
La reedición del libro: “Literatura, inteligencia y revolución en América Latina” de Winston Orrillo ha sido posible por la decisión de EDUCAP, como acción pedagógica y cultural.
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DOLORES DE OTOÑO
Dolores derramados en otoño
como abiertas granadas agrietadas,
ebrios griales de duro y dulce zumo,
gotas de savia y sangre desgranadas.
Crucifixión de culpas no buscadas
en labios de un amor no desvelado.
Flagelado destino el de mi vida,
siempre a medio hacer, siempre caminando.
He de escapar de esa estrella que me guía,
luz helada en soledad y quebranto,
entre erráticas sendas de abandono.
He de rehacerme sola y enfierada
con el coraje de mi sangre de hembra,
siempre en la lucha y para siempre andando.
Nora Alarcón
http://malvitalucero.blogspot.com/
EL ONIRISMO TANÁTICO y repercusiones a la carne.
por C. Vanadio
La hija del carnicero. Vanessa Martínez. Ed. Zignos. Lima, 2007 (54 pp)
Comentario:
La evasión de vivir la vida intensamente “matarla” nos provoca vivir el presente en ideales del placer, incluso con rupturas. La recompensa a esparcir lo hedónico y los sueños-logros inmediatos incrementan la destilación del jolgorio, así mismo el sentimiento del acto amatorio –esto significa una pequeña muerte-. Sirva esto de pretextos para idealizar en poesía y la gastronomía del amor empalagado del sinsabor -y de la infesta carne. Incluso la que se presenta en shows nocturnos. El estado de noctambulismo aireado por ventiscas del sopor de embriaguez de sus habitantes y consumidores nos revela una ciudad en juerga intensa, reacondicionada con alicientes de miradas cómplices. La carroña al espectáculo del éxtasis, y la deformación del amor. La sumisión y por que no muchas inmolaciones. Este poemario de variopintos artes poéticos se zambulle también el inventario. Mis felicitaciones a la poeta por su devoción literaria.
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La media naranja
Cuando yo aún tenía 13 años
un día en pleno sol de la selva central
disfruté una dulce naranja
de tan delicioso sabor
que decidí perdurarla en el tiempo
Luego de pequeña cavilación
no encontré otro modo de hacerlo
sino sembrando una pepita
de la tal dulce naranja
Escogí una de las tantas que había en su interior
la más gordita
parecida a una gota de agua
luego procedí según el manual de agricultura
La puse en una bolsa transparente
de tal manera que yo pudiera ver
de cómo se transformase en planta
Fue poco a poco y lentamente en que se perfiló
hacia un árbol en miniatura
del cual yo me deleitaba verla a diario
Así ya a los dos meses
mi planta de naranjo
estaba listo para el trasplante en tierra fértil
Yo recordaba siempre ese delicioso sabor
de la tal dulce naranja
porque además ese mismo día de la dulce naranja
besé casi por casualidad pero sensacional a Carmelita
de la misma edad que yo
mientras compartía alegre la tal naranja con ella
Carmelita me correspondió contenta
En el transcurso del crecimiento del naranjo
seguí disfrutando del beso de Carmelita
Para tenerla cerca
le invité un día a tomar una infusión de hojas del tal naranjo
Yo ya había descubierto ese sabor fresco de tal infusión
esa frescura que percibes en los labios
hasta posesionarse de todos tus órganos
Cuando ella la probó por primera vez me dijo
Me gusta mucho
con esa voz genial que tenía ella
La segunda vez fue lo mismo
Me gusta mucho
La tercera vez
Me gusta
La cuarta vez fue lo mismo
Me gusta
Mientras yo bebía de la infusión del naranjo
y disfrutaba de cómo se agigantaba el naranjo
con nubes blancas y arcoiris sobre ella
Carmelita pensaba no solo en el sabor del naranjo
sino en tener muchos naranjos para luego vender naranjas
también en tener una casita junto al río y un jardín
y otras cosas más
Pasaron tres años
y como corresponde a todo naranjo
en ese ciclo necesario de la existencia
pude contemplar cómo florecía el tal naranjo
Un millar de puntos blancos en su abultado cuerpo verde
y las abejas polinizando solemnes
Quien puede dudar de ese encanto visual
y con una diversidad de efectos según el transcurso del día
Mientras sucedía todo esto
Carmelita pensaba en las naranjas de los naranjos
y otras cosas más
final 1
Fue luego de cuatro años
exactamente
que ya vi madurar a la nueva naranja
La tomé con mis manos
La partí en dos
y la otra mitad se la ofrecí a Carmelita
Fue en ese momento cuando la vi también como fruta madura
Esta vez no la besé de casualidad
Ella me correspondió
ahí debajo del naranjo
final 2
Fue luego de cuatro años
exactamente
que ya vi madurar a la nueva naranja
La tomé con mis manos
La partí en dos
pero cuando con una mitad de la tal naranja
busqué a Carmelita
ella ya no estaba
Seguro que pensaba en las naranjas de los naranjos
además en la casita junto al río y un jardín
Luego de tal suceso
yo sembré muchos naranjos
Así años después
coseché las naranjas de tal sabor
Preparé refresco con ellas
agregándole esa frescura de la infusión de hoja de naranjo
y sin intenciones económicas la comercié
porque yo sé que cuando ella pruebe
la Naranjada Carmelita
así se llama el refresco que exporto ahora
vendrá para buscar su mitad
Niko Velita Palacín
Julio Solórzano
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Nuevo Libro
Adentrarnos en la lectura de la novela La combi de Tito de Mario Villacorta Barbarán (Lima, 1976) es como subirnos a uno de esos escurridizos colectivos que han tomado por asalto las carreteras de nuestra ciudad para emprender un paseo muy ligero por los abruptos vericuetos de las pasiones humanas y, en particular, por los recovecos de las taras de nuestra Lima moderna. Tal vez sea esto el principal acierto de la novela, pues el narrador se centra en describir diferentes circunstancias donde los personajes protagónicos interactúan movidos principalmente por sus sueños, deseos o ambiciones dentro de una urbe limeña marcada por la violencia, la injusticia y el racismo que se configura sólo a partir del accionar de los personajes y las opiniones recurrentes y triviales del narrador homodiegético, pues éste deja de lado las descripciones que bien podrían haber resaltado el espíritu decadente, casi naturalista, que se percibe en el material narrativo. No obstante, como hemos señalado, los personajes irrumpen signados por sus pasiones que los arrastrarán hacia desenlaces frustrantes o nefastos. Es el caso de Tito Herrera, hombre quincuagenario, quien al enterarse de que ha sido despedido de su centro de labor comienza una verdadera odisea en su afán de continuar con el sostenimiento de su familia. Pero Tito Herrera es un hombre perseguido por la desgracia. Tiene una familia que no comprende ni comparte sus preocupaciones. Es traicionado por su mujer y su mejor amigo. Luego será utilizado y abandonado por su amante para finalmente descubrir que ha sido estafado, acto que lo empujará a su aciago final. Otro personaje de nivel protagónico es Sofi, la única hija de Tito Herrera. Ella es una adolescente melindrosa y presumida, una “pituca de barrio”, como la denomina el pícaro narrador testigo, a quien poco o nada le importan las vicisitudes de su padre. Y ha formado una suerte de alianza con su madre, consentidora y superficial, para tratar de imponer sus caprichos femeninos en cada ocasión. Sofi está preparándose en una academia preuniversitaria que no se condice con la posición social de su familia. Allí conoce a Mauricio, un muchachito descocado y frívolo, de familia acaudalada, con quien Sofi comienza un romance impulsada también por su avidez de cazar un buen partido. No obstante, como casi todos los personajes de la novela ella también terminará marcada por el desengaño. Cabe resaltar la manera acertada como el autor logra mostrarnos el mundo inquieto y lúdico de sus personajes más jóvenes, quienes comienzan a descubrir nuevos aspectos de su ser y de la vida como el amor, el sexo, el racismo y las drogas. A Tito Herrera acompañan otros personajes de su entorno. Aparece el chino Po, el típico propietario risueño del chifa de la esquina. El gringo Wálter, hijo de buena familia, pero venido a menos por su afición a la cocaína. Está también el gordo Pepe, el maleante avezado, pero bonachón y generoso con los amigos. Aparece Sulay, la mujer despampanante, codiciosa y de vida libertina. Como podemos percibir son personajes arquetípicos de nuestra variopinta Lima, pero que en la novela no siempre alcanzan rasgos más íntimos e intensos, con vida propia, sino que se mantienen algo acartonados al papel que les ha tocado desempeñar en el libro. Otro rasgo importante del plano de la historia que podemos resaltar es la presencia de cierta dosis de humor. En más de una ocasión, de manera interesante, el autor recurre a situaciones propias de las comedias de enredo con la finalidad de dosificar un tanto la tensión dramática en la historia. El mismo papel cumplen las expresiones mordaces del narrador testigo, que en cierta medida pudieron haberse regulado y consideramos que debieron obviarse aquellos comentarios del mismo narrador que hacen que el libro caiga en cierto fatigoso didacticismo. Pero no se piense que en la novela de Villacorta sus personajes sólo muestran rasgos negativos, pues también muestran otros aspectos de la condición humana como la solidaridad entre amigos o la ética profesional.
En cuanto al aspecto estructural la novela está dividida en once capítulos que muestran un orden secuencial. Aunque la mayoría de capítulos se centra en la historia de Tito Herrera hay algunos que muestran las vivencias de Sofi, así ambos planos aparecen presentados a manera de vasos comunicantes que van dando forma a la novela en su totalidad. Tal vez el rasgo estructural más saltante sea la presencia recurrente de los diálogos. Las escenas donde éstos se perciben más fluidos y naturales son aquéllas donde conversan sus personajes juveniles. Como ya hemos mencionado el autor ha optado por un narrador homodiegético, es decir, el narrador es un personaje más que forma parte del mundo representado que, inclusive, cumple un rol importante en los hechos descritos como aquél capítulo que le confiere el elemento sorpresa a la novela. Es a través de su lenguaje sencillo y directo, con algunos giros lingüísticos populares, que las casi doscientas páginas de la novela fluyen con facilidad y ligereza, pues el libro no muestra mayores ambiciones en el plano del discurso. En este sentido la novela de Mario Villacorta está más en sintonía con las novelas peruanas que proliferaron en la década del noventa como Al final de la calle de Óscar Malca o No se lo digas a nadie de Jaime Bayly. Había que agregar que para otras ediciones se debe corregir algunos deslices de orden gramatical y ajustar algunos acontecimientos de la historia que le restan verosimilitud y por ende poder de persuasión a la novela en su totalidad.
A pesar de los reparos señalados consideramos que La combi de Tito es una novela que logra su cometido de contarnos una historia entretenida que desentraña ciertas pasiones humanas y termina conmoviéndonos con la crudeza de su narración. En tal sentido, Mario Villacorta aparece como una figura promisoria con una primera novela que ha comenzado a rodar por el panorama narrativo de nuestra literatura última.
Por Fernando Carrasco Núñez