frenar su lengua, no bajarse los pantalones por un plato de lentejas” (44). Eso en 1979. Sin embargo, una vez que se inicia la guerra tal escena se vuelve una constante. “Habían encontrado varios cadáveres con huellas de torturas en una playa de Ventanilla” (85). A nadie se le ocurre defender a unos pobladores pobres de origen andino que viven en asentamientos humanos. Por eso la crueldad y el salvajismo se presentan casi con naturalidad. “Don Félix fue baleado a quemarropa, cuando intentó defender a la niña… Paula fue violada primero por el suboficial, con toda saña y despotismo de los que puede hacer gala un soldado envilecido, (luego) atinó a descerrajar dos tiros en el pecho de Paula” (214).

  1. Desaliento y pesimismo, pero la esperanza se vislumbra

En el desarrollo de la guerra, algunos entregan su vida en un acto voluntario por sus ideales, pero otros no están dispuestos a hacerlo. No por cobardía, sino porque “cualquier fascista que propague una idea en el Perú puede ser exitoso, porque lo que manejan este país son mierda y entre mierdas coinciden; el japonés tiene apoyo porque su punto de vista de las cosas, su ideología y su programa son similares a la estructura mental de la mayoría de individuos que componen este rebaño llamado pueblo peruano” (92). El pueblo es una tropa de imbéciles que se puede manipular fácilmente. Luego, resulta absurdo inmolarse. Ese es una manera de ver el mundo. Pesimismo radical. Sin embargo, también están los que postulan otras alternativas. Su desaliento no es, más bien, de quienes hacen política. “Cuando decidí internarme acá en el monte, cuando decidí hacer mi hogar con este pueblo, lo hice para terminar con la influencia de las costumbres e ideas de la ciudad, para olvidar las discusiones de reaccionarios y revolucionarios, para beber de la tierra y sin nada que perturbe mi mente…” (227). Una visión diferente donde “sólo las masas cobrizas conscientes liberarán al Perú, no ningún calco ni copia de Marx o Mariátegui” (244). Ni comunismo, ni capitalismo. Ese discurso velasquista. En la cola de desalientos y pesimismos no puede faltar de los que, en un momento de euforia rebelde, se adscribieron a la causa popular. Pero la cárcel, esa soledad forzada, quiebra el alma rebelde. Esa cárcel hecha exclusivamente para quebrar a los más recalcitrantes. La Cárcel de Challapalca con el poder de enfriar las convicciones y los ideales. “Por lo pronto quiere salir de allí… está decepcionado de su propia gente y realmente quiere romper con su actitud de ‘duro’…” (266).

Después de tanto golpe pareciera que el caos se apropió del mundo y que no existe solución para ello. Desaliento y pesimismo que se traduce en las relaciones sociales. Pero no todo es así. Aún queda algo de ilusión y esperanza. Este mundo no puede ser siempre el lugar donde los sátrapas abunden y hagan lo que quieran. “…no está muerto el ideal… ni muertas nuestras manos” (260). Es que “a pesar del pesimismo y el desaliento, nunca está más oscuro que cuando va a amanecer” (270).

  1. Ese camino peligroso de las ideas

Las ideas se desarrollan de acuerdo a las necesidades y las vivencias. Mientras esto sea una cuestión netamente personal y empírico no pasa de ser inofensivo, pero cuando ya se eleva a lo social y teórico genera conflictos de diversos niveles, incluso, la guerra. Tal confrontación en el plano de las ideas se presenta en la sociedad ya sea académica o no. “El ignorante profesor de economía confundió (a un aprista) con senderista o martaquito” (88). Son épocas en la cual todo indivicuo asume una posición ideológica.

Un trabajador joven, que siente que se le explota o que ha visto a sus padres partirse el lomo para construir una casita o sobrevivir, tiene una visión particular de lo que sucede en su contexto. “Entrar en contacto con la gente de las fábricas me permitiría también saciar mis inquietudes políticas y conocer algo más de los compañeros que nos visitaban en el mercado los fines de semana, para impartir formación política y para recolectar y las colaboraciones (menestras, frutas, verduras, carne, lo que fuese) que por voluntad propia realizábamos en el mercado” (51). También a las mujeres que trabajan desde niñas les toca la puerta la formación ideológica. Lavado de cerebro, dirán algunos. “A los seis años me convertí en una especie de madre sustituta de mis dos hermanos menores, pues mi padre salía temprano a trabajar” (25), luego de años “David fue quien me condujo por los caminos de la gran literatura, fue quien me enseñó a disfrutar y apreciar el buen rock en inglés, que yo casi detestaba porque no lo comprendía, fue el primero a quien escuché hablar de proletariado, lucha de clases y subproletariado…” (58). Lucía, con esa actitud de mujer que no inclina la cabeza ante nadie, asume su papel protagónico en ese lucha ideológica. La muerte no se hace esperar. La visitante no es de capucha negra y guadaña, sino de uniforme verde y pistola. Otra es la historia de Orlando Zapata, quien, “luego de seis meses de preparación, más política que académica, en la ADUNI” (62), se volvió universitario, aunque no concluyó la carrera. Cuando deja la universidad dice: “recuperé esa capacidad de conexión entre el cerebro límbico y la corteza cerebral, es decir, esa vital complicidad entre las emociones y la razón… yo era un prófugo de la ciencia y su método y que en todo caso prefería el conocimiento directo de la intuición y el latido a ser un asalariado de las grandes empresas, autodenominado científico” (253). Es una percepción de la universidad en el campo de las ideas que coincide con otro personaje, Sebastián: “No se aprende a escribir en una universidad dirigida por delincuentes y regentada por profesores que se alquilan como prostitutas” (158). Sin embargo, a Orlando, inocente, le espera la cárcel, “Porque en el Perú es delito saludar y estrechar la mano a un amigo; porque en el Perú es delito leer libros que los inquisidores consideran subversivos; porque en el Perú es delito no frenar tu lengua ante la injusticia” (251). Otra habría sido la historia “si dejaba a un lado mi carácter insurrecto y rupturista” (256). Pero tuvo que entrar a lidiar en ese campo peligroso de las ideas y eso basta para que “un Tribunal Militar de encapuchados, sin ninguna prueba, y en un juicio que duró diez minutos, me condenaron a veinte años de prisión” (252).




[i] Rafael Inocente. La ciudad de los culpables. Editorial Zignos. Lima. 2007.

Velita Palacín Niko (marzo 2009)

9/5/09

Llamado a algunos doctores----Poema de Arguedas



Poema de Arguedas que Desafio Perú dedica a los doctores de este gobierno vendepatria que promueven la desaparicion de las comunidades y entrega de nuestros bosques, agua y biodiversidad a las transnacionales. Rescatamos este poema como homenaje a este gran escritor peruano.


Dicen que no sabemos nada, que somos el atraso, que nos han de cambiar la cabeza por otra mejor.

Dicen que nuestro corazón tampoco conviene a los tiempos, que está lleno de temores, de lágrimas, como el de la calandria, como el de un toro grande al que se degüella, que por eso es impertinente.

Dicen que algunos doctores afirman eso de nosotros, doctores que se reproducen en nuestra misma tierra, que aquí engordan o que se vuelven amarillos.

Que están hablando, pues: que estén cotorreando si eso les gusta.

¿De qué están hechos mis sesos? ¿De qué está hecha la carne de mi corazón?

Saca tu larga vista, tus mejores anteojos. Mira, si puedes.

Quinientos flores de papas distintas crecen en los balcones de los abismos que tus ojos no alcanzan, sobre la tierra en que la noche y el oro, la plata y el día se mezclan. Esas quinientas flores, son mis sesos, mi carne.

¿Por qué se ha detenido un instante el sol, por qué ha desaparecido la sombra en todas partes, doctor?

Pon en marcha tu helicóptero y sube aqui, si puedes. Las plumas de los cóndores, de los pequeños pájaros se han convertido en arco iris y alumbran.

Las cien flores de la quinua que sembré en las cumbres hierven al sol en colores, en flor se ha convertido la negra ala del cóndor uy de las aves pequeñas.

Es el mediodía; estoy junto a las montañas sagradas: la gran nieve con lampos amarillos, con manchas rojizas, lanzan su luz a los cielos.

En esta fría tierra, siembro quinua de cien colores, de cien clases, de semilla poderosa. Los cien colores son también mi alma, mis infaltables ojos.

Yo, aleteando amor, sacaré de tus sesos las piedras idiotas que te han hundido. El sonido de los precipicios que nadie alcanza, la luz de la nieve rojiza, de espantado, brilla en las cumbres. El jugo feliz de los millares de yerba, de millares de raíces que piensan y saben, derramaré tu sangre, en la niña de tus ojos.

El latido de miradas de gusanos que guardan tierra y luz; el vocerío de los insectos voladores, te los enseñaré hermano, haré que los entiendas. Las lagrimas de las aves que cantan, su pecho que acaricia igual que la aurora, haré que las sientas y las oigas.

Ninguna maquina difícil hizo lo que se, lo que sufro, lo que gozar del mundo gozo. Sobre la tierra, desde la nieve que rompe los huesos hasta el fuego de las quebradas, delante del cielo, con su voluntad y con mis fuerzas hicimos todo eso.

No huyas de mi doctor, acércate Mírame bien reconóceme. ¿Hasta cuándo he de esperarte? Acércate a mí; levántame hasta la cabina de tu helicóptero. Yo te invitare el licor de mil savias diferentes.

Curaré tu fatiga que a veces te nubla como bala de plomo, te recrearé con la luz de las cien flores de quinua, con la imagen de su danza al soplo de los vientos; con el pequeño corazón de la calandria en que se retrata el mundo, te refrescare con el agua limpia que canta y que yo arranco de la pared de los abismos que templan con su sombra a nuestras criaturas.

¿Trabajaré siglos de años y meses para que alguien que no me conoce y a quien no conozco me corte la cabeza con una máquina pequeña?

No, hermanito mío. No ayudes a afilar esa maquina contra mi, acércate, deja que te conozca, mira detenidamente mi rostro, mis venas, el viento que va de mi tierra a la tuya es el mismo; el mismo viento que respiramos; la tierra en que tus máquinas, tus libros y tus flores cuentas, baja de la mía, mejorada, amansada.

Que afilen cuchillos, que hagan tronar zurriagos; que amasen barro para desfigurar nuestros rostros; que todo eso hagan.

No tememos a la muerte, durante siglos hemos ahogado a la muerte con nuestra sangre, la hemos hecho danzar en caminos conocidos y no conocidos.

Sabemos que pretenden desfigurar nuestros rostros con barro; mostrarnos así, desfigurados, ante nuestros hijos para que ellos nos maten.

O sabemos bien qué ha de suceder. Que camine la muerte hacia nosotros; que vengan esos hombres a quienes no conocemos. Los esperaremos en guardia, somos hijos del padre de todos los ríos, del padre de todas las montañas ¿es que ya no vale nada el mundo, hermanito doctor?

No contestes que no vale. Más grande que mi fuerza en miles de años aprendida; que los músculos de mi cuello en miles de meses; en miles de años fortalecidos, es la vida, la eterna vida mía, el mundo que no descansa, que crea sin fatiga; que pare y forma como el tiempo, sin fin y sin principio.

José María Arguedas (Andahuaylas, 1911 - Lima, 1969). Escritor
y etnólogo peruano, renovador de la literatura de inspiración
indigenista y uno de los más destacados narradores peruanos del
siglo XX. Sus principales obras literarias son: Agua (1935), Yawar
fiesta, de (1941), Los ríos profundos, (1958) y el Sexto (1961) entre
otros. La producción intelectual de Arguedas es bastante amplia y
comprende, además de obras de ficción, trabajos, ensayos y
artículos sobre el idioma quechua, la mitología prehispánica, el
folclore y la educación popular. La circunstancia especial de haberse
educado dentro de dos tradiciones culturales, la occidental y la
indígena, unido a una delicada sensibilidad, le permitieron
comprender y describir como ningún otro intelectual peruano la
compleja realidad del indio nativo, con la que se identificó
de una manera desgarradora.