
Letra Suelta Cultural..Cultura diario... *Poesía..Comentarios de libros *Eventos y mucho más...
5/2/10
RECITAL POÉTICO FEMENINO EN LOS MIÉRCOLES CULTURALES/ 3 de febrero 2010

4/2/10
Poemas de Huellarios del fuego y del caracol JOSÉ PABLO QUEVEDO
Viene el poeta
Mi país se retrata en tu nácar
como cristal de mil colores.
Tienes los árboles apeticidos,
las lagunas danzantes
sobre nieves de cordilleras.
Los amarillos como limones,
los naranjas encendidos
están como la estampa
de mujer que no calla, que ríe,
que hace la historia
con cada ebra que teje.
Mi país ha grabado sus ríos
en tu nácar,
su historia es de cóndores,
su cielo es añil y eterno.
Así lo llevas, lo paseas,
juegas con él sin fronteras,
es el ornamento de un poncho
peruano
lleno de aves y de peces.
2
Voy a tu imaginario inventario
de nudos y caminos,
en el tejer de tus ebras,
al misterioso campo
que anuncia la luz
y la campana.
¡Caracol, caracolero,
maracas tienes!
Cada noche brillas,
enciendes estrellas,
cortas las esferas,
pules las arenas,
desgranas las montañas.
El sol sale de tu casa
cada mañana.
3
Qué mayor profundidad del río
que atrapa la piedra para formarla,
o para llevarla con su boca a la mar.
Lo que otras voces repitieron
fue eco crecido, fuego
desde mesetas memorables.
Soleados mapas, soleados valles,
donde la lluvia sobre la yerba amada
ha caído.
La besamos, levantamos la flor.
A nuestros muertos
alcanzamos sus alimentos.
Los soplos que nos dieron
están en nuestra sangre,
es semilla de una lluvia crecida:
(huellarios - memoria,
Quilla – Illapa,
espiral-continente),
en el color incesantes de las orillas,
que como manos están abiertas,
y que repiten insistentes:
¡Nadie puede ser más grande que el sol,
porqué de un rayo de su luz,
sus hijos somos!
La historia del Perú en sus milenios,
son huellarios de volcanes activos,
en la resistencia de la piedra,
que forja de sí misma,
su rostro profundo y alto como la luna.
29/1/10
PRESENTACIÓN DEL LIBRO -- MIÉRCOLES 3 DE FEBRERO 2010




En este contexto, la poesía se enunciará como develamiento, como alegato del relámpago y como directo desafío a aquel gobierno de la noche. Las imágenes resultantes de este sabio y noble propósito comunicarán la encendida defensa de la memoria, antes que la precipitación infinita al vacío; la celebración del gozo al recuperar intacta –entre la herrumbre espumosa– la semilla de algún recuerdo familiar; y el progresivo desgarramiento de no poder develar, definitivamente, la metafísica de la espuma. Poética que defiende la semilla y la memoria, Antropología de la espuma logra configurar acertadamente la poesía como morada del sobreviviente, es decir, como hábitat de aquel que decide no sucumbir y no abismarse, sino sostenerse y resistir la levedad y el peso de la espuma llamada olvido. Jimmy Marroquín Lazo encontró en la palabra poética el relámpago que puede iluminar la noche. Que su revelación anuncie, en el horizonte, el tiempo porvenir.
Javier Morales Mena
22/1/10
CARLOS ERNESTO GARCÍA EN REVISTA "ADARVE" DE GRANADA, ESPAÑA

Carlos Ernesto García, El Salvador

poemas del poeta salvadoreño Carlos Ernesto García y reseña cítica ana gallego cuiñas,
revista de crítica y creación literaria, ADARVE, #4, 2009
A QUEMARROPA EL AMOR
Guardo como pequeñas piedras de mar
días de nieve
regiones habitadas por el miedo
incendios de miradas devastando las calles
reinos de abejas y de hormigas
silvestres floraciones de palabras
atardeceres bajo oscuras arboledas
lápidas polvorientas
sobre historias personales
mesas de café
desde donde controlábamos las piernas
de una mujer que no nos hizo ni caso.
Alojo recuerdos como piedras de mar
y ninguno termina de hacer daño
en la palma de la mano
donde los aprieto con indecente esperanza.
Son recuerdos
como los de un gato en el jardín
con una bala entre las patas
¿O será alguien cargando su revólver?
De un gato que llora en el jardín
¿O será mi madre
que no está en casa desde ayer?
El recuerdo de un hombre que salta la verja
y yo no tengo tiempo
ni ganas para recibirlo.
Los impactos rompen la puerta
mientras irrazonablemente
la luna se aburre allá arriba
y saltando el muro
caigo en un estanque dorado
a salvo de la ballena que arrasa.
POR EL LENTO RENCOR DEL AGUA
A Rigoberto Paredes
Camina entre manoseados papeles
con los pies prestados.
Peligrosa la memoria.
Se desnuda y combate en plena calle.
Alta suena la voz del que reclama
y los constructores del verso
ya no son volcán inactivo
tierra baldía
machete sin filo.
EL DESCANSO DEL GUERRERO
el guerrero tomó su espada
que hundió en la arena
y pensó:
Este es un buen lugar
para la muerte.
Indiferente
cayó la tarde.
Nadie preguntó por el guerrero.
A nadie importó el lugar escogido
para el descanso.
Una tormenta de arena
se encargó de sepultarlo.
Abono no fue para la tierra
sino pasto para el desierto.
BREVE POEMA DE AMOR
Vos sabés que yo
vengo de la melancolía a la melancolía
que confundo todos los lugares
la Plaza del Zócalo
con el Parque Ula Ula
el Danubio con el Lempa
a los niños andaluces con los de Panchimalco
la torre de París
con las de electricidad que daban frente a mi casa
allá en San Martín
cerca de Suchitoto.
Sí
la verdad es que lo confundo todo
hasta el color de tu pelo
con la espesa oscuridad de los cafetales.
PRIMER BESO
no recuerdo.
Cuando te besé
(fue en casa de una amiga tuya
que me gustaba)
era la primera vez que te besaban.
Sentí tu cuerpo temblar contra la tierra.
Nunca más volví a verte ni besarte
pero cuando te recuerdo
no sé por qué
aún siento tu cuerpo temblar contra la tierra.
MAÑANA DE INVIERNO SIN ELLA
Yo
el que guarda en la sonrisa
al asesino
dime qué hago con estos ojos
que nacieron para verte
Con esta boca
que te nombra a cada instante
para espantar el silencio
Con estas manos mías
que te saben de sobra.
Yo
el que guarda el puñal
bajo la almohada
dime qué puedo hacer
para borrar tu sangre
y tu recuerdo
antes de que golpeen a la puerta
los que vengan a buscarme.
VERANO DEL 80 Y CINCO
Apoyada contra la pared
una joven de falda corta
quieta espera.
La miro.
Toso.
Doy una bocanada al cigarrillo
que circular se enreda entre sus piernas
—cierra los ojos y suspira—.
El metro estacionado ya
abre sus puertas.
Subimos en distintos vagones
y nos dejamos llevar.
15/1/10
IMAGENES de la reunión cultural del día miércoles 13 de enero del 2010 EN LOS "MIÉRCOLES CULTURALES" DEL GREMIO DE ESCRITORES DEL PERÚ
9/1/10
Gremio de Escritores del Perú -- FOTOS DE LOS MIÉRCOLES CULTURALES -- DEL 6 DE ENERO 2010
3/1/10
TRES TRISTES TRICÉFALOS
Hubo un tiempo en el que incursionar en la red era como tirarse a la piscina en un agua que aún no se sabía si estaba blanqueada por el cloro o en su interior anidaban los estercoleros de la alcantarilla. Pasado el tiempo, ahora sabemos que hay de todo un poco, y que para separar el grano de la paja, la pepita del barro, es preciso estar alertas y atentos, abrir bien los ojos, leer con mesura, para que los disfraces estrambóticos, las malas clonaciones o incompletos sustitutos y los falsos usureros no nos quieran venden gato por liebre. Leyendo el libro «Discursos contra la bestia tricéfala», de autoría tripartita, no sé por qué, pero dos de las tres partituras en las que se divide el volumen me han olido a post, a textos internautas, a comments ligeramente desarrollados. Un pez sacado fuera del agua, irremediablemente muere; un camello puesto en las playas de Máncora o Punta Sal, por muy surrealista que pueda parecer a algunos tontos, está fuera de lugar, no cuadra, se percibe desubicado. Asimismo, creer que los chats, postsy comments representan en bruto la literatura del futuro, es haberse fumado un porro de los malos y además es ofensivo para los lectores literarios.
De intención más bien utópica, este libro, en lugar de ser un conjunto armonioso y concatenado, es un híbrido que hace aguas por todas partes (no olvidemos que la idea primigenia era hacer un manifiesto firmado por tres; pero en cambio son ocho peroratas, un relato y tres cuentos), se alimenta de la propia egolatría de los autores (Ybarra, Delgado e Inocente) y peca de pomposo, de mayestático, para darnos un resultado más bien chicha, tirando a limonada. Pero principiemos por el principio, y partamos por partes, como acotaba un carnicero. Rodi Ybarra, siendo demasiado personalista, demasiado yo-yo, con un antiguo pasado de hijito de mamá, no puede evitar manchar sus textos con puntitos de cagatina personal y los hace un tanto artificiosos e hilarantes, cuando deberían ser todo lo contrario, serios, puntuales (la cereza en la cima del pastel es el encuentro unilateral con Alan García, que el susodicho lo describe como si hubiera sido la colisión entre dos altezas, una buena y otra mala), y al final de sus ocho textos (el de la poetisa ridícula no es más que un simple y poco estético desahogo para beneplácito de los misóginos) lo que evacua no es otra cosa que, haciendo un paralelismo popular, el discurso de una vieja histérica y renegona que pide a gritos y con improperios ser atendida. Las pataletas son permisibles solo en jóvenes de veintitantos años, pues, como el mismo Ybarra manifiesta, estos ilusos soñadores todavía pueden equivocarse; pero que las haga un señor de cuarenta ya parece algo chocho y un tanto chamuscado. No digo que el incendiario no debe morir en su ley, solo que tratar de incendiar la pradera con discursos trasnochados (palos al político, al intelectual, al crítico, al izquierdista son refritos) es como jugar a la cigüeña. Un bajón, sin duda, para el autodenominado «brazo armado», y conocido últimamente como «Ani», a quien algunos recuerdan como un buen poeta en los noventas y que ahora ha involucionado en un discutible bloguero de los dos mil.
Arturo Delgado Galimberti es un buen narrador (¿o debería ponerlo en pretérito?), pues con su primera obra, una noveleta de corto aunque bien logrado aliento, la chuntó, la hizo linda para los entendidos, porque para la masa ni siquiera existió; sin embargo, su siguiente publicación no cumplió las expectativas que se esperaba, digamos que con esta descendió un par de escalones, al cabo de los cuales no se supo más de él, desapareció del mapa literario, hasta el día de hoy en que se alinea a una tríada con afanes disidentes. Delgado empieza su relato bien, diría que hasta muy bien, pero cuando ingresa ya al meollo, es decir, al corazón mismo del cuerpo narrativo, siguiendo la metáfora ybarriana, la caga. Luego del excelente introito, los discursos que comprenden «El foro» son monocordes y aburridos, aun por encima de la intención ideológica, y el texto se va desinflando hasta reventar en un final sin despedida, sin cerrar bien la puerta ni echarle seguro, candado o llave. Y es que trasladar un lenguaje determinado hacia un terreno pantanoso, dúctil y hechicero, sin la debida previsión y el sutil cuidado, trae sus consecuencias.
Pero, de los tres, el que se salva diría que es Rafael Inocente, narrador de punche, aunque con destilaciones ocasionalmente femeninas, lo cual abona a su favor un arrojo poco común. Los tres cuentos que aparecen en el libro deleitan por el manejo del ritmo narrativo y las pinceladas para maquillar a los personajes. No obstante, en ocasiones, se nota que el autor fuerza un poco la madeja discursiva para meter su cuchara e inclinar la balanza hacia un costado, cuando lo que se reclama de un buen texto es justamente lo contrario, la desaparición del autor. Con todo, si Inocente se afina en su labor palabrera y manda de vacaciones esa leve actitud panfletaria que a veces se cuela en sus escritos, puede llegar a ser EL narrador que tanto estamos esperando.
Por último, una coda en esta fresca jodienda: los tres autores enviaron el libro al señor Marco Aurelio Denegri, con el fin de recibir una buena crítica, pues de lo contrario no le hubieran dedicado el volumen con palabras cariñosas (o sea, encima lo sobaron). Sin embargo, se fueron de caldo porque Denegri les enrostró su opinión sincera y los aludidos (dos de ellos, por lo menos, Ybarra e Inocente) se empincharon a tal extremo que intentaron barajar el tiro por la culata, llenando de adjetivos al culturoso señor de la televisión. Ahora me pregunto, ¿qué hubiera pasado si la crítica de Denegri era favorable? La humildad es una cualidad que, al parecer, ha desaparecido en este inflamado mundillo literario.
De: el Escritorzuelo
CARLOS RENGIFO
La verdadera historia de la familia Siancas
“El es tu padre”, me dijo mamá cuando traspasamos el plástico azul que servía de puerta. Y me señaló a un hombre avejentado, casi calvo, con pocos pelos sobre las orejas. Y su mirada –vidriosa, penetrante- se posó en mí con una inocultable curiosidad. “¡Salúdalo!”, me palmeó el hombro mamá al verme rojo y atemorizado. Me acerqué y, a pesar de la semioscuridad de la casa, pude ver que se encontraba sentado en una silla mecedora, con una manta gruesa que le cubría de la cintura hasta los pies; y cuyo rostro –piel tostada- parecía tener una infinidad de años –nunca supe su edad, y aun ahora, cuando reviso los papeles del baúl de madera que él construyó, no logro esclarecer el misterio-. Estiré la mano frente a su augusta figura y él estiró la suya. Entonces, y sólo entonces, por primera y única vez en mi vida, pude sentir ese ligero temblor en mi cuerpo. La mano de ese hombre era dura, seca, de callos pronunciados y tenía cientos y cientos de rajaduras –como los surcos de la arena-. “Dile algo”, agregó mamá, mientras yo hacía esfuerzos por resistir la dureza de esa mano, con su tibio calor que parecía estar achicharrándome. “Buenos días”, le dije, despacito. “Buenos tardes”, me respondió él, y luego de pasados unos segundos –ya eran más de las doce, el sol calentaba débilmente todo ese manijo de casuchas desperdigadas en la arena- pude ver que poco a poco en ese rostro seco, de facciones toscas, se empezaba a ampliar una infinidad de surcos, de cientos de rajaduras que se expandieron más aun al estallar de su garganta una sonora carcajada: “Ja, ja, ja, ja”, resonó ésta, profunda, sincera, plena de alegría; lo que terminó por derrumbar todo temor mío a su persona. Esa sería una constante en el carácter y acciones de Abulio Siancas Sifuentes, mi padre –mi segundo padre-; hombre duro, seco, colérico a veces, pero lleno de amor y de energía. Que el cielo lo haya perdonado.
Jack james flores vega
Escritor peruano
28/12/09
LA MUERTE Y OTRAS TRAICIONES: TERRITORIO PARA ABRAZAR A LA MEMORIA DE LO FUGAZ
POR VÍCTOR VIMOS (ª)
(Texto leído el 29 de noviembre del 2009 en
“Adivino la muerte en cada paso, en cada giro que la manecilla del reloj da sobre mi piel que se marchita, adivino la muerte en la sombra que persigue a mis zapatos, en el abrazo que me cobija del abismo, adivino la muerte cuando frente al espejo, me reconozco apenas como una mancha de olvido.
Adivino la muerte y puedo oler sus pasos, mirarla como corre despavorida por entre las callejuelas de una ciudad que se hunde en la niebla, en la nicotina, en el alcohol, de una ciudad que duerme a los pies del mar, ese animal elástico que ruge renegando del alba.
Una muerte que no es delito, que no es angustia, que no es balazo ciego en busca de pieles que agujerear. Adivino la muerte que es mordida traicionera, una puñalada baja, un bolero sin acabar”.
No, la muerte no es una traición. La muerte es una vela que pacientemente espera a que nuestros pasos lleguen hacia ella, solo entonces se extingue. La verdadera traición ocurre cuando esos pasos, que deberían no desviarse del sendero predicho para sus huellas, lo hacen, y terminan extraviándose en la jungla de cemento y bullicio que conocemos como realidad.
Una realidad que ha ido restando espacios a la vida. Minimizándola de tal forma que ahora apenas es la justificación para que la memoria siga existiendo. Una memoria que nos habla por fragmentos, por señales, por escasas huellas, y que no permite ver más allá de lo que acontece.
Pero no todo está perdido. Para eso queda la palabra. Esa ánima eterna que dibuja formas, rostros y sueños, y que mediante ellos, nos induce a la locura, al amor, al llanto, a la traición y a la misma muerte.
Nada fácil entonces la labor de un escritor, que como en el caso de Fernando Carrasco, propone una lectura desde los márgenes de la vida: esos momentos eternos en la fugacidad, en los que se puede encontrar el hueso del alma adherido al miedo de morir.
Nueve historias que como punto de inicio tienen la incertidumbre, y como punto de unión la muerte, aun cuando esta no se presente en ninguna parte del texto, se encuentra ahí, en forma de melancolía, de tristeza, de bochorno, de traición.
Nada más duro que la mentira para disimular la muerte. Es decir, que no es fácil ponerse una máscara y salir a fingir que estamos vivos, mientras dentro, en la casa que es el cuerpo, la locura crece. Nada más duro que ser un personaje de Carrasco, atado a esta mentira, a esta traición que es la vida, y envuelto en el desenfreno de una ciudad como Lima, esa especie de pradera de llanto, en donde se riegan uno a uno los acontecimientos que relata el libro.
Un escenario urbano en el que la mejor manera de probarse que se sigue vivo, es tentar a la muerte. Tentarla ocultando verdades, posesionándose de voces que transitan entre el espectro y la certidumbre, creando personajes que no tienen un límite en cuanto a la desdicha que llueve dentro de ellos. El lector, ese personaje moderno por antonomasia, encontrará en este lago de incertidumbre, una posibilidad para reflexionar sobre la manía de la vida por morderse su propia cola, esa sensación de abandono que a todos nos envuelve alguna vez.
Punto característico en la obra de Fernando Carrasco constituyen las notas de la rockola que escapan de cualquier portal, sin importar la hora que sea, para deshacer el instinto del lector. Así, escuchamos un son que sacude a quien está a punto de volar, un canto de drama que cobija a un torero que rememora la vida, a las puertas de su muerte, un bolero que muerde las barbas de un Cristo que sin necesidad de cruz, camina exhibiendo sus llagas, una cumbia que envuelve el juego de barajas, la mala suerte, el odio.
Puestos frente a la construcción de
Buen viento para la labor literaria de Fernando Carrasco, que en este libro
(ª) Poeta y periodista ecuatoriano
23/12/09
http://willygonzales.blogspot.com/
19/12/09
PALABRAS DE RAFAEL INOCENTE EN LA PRESENTACIÓN DE "DISCURSOS CONTRA LA BESTIA TRICÉFALA"

5 diciembre 2009
Congo, Konrad, Coltan
Estos días he releído a Konrad. He visto nuevamente a los niños severamente desnutridos del Congo y he conocido al Coltan. ¿Qué tienen en común estas tres palabras? Veamos. La desnutrición severa aguda es un grave problema de salud pública, cuyo tratamiento va a caballo entre la medicina clínica y los programas sociales que dependen de los gobiernos y la ayuda internacional humanitaria. Esta es una enfermedad en la que todas las funciones vitales del individuo se encuentran deprimidas por grave escasez de alimento, el cuerpo ha gastado sus propias reservas energéticas y el individuo enflaquece dramáticamente. Los músculos y reservas grasas se consumen y vemos sólo hueso y pellejo, niños con cara de viejo y mínimas probabilidades de seguir con vida, como los niños del Congo. En esta situación de debilidad generalizada fallan los riñones y la absorción intestinal, la capacidad del sistema inmunológico disminuye a niveles despreciables, las infecciones se multiplican y aparecen los síndromes de inmunodeficiencia… ¿alguien dijo SIDA? Este síndrome, el SIDA, fue estudiado inicialmente en el África sub sahariana y se denominó hasta la década del 60, síndrome de inmunodeficiencia nutricional adquirida. Desde hace dos décadas,la farmacracia y las transnacionales lo han bautizado como SIDA y le han echado la culpa a un retrovirus.
La desnutricion aguda severa afecta a los países africanos, la India y el sudeste asiático, en donde mueren de hambre miles de niños diariamente ante la anomia de la ONU. En el Perú, este tipo de desnutrición es mínimo. Lo que nos afecta es la desnutrición crónica, un serio retraso en el crecimiento que por lo general no representa una amenaza inmediata a la vida, pero cuyos efectos a largo plazo pueden ser delicados sobre todo para el desarrollo de la capacidad cognoscitiva de los niños afectados. En el Perú la desnutrición crónica no mata, pero sí enferma. Afecta no sólo el crecimiento y la capacidad volitiva, además tiene efectos graves en la capacidad de aprendizaje del futuro ciudadano, si es que no ha creado ya cretinos rotundos que irán a las urnas en rebaño a elegir al próximo ladrón y su banda para que asalte por otros cinco años.
Si ubicamos los mapas del hambre mundial y de la desnutrición severa aguda y correlacionamos estos fenómenos con las guerras, la presencia de riquezas naturales en los ¿países? afectados y la acción de las transnacionales en dichos lugares, Fobos y Deimos aparecen ante nuestros ojos.
La llamada República Democrática del Congo, Ruanda, Uganda, Etiopía, el África subsahariana, poseen en el subsuelo ingentes cantidades de oro, cobre, cobalto, estaño, diamantes y uranio y las prospecciones de las compañías multinacionales de la minería apuntan a que tienen por lo menos para cien años más de extracción continuada sin pagar un centavo de canon o dejando “más que sea su voluntad”, en complicidad con el gobierno, los militares convertidos en señores de la guerra y el silencio cómplice de organismos internacionales. Pero eso no es todo. En el corazón del África se encuentra por lo menos el 80% de todo el oro gris del mundo, el coltan. ¿Qué es el coltan? Es un mineral estratégico compuesto por la columbita y la tantalita, insumo indispensable para la industria de la telefonía móvil, la fibra óptica y las centrales atómicas. Condensadores, capacitores de alto poder, nanopiezas para armas de guerra electrónica y para la industria de videojuegos, laptops y tableros de naves aeroespaciales, todas requieren indefectiblemente coltan, por su contenido en tantalio y niobio, elementos de altísima resistencia a la oxidación y con una gigantesca capacidad para almacenar energía en reducidas dimensiones. Nokia, Sony Ericsson, Hitachi, Samsung junto con transnacionales de la minería intercambian coltan por armas a las milicias genocidas y los más bondadosos truecan coltan por alimento terapéutico que ellos mismos preparan para salvar niños de la hambruna que ellos mismos provocaron. Aún hay más: recientes exploraciones señalan que en la selva amazónica se encontrarían además de agua, biodiversidad, gas natural y petróleo, reservas formidables de coltan. ¿Y de cuánto dinero hablamos? Si con los diamantes las ganancias de los gobiernos africanos y sus cómplices ascendían a 300 mil dólares mensuales, con el coltan pueden superar fácilmente el millón de dólares. El silencio compinche de los organismos internacionales, simples observadores de la muerte, ha ocasionado la muerte de casi 12 millones de personas en el corazón del África en los últimos 15 años, sea por hambre, fusilamiento o machetazos. ¿Alguien habló de genocidio?
Ahora, ¿Qué diablos tiene que ver todo esto con la literatura? Como bien afirma Gregorio Martínez en el prólogo a La Bestia Tricéfala, el preludio artístico siempre se adelanta a las constataciones de la ciencia, a los análisis de la teoría política o económica…
En 1902, un escritor polaco, marinero y aventurero, llamado Jozef Konrad, publica la novela El Corazón de las Tinieblas, historia de un viaje al África. Un marinero inglés llamado Marlow va en busca de Kurtz, un traficante de marfil que acaba enloqueciendo en la selva africana. Konrad había recorrido previamente gran parte del continente negro, colonizado en ese entonces por la Inglaterra victoriana de la que él mismo se hizo súbdito y había remontado el caudaloso curso del río Nzere, Zaire o Congo. El mismo Konrad declararía poco después de su viaje al Congo: “antes del Congo yo no era más que un simple animal”. ¿Qué quiso hacer Konrad al contar esta historia? Esta novela puede leerse —y tal vez lo sea en parte— como un alegato contra la colonización, pero su reflexión moral va más allá de una situación histórica concreta. Kurtz llega al Congo repleto de ideales de progreso. Incluso lleva consigo una guía de lo que hoy llamaríamos comercio justo y tarea civilizadora, casi un funcionario de oenegé humanitaria. Pero el viaje que hace es un viaje a los infiernos, un descenso por el río del olvido, simbolizado en el río Congo y la jungla africana. Pero, cuidado. Las tinieblas no sólo están en la selva preñada de hipopótamos, leones y cocodrilos. Tampoco en las tribus guerreras que Kurtz ha conseguido domeñar gracias al terror que ha impuesto. La raíz última de oscuridad es otra, es “el mal escondido en las profundas tinieblas del corazón humano”. Kurtz no ha podido mantener la disciplina necesaria para conservar su conciencia moral, su humanidad y la avanzada de progreso que quiso representar sucumbieron a la codicia por las riquezas y el tráfico del coltan de aquellos años, el marfil de los elefantes. Éste es, letras más, letras menos, el argumento de esta magnífica novela. Tal vez Konrad jamás imaginó que un siglo después, en el corazón de la jungla africana que alguna vez él recorrió, aquella arenilla que hoy llaman coltan, y la oscuridad del alma humana, provocarían tanto horror y muerte en el continente más expoliado del planeta.
Esta noche presentamos La Bestia Tricéfala, hartos de la literatura que se mira el ombligo, hartos del discurso oficial que pretende desligar literatura de política, hartos de la crítica falaz, que restringe el campo de lo literario a lo consagrado social y culturalmente, hartos de aquellos que pretenden hacer de la literatura mero entretenimiento y alucinación metafísica. Parafraseando a aquellos geniales punks británicos que le pusieron música a los postulados de Karl Marx, Gang of Four: la guerra de guerrillas es ahora contra el nuevo entretenimiento.
La literatura no sólo debe contar una buena historia: debe también sacudir la conciencia moral de la gente, exacerbarla hasta el límite, hasta hacerla cuestionar su propia vida y su credo y recuperar esa esencia de humanidad que no puede ser oscurecida por las tinieblas que impone un sistema creador de clientes automatizados. Tal vez sea mucho pretender. Muchos dirán, pero esa no es labor de la literatura y quién sabe y tengan algo de razón. Tal vez así lo presintieron el solitario Martín Adán, indigente por decisión propia, a quien un presidente quiso nombrarlo ministro o José María Arguedas, quien se suicidó consciente que la solución al problema no era la literatura, afirmando antes de pegarse un balazo frente al espejo de un solitario baño en la UNALM: ¿Y cuándo no haya la imprescindible urgencia de ganar plata? Se desmariconizará lo mariconizado por el comercio, también en la literatura, en la medicina, en la música, hasta en el modo como la mujer se acerca al macho.”
Gracias por estar con nosotros esta noche.
Rafael Inocente